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Toca Fondo

Tras dormir en su cama onírica, Madotsuki despertaría a la mitad de unas escaleras.
Hay un silencio incluso más abrumador que el del Bosque, haciendo que este sitio se sienta como un abismo interminable.
Las escaleras pálidas y rígidas parecían huesos secos y sin vida que te guiaban hacia tu perdición.
Miles de manos tambaleantes se extienden desde las profundidades como si buscaran desesperadamente ayuda y consuelo.
Como si se arrepintieran a gritos de haber descendido, advirtiendo a Madotsuki de no continuar el camino.
Las almas se pierden en lo más bajo de las escaleras y no hayan un escape a su salvación.
Condenadas a vivir eternamente en desesperación y desolación en un destino que ellas mismas eligieron.
Madotsuki se dirige hacia ese mismo final y ella lo sabe.
Conoce lo horrible que será y sabe que se arrepentirá si continúa, que no habrá una forma de volver una vez que llegue hasta lo más profundo.
Ella aún se encuentra a mitad del camino, no es tarde para retractarse y volver atrás.
Aún tiene una esperanza, aún puede poner su esfuerzo en pos de conseguir un futuro deslumbrante.
Pero... Madotsuki ya ha renunciado a cada sueño y...
Subir las escaleras cuesta más que bajarlas.
Ya que está aquí, ya que ha sufrido tanto y ha renunciado a tener un final feliz.
¿Por qué simplemente no acaba de tocar fondo?
A estas alturas, su destino le importa tan poco como el qué será de su vida.
Además, si realmente es tan terrible lo que le ocurrirá eso significa...
que finalmente va a tener un verdadero motivo para sentirse mal y desgastada.
Madotsuki ya es infeliz y no necesitó de un pasado desdichado o un ambiente estresante para serlo.
Su propia mente ha sido la causa de su sufrimiento...
Claro que... Ese dolor que siente no es comparable al que sienten muchas otras personas en el mundo que sí tienen motivos reales para querer morir.
Es por eso que ella no tiene derecho de decir que se siente mal y mucho menos de ir a terapia.
Porque ella no sabe lo que es el verdadero sufrimiento...
Simplemente es una patética persona extremadamente fatalista sin alguna razón...
Y nada le avergüenza más que saber que hay personas en situaciones deplorables que pese a lo desfavorable que ha sido su vida han decidido no rendirse y seguir adelante.
Mientras que ella, estando saludable, bien alimentada, criada en un buen ambiente familiar, con amigos que la apoyaban y sin haber pasado por ningún tipo de abuso... ya se ha rendido.
Por tanto, decide seguir bajando por las desoladas escaleras en busca de una verdadera razón para sentirse desgraciada.

Al llegar a lo más bajo se encuentra con un sótano donde hay un pasillo y un ascensor.
En el pasillo hay unas enormes llamas de fuego que impiden el paso, así que Madotsuki se dirige al ascensor.
Cuando sale de ahí llega al Centro Comercial.
Madotsuki se siente amenazada ante tantas personas por lo que este lugar tan sencillo se vuelve para ella una máquina de ansiedad.
El sitio se vuelve a sus ojos un lugar deprimente y oscuro, con paredes de mármol azul apagado y un suelo negro y absorbente.
Aquí puede oír los imponentes y ruidosos pasos de la gente que anda por ahí.
Las personas hacen ruidos extraños que molestan e intranquilizan a los oídos de Madotsuki.
Probablemente ellos son sólo gente normal teniendo conversaciones normales.
Pero para la joven, lo normal es una amenaza y las multitudes un infierno.
Ahora que está en un lugar tan profundo, su paranoia incrementa y la ansiedad se vuelve un sentimiento más común.
De repente los pasillos del local se vuelven laberintos para ella.
Un lugar extraño del que no puede regresar.
Entonces nota que está completamente sola, en un inicio no le importaba y era incluso un alivio y bendición.
Pero ahora que está rodeada tiene miedo.
En un lugar cerrado, con poca luz y personas desconocidas cualquier cosa puede pasar.
Así que la mente de Madotsuki vuelve a todos los presentes sus actuales enemigos de los cuales debe cuidarse.
Empieza a observarlos a todos con sospecha y temor, asegurándose de que ninguno trame hacerle algo.
Sin embargo, ninguno de ellos tiene verdaderamente malas intenciones.
Es más, nisiquiera les interesa en lo más mínimo la presencia de Madotsuki.
Ella es solo otra persona más en este Centro Comercial, al igual que el resto.
Pero la joven no cae en cuenta.
Está abrumada por tanto ruido y por tantas caras nuevas.
Así que va a una habitación que le resulte más segura, solitaria y silenciosa.
Donde pueda estar tranquila.
Tras un poco de búsqueda apresurada logra hallar la forma de ir a la parte de arriba.

Entonces, llega al techo del edificio, donde se puede ver el cielo que lo ilumina todo y hay una vista perfecta de la gran ciudad.
Pero lo mejor de todo, no hay nadie más que un gatito negro.
Así que Madotsuki decide tomarse un respiro sentándose al borde del edificio.
Allí observa el resto de miles de edificios y casas que rodean al Centro Comercial.
Todas las personas que vió anteriormente, vienen de un lugar y van a otro.
Cada una tiene una razón distinta para estar aquí, pero todos parecen bastante seguros de lo que buscan y de qué harán después de encontrarlo.
En comparación Madotsuki vino aquí sin ningún motivo, no sabe de dónde viene, no sabe a dónde va y nisiquiera está buscando algo en primer lugar.
Probablemente ellos ven el mundo como lo hace la gente normal.
Mientras que la joven no puede ni imaginar cómo sería ver el mundo con esos ojos.
Ella sabe que cada quien tiene sus propias perspectivas y formas de ver las cosas.
Pero al menos, según lo que ella puede notar, ninguno de ellos se halla perdido y sin propósito.
Ahora que Madotsuki ve tantos hogares se pregunta, qué estará haciendo cada persona, qué estarán pensando, qué es lo que desean.
Ella piensa que todos son gente con potencial, con características que los hacen únicos y las cuales si ellos desean pueden aprovechar.
Ella realmente aprecia a cada ser humano sin importar sus gustos, defectos ni absolutamente nada.
Claro, excepto ella.
En estos momentos, Madotsuki sólo desea volar y ser libre de las restricciones que impone la vida.
Ella quiere vagar por el mundo haciendo felices a todos sin un rumbo ni dirección fijos.
Pero nadie puede hacer tal cosa.
Nadie puede cambiar su destino mágicamente como si de una bruja se tratara.
Todos esos sueños requieren trabajo y esfuerzo.
Es por eso que en algún punto te das cuenta... de que soñar no es tan bonito.
Además, son sólo sueños, no hay garantía de que ninguno se cumpla incluso si das todo de ti mismo.
Entonces, ¿por qué arriesgarse?
Es preferible dejar que las estrellas caigan y quedar de brazos cruzados mientras lo hacen...
Aunque quizás ella sólo esté siendo perezosa...
Qué más da...
Eso no importa.
Nada lo hace.

Madotsuki voltea la mirada hacia el gatito que estaba sentado cerca.
A ella le gustan mucho esos animales.
Disfrutan de la soledad y suelen tratarla con desprecio, como debe ser.
También le recuerdan a una cierta faceta de su pasado... Cuando lo único en lo que pensaba era en su futuro y tenía bien marcada cuál era su meta en la vida y cómo conseguirla.
En esos tiempos se esforzaba por cumplir su mayor sueño, uno muy egoísta.
Y no le importaba qué tan cruel fuera el método que tuviera que emplear, lo haría con tal de lograrlo...
Los gatos también suelen ser despiadados y usan técnicas como la manipulación para obtener sus objetivos.
Además, ¡son tiernos!
Aunque incluso ellos, son animales independientes.

Luego de ese rato de calma, Madotsuki se propone regresar al Centro Comercial para encontrar alguna forma de seguir avanzando.
Ya no le teme tanto a las personas, sin embargo, sí a lo que piensan.
Mientras camina, la joven se cuestiona si su forma de caminar es normal e intenta observar disimuladamente cómo lo hace el resto.
Intenta copiarlos, pero lo hace tan mal que prefiere seguir haciéndolo como siempre lo ha hecho.
Ella no está segura de si su vestimenta es la más adecuada, hace todo lo posible por no mirar a las demás personas porque no desea cruzar miradas accidentalmente.
De todas formas ya no puede cambiarse de ropa, pero igualmente espera que todos piensen lo peor de ella.
Rápidamente, vuelve a escapar de la multitud entrando a una pequeña habitación con un pozo lleno de sangre, un sillón aparentemente muy cómodo y un póster extraño en la pared.
Allí hay otra persona, pero Madotsuki no le da mucha importancia.
Decide sentarse en el sillón a descansar mientras observa la sangre corriendo.
Eso le recuerda al momento en que se convirtió en una señorita, cuando la flor roja abrió sus pétalos.
A diferencia de cómo suele ser la reacción de las jóvenes que les sucede por primera vez, ella se mostró indiferente aquel día.
La verdad le daba igual si su cuerpo le anunciaba que estaba creciendo.
La adolescencia no era un impedimento para seguir siendo la misma de siempre.
No tenía por qué cambiar o adaptarse a los gustos de los demás y le daba igual lo que el resto pensara de ella siempre y cuando fuera feliz.
Pero... ¿Hasta qué punto era realmente feliz?
Bueno, comparado con ahora ese fué de sus mejores momentos...
Era alguien segura de sí misma, con convicciones a las que se aferraba con fuerza y con una meta que no abandonaría.
Era alguien con futuro.
¿Qué fué lo que pasó para que terminara así?
No lo recuerda, y probablemente sea algo que no quiera recordar.
Algo que decidió desterrar al olvido junto con todo su pasado para volverse lo que es ahora.
Darle vueltas a ese asunto, sólo le trae una mala sensación a Madotsuki.
Se siente aterrada ante la idea y no es normal que un recipiente vacío se asuste de tal manera.
Por ende prefiere no pensar en ello.
De repente, la otra persona que estaba ahí presente, Tokuto, inclinó su cabeza y dejó caer un líquido rojo que tenía sobre ella hacia el suelo.
Madotsuki sentía que él le trataba de decir que estaba perdiendo la cabeza.
Que solamente se preocupaba de más y no debería pensar tanto.
Quizás tenía razón, pero como con el resto de consejos que le han dado, no le hizo caso y decidió volver a buscar una forma de salir del Centro Comercial.

Mientras más andaba por los pasillos de este sitio, más iba perdiendo la cordura y toda esperanza.
Lo peor es que su mente sólo trataba de atrasarla con más pensamientos absurdos.
Afortunadamente, esto es sólo un Sueño, y no recordará ninguno de esos pensamientos o si acaso sólo detalles, ¿verdad?

En algún punto, Madotsuki escucharía una melodía provenir de otra habitación.
Al llegar ahí se encontró a un Señor produciendo música y ella decidió sentarse a su lado para disfrutarla.
Las notas musicales canalizaban los pensamientos de la joven, no los bloqueba pero sí la ayudaban a liberarlos y sentirse expresada.
Con ello además, podía sentir tintes de alegría que le daban energía.
Sí, eso era justo lo que necesitaba para seguir avanzando, música.
En ese instante, Madotsuki obtuvo un nuevo efecto, la capacidad de tocar de forma sencilla una Flauta.

Gracias a esto, los sentimientos de la joven se transformaron en melodías las cuales la hacían sentir emocionada.
Es más fácil aclarar los pensamientos cuando se transmiten con la música.
Además, hacía tiempo que no sentía una leve caricia de felicidad que la motivara a seguir adelante.
Sí, ella sabe que en cuanto deje de tocar, su mente se volverá oscura nuevamente.
Pero mientras pueda hacerlo, iluminará y explorará tranquilamente sus ideas con la música.
Finalmente Madotsuki había hallado una pequeña esperanza en este laberinto desconcertante y podía continuar caminando en busca de una salida sin prestarle atención a su entorno ni las personas que la rodean.
Su flauta era como una herramienta que la envolvía en una burbuja de ignorancia y despreocupación mientras sus emociones y pensamientos se volvían notas musicales que iban coloreado su camino y envolviéndola en su propio mundo.
Eso sí, no podía depender mucho de esto, porque expresar tantas emociones podría desgastarla si se hace en exceso y sería más doloroso el golpe de realidad cuando la burbuja sea reventada y los mismos colores que ella pintaba se vuelvan sus propios acusadores.

2/24 Efectos.

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