Querido diario:

El batir del viento hace que las hojas golpeen contra la ventana de mi habitación. Un número que debes recordar: 123

Tan numérico, tan perfecto.

Incluso a veces, mi pierna se vuelve feliz por ello.

Hoy empiezo rehabilitación.

No será nada fácil, tengo que asumirlo.

Tengo miedo.

Ansia.

Desesperación.

Estrés.

No pego ojo.

Todo me da miedo ahora, como si hubiese vuelto a ser un niño.

Aunque, a decir verdad, incluso ellos son más valientes que yo.

No es fácil ser mi persona, ¿verdad?

Tan duro a veces, tan incómodo.

Tan dramático a la par que mero fantaseo.

Fantoches e ilusiones del pasado mezcladas con ron.

Todo hace que se curen mis heridas.

¿Crees que volveré a ser feliz?

¿Que alguien se acercará a mí con un “te quiero” entre sus labios?

Yo más bien lo dudo, diario de mamá.

Nadie me quiere.

Nadie me quiso.

Y por regla de tres, no sabré querer a nadie; ni nadie me querrá.

Porque soy un desterrado del Jardín del Edén.

Y estoy deseando reencontrarme con mi Julieta.

Shakespeare me dio la vida y mi voz.

Y ella me robará el corazón.

Buenas noches.