Querida Martha:

Te escribo estas líneas para agradecerte todo el apoyo que me has dado durante todos estos años, sin los cuales, mi vida no hubiera tenido sentido. Para mí, siempre fuiste y seguirás siendo una mujer perfecta. También te escribo para despedirme. Lamento no haberlo podido hacer en persona, pero no tenía el suficiente valor para mirarte a los ojos. Sé que este último año ha sido especialmente difícil para ti, para ambos. Pero debes saber que nada de esto ha sido tu culpa, ni la de nuestro hijo, que en paz descanse. Aquella vez que te golpee me hizo pensar que algo dentro de mí estaba mal, puesto que nunca antes lo había hecho. Así que fui a buscar al doctor que realizó el transplante, pensando en que quizá esa sería la causa. Le confesé que tenía curiosidad de quién había sido el donador de mi corazón y brazo derecho. El se me respondió que habían sido de un preso llamado Héctor Padilla, alias "el Jano", el cual había muerto en prisión ahorcándose con las sábanas de su cama de celda. Para mí ahora era claro. La maldad de aquel criminal había sido transferida a mí en el momento que recibí esos órganos. Por eso, con el fin de protegerte de esa maldición he decidido separarme de ti formalmente. Los papeles del divorcio están en orden en este mismo sobre. Aún no sé a dónde iré, pero si te puedo asegurar que ya nunca más me volverás a ver. Cuídate mucho y sigue adelante.

Con amor, Víctor.

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