Querido diario:

Jorge ha acudido al hospital de urgencia.

Necesita un trasplante de corazón.

¿Qué hacer, qué hacer? No hay alternativas.

Los corazones no se pueden regalar.

Jorge está en aquella sala, abandonado a su suerte.

En el fondo, peor para él.

En el fondo no me importa.

En el fondo le echo de menos.

En el fondo, mi vida es menos miserable que la suya.

En el fondo le aprecio, le admiro. Y su forma de vivir la vida ha sido dura y necia, pero todos merecen un perdón.

¿Qué hacer, qué hacer?

Sara tampoco lo tiene claro.

Ella está desconsolada con sus cosas.

Su padre ha muerto, y su madre la reclama que vaya con ella.

Yo no puedo dejar de hacerla feliz.

¿El destino quiere que muera por Él?

Lo desconozco.

Pero en el fondo, no sería una mala situación.

Sería bonito vivir en el interior de mi hermano.

Vivir como el corazón sano que nunca tuvo.

Y ver cómo vive su vida.

Y si echa de menos a mamá…

Y si sigue los pasos de Él…

O si echa de menos a su hermano gemelo, aquel que nació con él, y pareció estar olvidado eternamente.

Hermanito, si estás leyendo esto, quiero una respuesta. Ayúdame a resolver estas dudas, por favor.

Buenas noches.