Querido diario:

Hoy ha estado lloviendo; la lluvia cae sobre el tejado gris de la casa de mi vecina, esa que tiene un gato. Estoy alargando las cosas demasiado: me han detectado un posible cáncer en la sangre. Todos los síntomas cuadran, todo parece apuntar a ello. Tengo miedo, y frustración. Dicen que en unas semanas me harán otra prueba, y será definitiva para confirmarlo.

Ya creo que no levantaré cabeza.

Los profesores del instituto han acordado que me dé unos días libres. Me huelo lo peor. Mis alumnos me odian, ellos me odian. Todo el mundo me odia.

En su día quise ser popular, ¿pero a qué precio? Ahora estaba amargada, y sola. Completamente sola. ¿La amistad y el tener montones de grupos de gente me habrían ayudado en este momento?

No, porque solo quieren tu felicidad, pero cuando les interesa.

He vuelto a abandonar a Rosa. Hoy me han llamado del hospital; ya había empezado a comer. Me pierdo los mejores momentos de su vida; igual que me los perdí con la de Jorge.

Porque no podía ver a mi hijo.

Estaba presa en una cárcel de soledad. Y sigo estándolo.

Las amapolas han muerto; y las golondrinas huyen de la ciudad. ¿Te hablé de las golondrinas el otro día? No lo recuerdo. Es más, hablo con demasiada gente a lo largo del día.

Mis recuerdos son esa gente.

Puedo hablar con Jorge; con quien quiera. Pero ellos no van a regresar.

Y mis recuerdos acabarán muriendo.

Al igual que murió Jorge.

Todo acaba en Jorge, porque con Jorge morí.

Y antes de que él naciera ya estaba muerta por dentro, porque el hombre de mis sueños había empezado a transformarse en Bestia; y no al revés.

Vuelvo a llorar, y las pastillas no parecen hacer efecto esta vez.

Porque en verdad, yo no tengo depresión; solo estoy falta de cariño. Cariño que solo saben darme las personas a las que más quiero.

Y ahora mismo, solo queda una, y está en el hospital.

Tengo que preparar el cuento para Rosa, ¿qué me recomiendas, pequeño diario? Había pensado en Caperucita Roja. Siempre sonreía con ese cuento.

Siempre sonreía, hasta que dejé de sonreír.

Y es por eso, querido diario, por lo que me iré a dormir más pronto hoy. Por saber si mañana seré feliz de una vez por todas.

Aunque, no sé para que me esfuerzo en ello.

Si en verdad, siempre seré una amargada.

Y estaré sola.

Sola, como estuvo Jorge.

Buenas noches, diario.