Epílogo
Mew sonrió complacido. El crepúsculo se abría sobre el valle nevado y la Luna Llena brillaba ya en todo su esplendor. Jugaba distraído con un cuaderno de cuero negro, que de tanto leer sus amarillentas hojas ya sabía de memoria, mientras miraba hacia el bosque de pinos altos que empezaba cerca.
Miró a sus dos perros de búsqueda y volvió a sonreír. Sacó un trozo de tela de entre sus ropas y lo acercó a los animales. Uno de ellos olfateó el aire de repente.
Mew volvió a sonreír.
— Sé que estás cerca, Gulf. — dijo. Miró el cielo y suspiró.
Un sonido próximo a ramas rompiéndose hizo que los perros se alteraran. Mew se cercioró de que las correas estuvieran bien atadas al árbol y caminó en dirección al sonido que ahora volvía a escucharse.
Se sentía capaz de atravesar el bosque completo, solo y desarmado como lo estaba ahora, si hacía falta. Como lo venía haciendo los últimos seis meses, aún cuando la vieja herida de la pierna lo hacía cojear.
Pero esa vez no hizo falta caminar toda la noche.
Mew supo que Gulf estaba cerca incluso antes de verlo. Dio unos pasos cortos y se quedó quieto, esperando.
Un sonido extraño le llegó desde el sur. Sabía lo que significaba. El sonido de los huesos de un cambia formas al volverse bípedo y humano era único en el mundo. Cuando el lobo blanco completó su transformación detrás suyo, Mew se dio vuelta despacio.
—Ese diario que tienes en las manos...es de mi propiedad.—la voz humana de Gulf se volvía a oír después de mucho tiempo.
—Mi nombre aparece aquí más veces que el tuyo. Así que...eso lo hace de mi propiedad.— los ojos de Mew no pudieron evitar clavarse en el cuerpo desnudo de Gulf.
— ¿Por qué...estás aquí? ¿Por qué me has estado rastreando todo este tiempo?
—Porque...soy un cobarde...
Gulf evitó la tentación de mirarlo pero no pudo evitar que todo su cuerpo se estremeciera ante la dulzura de aquella voz.
— Soy un cobarde por haberte dicho lo que te dije aquel atardecer en el parque, soy un cobarde por haber huído después de que me curaste, soy un cobarde por haber desertado y por no querer ser parte de ninguna guerra. Y soy un cobarde por no animarme a amarte cuando tuve la oportunidad...
— ¿Cómo está tu pierna?— la voz urgida de Gulf buscaba cambiar de tema.
— No tan mal. Me ha permitido escapar después de que deserté y me ha permitido también seguirte el rastro.— dijo Mew complacido, sintiendo que aquel cuerpo desnudo sería su perdición.
Gulf sonrió pero no apartó sus ojos del camino.
—¿Por qué no me miras?
—Porque te fuiste sin decirme nada...
—Lo siento. Estoy arrepentido...
—Y porque la primera vez que te miré a los ojos me dijiste que no hay lugar en este mundo para un cambia formas como yo. Y la verdad es que...
Pero Gulf no pudo terminar la frase porque cuando alcanzó a darse cuenta los labios de Mew estaban sobre los suyos y lo besaban apasionadamente.
—Te ofrezco el mejor lugar del mundo para que vivas, cambia formas: mi corazón.— susurró Mew y se mordió el labio, antes de besarlo otra vez.
Y la luz de una inusual Luna Llena los cobijó esa noche y todas las noches siguientes a esa...
A veces, cuando un cambia formas se enamora de un humano, la historia puede acabar bien...
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