Querido diario:

¿Me has confundido con Jorge? ¿Con el niño preferido de mamá?

Pues te equivocaste.

Soy un desterrado, una sombra que yace en la soledad. Un olvidado.

Porque parece que nadie sabe de mi existencia.

Ni siquiera mi propia madre.

¿Te han contado ya mi nacimiento? ¿Tampoco? Entonces tenemos mucho que contar.

Siempre he tenido cierta manía hacia Jorge.

Siempre él era el perfecto de la familia.

Siempre él era el que recibía los afectos de mamá.

Siempre él era el que tenía el cariño de todos, mientras el hermano ignorante y necio era castigado en la habitación de al lado.

Porque mis súplicas no hacían efecto.

Ni mis llantos.

Ni mis palabras.

Ni nada.

¿Sabes lo que es nacer con tu hermano?

Nacer y ver cómo tu madre no te recibe en sus brazos.

No te acoge.

No te quiere.

Y es por esto, diario de “mamá” que estoy enfadado.

Y triste.

Y solo.

Porque todos necesitamos nuestro pedacito de amor.

¿Pero a qué precio?

Jorge no tenía un precio.

Jorge era el niño de la familia.

Jorge era mi hermano y lo quería.

Pero Jorge era mezquino.

Como Él.

No haré despedidas tan largas como esta vez, pero que sepas que ahora será el momento de hablar cara a cara con el destino.

Buenas noches.