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Capítulo 6: El cinturón de San Erasmo.

Jueves 11 de junio:

Hay cosas que me asombran mucho, por ejemplo; las personas depositan mucha confianza en sus psicólogos, como si nosotros no tuviéramos nuestros propios problemas y aveces hasta peores que los de ellos. Pero bueno a eso me dedico y tengo que trabajar para comer, mejor sigo fingiendo que los escucho y los comprendo; eso les hace bien.

Raquel es una paciente diferente, ella fue víctima de una violación hace 8 meses. Es una muchacha joven y con un hermoso futuro por delante, no se cómo hay gente que puede hacer esas cosas.

Su familia me paga 250 pavos la sesión y la verdad necesito la pasta, ha no me queda nada de comer en la nevera, además tengo que comprarme algo pa limpiar la sangre que está en el suelo del sótano.

En lo que Raquel se desahogaba contándome todos su traumas yo solo me fijaba en lo buena que estaba y la verdad por un momento quise ser el violador que abusó de ella, Dios es que estaba demasiado buena, que rico debería ser follármela.

De un momento a otro ella solo empezó a llorar y no sabía que hacer, así que me paré y fui a abrazarla. Ella me veía como un apollo así que me apretó muy fuerte y comenzó a llorar en mi hombro. El olor de su perfume me empezó a nublar la mente y entonces comencé a acariciarla suavemente por la espalda con mi mano y poco a poco fui bajando hasta sus sobresalientes nalgas. Ella aún no se daba cuenta de lo que yo estaba haciendo, pero las ganas eran tan fuertes que la apreté fuertemente, aún por encima del vestido. Pobre muchacha, estaba en shock, no se percataba de lo que estaba pasando. Llegó un momento en que mi pene empezó a ponerse a mil, tanto que se me quería romper el botón del pantalón. Ella llevaba puesto un vestido que se asomaba en sus rodillas y la calentura que me provocaba el roce de sus senos contra mi pecho me llevó a tomar la alocada desición levantarle el vestido y meter mi mano por su tanga. En ese instante me separó de ella con un empujón y fué cuando la agarré por el cuello y la golpeé con mi frente en su tabique, callendo desplomada entre mis brazos.

Sabía que iba a tardar en despertar así que me la bajé al oasis y la desnudé. Tomé mi pañuelo y lo introduje en su boca para evitar que gritara y la até como lo haría todo un especialista del sadomasoquismo. Nunca antes había follado con la bata puesta, siempre había sido un fetiche y por eso me quité toda la ropa menos eso.

A pesar de estar atada de pies a cabeza yo sentía que aún le faltaba algo así que tomé algo de mi colección: el cinturón de San Erasmo y lo coloqué en su cuello. Otra de mis fantasías sexuales era la necrofilia y aunque ella no estaba muerta (aún) eso parecía así que tomé y comencé a pasar mi lengua llena de saliva por su orto y mientras lo chupaba lo iba lubricando bien. Luego de un rato tomé mi polla y se la metí hasta el fondo del ano parece que el placer hizo que Raquel volviera en si y comenzó a emitir un sonido extraño como si de un grito se tratara, la verdad no sé bien, el pañuelo dentro de su boca no dejaba que se entendiera bien.

Ella trataba de moverse para que la dejara en paz pero el cinturón de San Erasmo estaba haciendo su trabajo y se estaba encajando en su cuello cada vez la púas estaba más adentro de su piel y cada vez era más la sangre.

-Ufff la sangre es solo recordar su olor y me pongo mucho.

Yo no paraba de darle duro por su culo y mientras más ella se movía más daño se hacía. Hubo un momento en el que ella me miró hacia atrás con los ojos llenos de lágrimas y eso ya me exitó a otro nivel así que empecé a darle duro pero está vez ya no en ano, si no en su rica vagina. Su yugular cada vez estaba más perforada, le quedaba muy poco tiempo de vida menos de un minuto.

Saqué mi polla de adentro de ella y fuí hacía adelante suyo y retiré el pañuelo de su boca. Asombrosamente ni intentó hablar. Rápidamente metí el pene en su boca y le daba duro hasta que llegara a su garganta y me corrí dentro de su boca. Mientras ella se tragaba todo mi jugo también se estaba desangrando.

Yo solo tome un trago de whisky y un tabaco y me fuí de allí dejándola morir sola en aquel lugar.

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