15 de octubre de 2025
Salir fuera de casa nunca había sonado tan bien. El abandono de mi empleo constantemente es tema de discusión para ella. Siempre que la veo suele preguntarme si ya conseguí trabajo nuevo, o que cuando voy a empezar a trabajar, o me reclama que ya no puede seguir manteniendo la casa ella sola, o que deje de estar bebiendo y fumando todo el tiempo, que así nunca voy a conseguir un buen trabajo como el que tenía, que por qué tenía que renunciar, ¡Arg! Parece cuento de nunca acabar. Y sinceramente, ya me sacó de quicio. Ahora nunca dejamos de insultarnos con todo tipo de palabras altisonantes. Hemos perdido el respeto entre nosotros dos a un grado que jamás creímos alcanzar. Incluso a mi hijo le ha tocado escuchar y recibir ofensas de todo tipo, lo que lo ha hecho pensar seriamente en mudarse de casa. Hasta los vecinos han venido de vez en cuando a asegurarse que todo vaya bien. Las peleas en la calle tampoco son raras, sólo que éstas duran menos para evitar llamar la atención de los curiosos. Hemos durado sin hablarnos durante días e incluso semanas. Es increíble que con tanto caos no consideremos la posibilidad del divorcio. Aunque puede que más bien sea que ninguno de los dos se ha atrevido a mencionarlo. Quizá ninguno de los dos lo desea, o no hemos llegado lo suficientemente lejos para considerarlo.
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