Día 5 - Febrero
Querido diario de las generaciones:
Sí, si por mí fuera ese hombre estaría muerto.
Estaría pagando condena en el Infierno.
Pero sigue vivo, ¿sabes?
Y yo sigo aquí como una tonta esperando a que pasen los días sin hacer nada.
¿Debería acuchillarlo?
Los cuchillos siempre me dieron miedo.
De pequeña mi padre se cortó con uno de esos el dedo.
Sangraba mucho, y chillaba.
Yo no entendía nada, pero también lloraba con él.
Supongo que mi vida también está cargada de traumas infantiles.
Y no sé si sería capaz de cargar con la muerte de un hombre bajo mis hombros.
Tal vez debería dejar que el destino acabara con este juego de una vez por todas.
Que mate a quien tenga que matar.
Y que por favor, mi hijo despierte.
Tengo miedo de nuevo.
Mucho miedo.
Demasiado miedo.
A veces sueño que nunca despertará.
Otras veces que se lo lleva León en su yugo.
Y otras, que Jorge llega en la noche y acaba con su vida.
Y ninguna de las tres me gusta.
Es más, cada vez me inquietan más.
A cada día que pasa sueño una cosa diferente.
Y si esto sigue así, al final me acabaré mortificando en vida.
Porque llorar ya no lloro.
Pero los puñales me los sigo clavando en el corazón, uno tras otro.
Y al final quedará la huella latente.
Y esa huella nunca se podrá borrar.
Me despido de ti, en mis sueños te recordaré.
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