Querido diario:

Mi vida se basa en la soledad ahora mismo. La soledad y la oscuridad.

Mi corazón ha muerto tras las últimas nuevas.

“Hombre pierde la vida en accidente de tráfico”

“El hombre se hacía llamar Robert García. Tras unas fuertes lluvias en estos últimos días, el hombre perdió el control de su vehículo, y golpeó así a otro móvil. Tras este primer impacto, un gran tráiler no se percató de la situación y colisionó contra los dos automóviles. No ha habido más muertos. Los otros 2 conductores se encuentran hospitalizados a espera de resultados”.

¿Sabes lo que es la soledad, querido diario?

Me siento muy bien ahora mismo. Me siento viva.

Me siento.

Me siento incapaz de respirar de nuevo.

Porque mi única esperanza de vida se ha evaporado.

Y la oscuridad invade el cielo, como invade mi vida.

¿En algún momento he hecho algo que no debía? ¿Es eso, querido diario?

Yo lo quería. Teníamos planes de futuro, ¿sabías? Teníamos tantas cosas pendientes.

Tantos futuros perdidos que me han hecho olvidar el presente.

Aunque más bien debería llamarlos futuros muertos.

Como su cuerpo, como el de Jorge. Como el de todos los que me rodean.

Tengo claro que voy a empezar otro bote de pastillas.

No me importan los médicos.

No me importa mi vida.

No me importa la intoxicación.

No me importa nada.

Porque lo único que me importaba se ha ido.

Incluso en su día, aquello que era lo que más quería también se fue para no volver.

Porque Jorge no ha vuelto, querido diario.

¿Te he contado ya que está muerto?

Murió. Murió como Robert. Murió como Él. Y ha muerto como yo lo haré.

Porque tengo claro que la vida para mí no existe ya.

La leucemia no me da miedo ya.

La soledad me da miedo; la oscuridad me aterra.

Y las pastillas magnifican mis ganas de llorar.

¿Qué tengo que hacer ahora, diario? ¿Mirar el vaso lleno? ¿Medio lleno? ¿Medio vacío? ¿Vacío completamente?

Yo no veo ningún vaso.

Veo todo lleno de pequeños fragmentos de cristales.

Como mi vida ahora mismo.

Porque mi vida se basa en las caídas y los tropiezos.

Y cada vez siento más que parezco una muñeca de trapo inservible, tirada en el fondo de un armario y olvidada para siempre.

Buenas noches.