Querido diario:

Ese hombre al que tanto quise, ayer entregó la vida por su hermano.

Él quiso esto, y yo lo respeté.

Mi corazón late a contratiempo todavía.

He podido hablar ya con Jorge.

Hemos podido conversar largo y tendido sobre nuestros problemas, y sobre ti, León.

Nunca te olvidó. Se marchó para que mamá descubriese a aquel hijo maravilloso que tenía entre sus brazos olvidado.

Se marchó para amarte desde la distancia.

No se casó, no tuvo hijos.

Su vida se basaba en vivir en la calle de la caridad.

Porque Jorge perdió todo lo que tenía.

Desahuciado, se marchó a vivir a una caja.

Y su corazón empezó a fallar.

Pensó en llamarte, en recurrir a ti de otra forma.

Él solo esperaba un milagro.

Y parece que tú has alegrado el mundo.

Has alegrado su día.

Has alegrado mi día.

Y estoy segura que incluso el día de tu madre, que estará mirando desde el cielo.

Creo que es un buen momento para cerrar de una vez por todas este diario.

Y empezar, una nueva vida.

Te echaré de menos desde aquí.

Pero ten por seguro que muy pronto estaré contigo.

Mil besos y abrazos: Sara