Querido Alan:

Todo era muy confuso.

Un día me insultaste y al siguiente me pedías disculpas.

Todavía te quería. Tantos años de amistad no se olvidan.

Hasta que dijiste que me alejara de Max y su grupo, que no me convenía.

Claro, ¿y a ti sí?

Eso querido amigo, era hipocresía.

Y la hipocresía en una persona es detestable en grandes maneras.

Me enojé, te exigí que si yo me alejaba de ellos, tú también lo harías.

Te rascaste la cabeza y me miraste triste.
No ibas a hacerme caso.

Pues yo tampoco lo haría contigo.

Algo dentro de mí se rompía cada vez que que me rechazabas.
Cada vez era menos soportable.
Cada vez me sentía más sola.
Cada vez te quería más cerca.
Cada vez... te extrañaba.

Y es que a pesar de todo, te seguía queriendo.

Aún lo hago y supongo que siempre lo haré. Es inevitable.

¿Qué me hiciste?

Siempre tuya:

Amelia.