Martes 30 de julio:

Hay voces en mi cabeza que me dicen que pare, pero mi cuerpo pide cada vez más sangre. No sé a que hacerle caso.

Me he convertido en un completo criminal, me siento una escoria. No sé en lo que me he convertido. Mi mujer me ha destruido la vida, pero juro por Dios que me las pagará.

Pedí un préstamo en el banco hace dos días nesesito que alguien venga a limpiar la casa. La muchacha de la empresa de limpieza me dijo que vendría hoy. Ya le eché el seguro a la puerta del sótano no quiero levantar sospechas.

Ya está afuera. Que hermosa es debe ser latina porque ese color canela en la piel no es de de España. Nunca he tenido sexo con una caribeña, se me están despertando las ganas. Al parecer no ha venido sola, anda con otra chica que parece ser su hija, muy bella también por cierto, aunque parece tener unos 18 años. Juventud, divino tesoro.

Apenas entrar comenzó a limpiar todo y su hija a sacudir. Cada vez que agachaba la chiquilla lograba ver sus firmes nalgas asomando por la corta falda que llevaba puesta.

En lo que ambas limpiaban me decidí a hacer un zumo de naranja para brindarles. Le dí un vaso a la joven y subí las escaleras para afrecerle también a su madre que se encontraba limpiando mi habitación. Mientras subía los peldaños me recordé de un veneno mortal que tenía en el parador del segundo piso, así que lleno de exitación y con el pene casi erecto por los muslos de la chica le vertí el frasco completo en el zumo a la madre. Luego de diluirlo bien se lo dí y acto seguido de beberlo calló Redonda en la cama mientras soltaba espuma por la boca.

Al instante me saqué la polla y le arranque la ropa. Comencé a follármela estando ya ella muerta. No sabía que me gustaba tanto la necrofilia. Su hija comenzó a llamarla y mientras sentí sus pasos subiendo la escalera me apresuré en eyacular dentro de su vagina.

La puerta de la habitación estaba entreabierta, ella se asomó y al ver a su madre muerta y desnuda encima de la cama corrió hacia ella y comenzó a gritar. En ese momento aproveché yo para golpearla en la cabeza callendo desmayada justo al lado de su madre.

Al ella despertar ya estaba en el sótano amordazada, desnudas y sentada en el garrote vil. A decir verdad no tenía ganas de follármela, solo quería admirar la perfección de su cuerpo mientras me masturbaba y la asesinaba lentamente. Cada segundo de sufrimiento para ella era una hora de placer para mí. Así continuamos durante varios minutos hasta que me puse de pie para correrme en su cara hermosa. Luego de llenar su carita con mi esperma acabé con su vida como si no valiera nada y aún así no tuve remordimiento solo eran dos cadáveres más para mí colección.