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Capítulo 5: El desgarrador de senos.

Sábado 6 de junio:

Me encantan los amaneceres de verano, las aves cantan y yo me despierto por los rayos del Sol que se cuelan entre las cortinas de mi cuarto.

Aquella mañana era hermosa, yo me sentía lleno de vida y decidí tomarme un café mientras llenaba la piscina; así como cuando tenía familia. Era un día especial, había invitado a Laura; una vieja amiga mía de la universidad a tomarnos unas cervezas en el patio de mi casa, mientras nos dábamos un buen chapuzón en la piscina.

Ella llegó, seguía teniendo la misma cara que hace 10 años. Solo se veía un poco más madura y tenía las tetas más grandes; se puso implantes, menudo par de almohadas. El biquini estaba muy sexy, ese tanga y las cervezas que me había tomado me estaban calentando de mala manera.

Llegó un momento en el que no aguanté las ganas y en lo que ella nadaba mostrando sus nalgas por encima del agua yo me saqué la polla y comencé a masturbarme rápidamente, bajando y subiendo mi mano bombeando con fuerza y mirándola a la vez. Cuando ella se percató de mis desfachatez su reacción no me me la esperaba; ella procedió a mirarme con cara pervertida y salió de la piscina sin decirme nada y mientras me seguía tocando. Se fué acercando hacía mí en lo que se quitaba el brazier y tomó un pomo de crema y me dijo con un tono sensual y atrevido:

-¿Me la echas?- preguntó de manera coqueta mientras me daba una sonrisita divertida por la situación.

-¿No ves que estoy ocupado?- dije de manera despreocupada mientras escondía una sonrisa que luchaba por salir.

Ella sin responder nada se corrió la tanga hacía un lado y se sentó encima de mi entrepierna, haciendo que mi grueso pene quedará totalmente dentro de su mojado y carnoso coño y me dió el pomo de crema.

Yo comencé a esparcirla por sus hombros hasta que llegué tímidamente a esos abultados pechos y fue en ese momento cuando la miré y luego de una risa pícara me dijo:

- No tengas pena, puedes tocarlas- comentó de manera divertida. Era obvio que la situación le parecía divertida, pero yo solo me limité a hacer una sombra de lo que sería una sonrisa para ella.

<< El que ríe último, ríe mejor>>

Termine de untarle la crema y ella se movía sobre mi polla buscando hacer esa deliciosa fricción que me tenía loco. De un momento a otro ella se paró y se volvió a acomodar el panti como si nada hubiese pasado, eso me llenó de ira y al virarse de espalda me puse de pie y la agarré fuertemente por el cuello; a lo que ella respondió con un golpe cerca de mi boca y luego de limpiarme la sangre del labio la tomé fuertemente con mis dos manos aprisionando su garganta, tenía muchas ganas de asfixiarla. En el forcejeo ella resbaló y calló al suelo golpeándose fuerte en la cabeza y quedando totalmente inconsciente. Cosa que me dió la posibilidad de atarla sin ningún inconveniente.

Cuando volvió a despertar ya se encontraba en mi paraíso atada de manos y pies y amordazada. Yo estaba completamente desnudo parado frente a ella. No solo tenía ganas de follármela, también quería hacerla sufrir mucho;
Nunca nadie me había rechazado como ella lo hizo. Su cara de espanto me exitaba mucho. Sin pensarlo dos veces metí mi pene erecto dentro de su coño. Disfrutaba de cara de espanto y la sentía contraerse eso me me tenía a mil.
Comencé a repartir repetidos golpes por todo su rostro. Lo desfigure con tan sólo puñetazos.Tenía la cara hinchada y de sus ojos brotaban lágrimas con sangre.

<< Me encanta ver la sangre caer>>

Tenía muchas ganas de que sufriera así que tomé el desgarrador de senos y de una se lo puse en su pecho derecho y tiré con mucha fuerza extrayendo por completo el implante de silicona, sus gritos eran tan fuertes que lograban atravesar la mordaza. Mientras se desangraba yo seguía follándomela sin escrúpulos. Mis ancias de sangre no se saciaban así que le extraje el otro implante. Ya en ese momento ella se desmayó por el profundo dolor que sentía, pero aún así yo no paré de penetrarla hasta que me corrí dentro.

Sentí mi cuerpo relajado y un estado de calma. Su sufrimiento me generaba una paz que no sabría como explicar. Sus gritos eran música para mis oídos y no saben lo exitante y aterrador que es la vez.

Me gusta fumar luego de follar, así que lo hice y después quise terminar con su dolor, por lo cual tomé mi katana y corté su cabeza sin pensarlo dos veces.

Conserve los implantes como trofeo de la única mujer que se atrevió a rechazarme. Nadie sabía la maldita paz que tendría cada vez que los viera, sus gritos desgarradores siempre serían uno de mis mejores sueño.

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