Capítulo 2: La cigüeña
Domingo 10 de mayo:
Hace tres días ya desde que asesiné a mi primera víctima y el cuerpo me pide sangre. Sigo sin poder dormir, he tenido que mudar la clínica a casa, hoy tengo una paciente a las 10:00 am, se llama Marcela tiene 22 años y tiene problemas de ninfomanía; tiene pinta que me va gustar está consulta. Al fin llegó la hora, se ve muy sexy, en verdad ni se de lo que me está hablando solo estoy concentrado en sus exuberantes senos. Le pido que pare de hablar y la invito a tomar un café a mi templo, tan solo bajar golpeo su cabeza con un mazo, su cuerpo cae desplomado rodando escalera abajo.
Al recuperar el conocimiento ya estaba en uno de mis juguetes; la cigüeña. Lo primero que hice fue terminar de ponerme el traje, sobre todo me gustan las citas formales. Me sirvo un trago de whisky y mientras saboreo su agradable sabor me voy colocando las manoplas y comienzo a golpear con furia su hermosa rostro hasta que ya no había lugar para más sangre. Acto seguido a ritmo de música clásica tomé mi navaja y comiences a cortar su erizada piel.
Todo este proceso me iba provocando mucha excitación y tenía muchas ganas de probar el nectar de su abultada vagina, pero aún me faltaba algo para llegar al máximo nivel de erección; así que tomo mi pinza de corte y arranco de golpe sus dos llamativos pezones sus alterados gritos de dolor fueron los que me llevaron a introducir lentamente mi pene dentro de ella.
No paraba de gritar y eso me hacía sentir mucho placer y más ganas me daban de terminar en su vientre. Mis temblorosas manos se encontraban apretando su frágil cuello casi hasta dejarla sin respirar. Lentamente tomé mi pañuelo de seda y lo introduje violentamente por su estrecho recto, ya casi no escuchaba sus gritos. Con mi navaja comencé a hacer pequeños cortes en su vientre, sus gritos volvieron a ser altos. Por el placer que esto me provoca apreté fuertemente su cuello hasta más no poder y mientras se iba asfixiando le clave la navaja en cuello. Fue una lluvia de sangre y mientras la misma corría x su cuerpo se encontró con mi pene acabado de eyacular que estaba introducido en su húmeda vagina. Todavía siento el placentero aroma a sangre coagulada en mis manos, cuánto placer.
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