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Patética Rana

Madotsuki se acerca a la primera puerta, una verdosa y con aires naturales.
Al entrar a su interior llega al Bosque, enorme e imponente.
Aquí se encuentra con una babosa rosa sonriente que la mira fijamente.
Desde la boca de la extraña criatura descienden sus palabras en forma de un ácido fosforescente.
"¿No se te ocurre nada?" le dice el ser.
A Madotsuki no se le ocurre nada, sólo se queda callada, incluso si algo se le ocurriera probablemente no sería una buena idea.
La jóven no se siente bien estando aquí, así que se aleja de la babosa, pero sus palabras ácidas la persiguen, cayendo como una cascada rosada encima de su cabeza.
La presencia de la babosa se quedó incrustada en su mente, nunca olvidará que no pudo responder a su pregunta.
Sabe que la babosa no tenía malas intenciones, pero le hizo darse cuenta de algo.
Madotsuki no es alguien ingeniosa.

Mientras le sigue dando vueltas a este asunto, lamentándose por carecer de ingenio, se encuentra otra de esas criaturas.
Esta parece un tanto aburrida y hay un enorme silencio incómodo...
Madotsuki debe romper el hielo, no le gusta la idea de que los demás se sientan incómodos a su lado.
Pero la inexistente conversación ya se encuentra estancada, incluso si dijera algo seguro sería estúpido.
Decide alejarse, pero el silencio que le regaló a la babosa la persigue y penetra en su mente en forma de un extraño líquido.
Sabe que la babosa no tenía malas intenciones, pero le hizo darse cuenta de algo.
Madotsuki no es alguien carismática.

Mientras se continúa castigando por ser alguien con la que es difícil conversar, se encuentra otra babosa.
Esta parece querer moverse, pero como las demás permanece inmóvil.
Madotsuki decide ayudarla cargándola, después de todo se nota que no pesa mucho y cualquiera podría levantarla.
Sin embargo, los brazos de la joven tiemblan al intentarlo y al instante se rinde.
Al igual que con el resto, se aleja, pero el hecho anteriormente ocurrido sigue en sus recuerdos reproduciéndose una y otra vez.
Sabe que la babosa no tenía malas intenciones, pero le hizo darse cuenta de algo.
Madotsuki no es alguien fuerte.

Mientras camina por el bosque, casi puede empezar a sentir cómo los mismos árboles la juzgan por lo insignificante que es y entonces, antes de darse cuenta, se halla frente a otra babosa.
Esta es mucho más lisa que el resto, su cuerpo está tan limpio y plano que incluso se puede ver el reflejo de la joven.
Madotsuki se mira cuidadosamente en el "espejo" que tiene al frente.
Entonces, su respiración se acelera y los latidos de su corazón se vuelven más fuertes de forma repentina.
Ella no reconocía a la persona que estaba en su reflejo, su sonrisa era macabra y su mirada la dejó en un estado de confusión.
Un miedo intenso se apoderó de su ser y apartó la mirada rápidamente.
Trató de calmarse apreciando la belleza de los árboles que la rodeaban.
Sin embargo, el bosque que llevaba recorriendo todo este tiempo ya no parecía el mismo.
Se sentía como el primer momento en que entró a explorarlo.
Un mundo extraño y desconocido abrumado por un silencio denso y una oscuridad amenazante.
Ya no sabía en dónde estaba.
Prefirió entonces desviar la mirada a sus manos, pero estas extremidades ya no se sentían suyas.
Madotsuki estaba fuera de su cuerpo, desprendida y desorientada.
La paranoia se hizo presente y tuvo la sensación de estar atrapada y ser observada.
Todo se había vuelto un enredo.
Pero de alguna manera consiguió respirar y calmarse.
Tras esta mala experiencia decidió ignorar lo sucedido, se armó de valor y se miró una vez más en el "espejo" para que esta vez su cara se volviera una de desprecio.
Ella sencillamente no quiere seguir viendo a alguien tan horrible quién además la mira con ojos de pesadilla, así que pasa de largo y continúa con su camino.
Sabe que la babosa no tenía malas intenciones, pero le hizo darse cuenta de algo.
Madotsuki no es alguien bella.

Finalmente y ya acomplejada, se topa con una última babosa. Esta es la más diferente, no es rosa sino morada y sus ojos son amarillos. El líquido que cae por su boca es verde y por alguna razón, Madotsuki siente que la está mirando con amargura.
Ella se siente identificada con la criatura, y sin necesidad de que ocurra algo más, ella misma concluye en el hecho de que no es alguien dulce, amable ni mucho menos agradable.
Probablemente esto sea lo que más le haya afectado de las demás cosas que descubrió.
Así que como con el resto, se marcha perturbada.

No está segura de las intenciones de esta última criatura, pero su mente sólo recordará la similitud entre los ojos amargos de la babosa y los de desprecio que vió en su reflejo.
Esos ojos que a cualquiera le darían miedo y le harían sentir desgraciado.
Unos ojos fríos y penetrantes que no tienen piedad.
Incluso Madotsuki se sintió amenazada por su propia mirada.
Podría hasta asegurar que un escalofrío estremecedor recorrió su cuerpo en el instante en que sus ojos se clavaron en los de su reflejo.
Es una persona que en cuanto la miras, sientes que no trae nada bueno.
Será eso lo que los demás piensan de Madotsuki en secreto...

Algo de paranoia se inserta en su ser, se convence de que los demás la ven como alguien aburrida, tonta, débil, fea y desagradable e incluso amenazante.
Mientras llega a esa conclusión, observa a una ranita que andaba saltando por ahí.
A ella le resultó que era un animal muy gracioso, que daba saltitos torpes de aquí para allá.
Era insignificante, risible y tonta. Daba hasta algo de lástima.
Madotsuki sintió pena por la ranita, las personas solían considerar a esos animales como aburridos y débiles, mientras que otros las veían como feas, desagradables o incluso atemorizantes.
Ella entendía a esa ranita.
Porque era alguien boba y sin sentido, generalmente todo lo que hace sale mal y las personas suelen verla como alguien graciosa por su enorme torpeza o por otra parte desagradable y rara. En algunas ocasiones asustaba a los demás con su mirada e inexpresión y en otras les daba lástima.
Qué patética, patética como una rana.
Madotsuki se acercó al pequeño animal y le acarició su cabeza. Entonces obtuvo un efecto y adquirió la capacidad de transformarse en una rana humanoide.
Aunque para ella es innecesario usar esa habilidad, porque después de todo... ella ya es una rana.

Madotsuki siguió caminando, ahora se sentía repugnante.

En cierto punto de la caminata, halló dos pilares verdes y al atravesarlos se vió a sí misma en una pesadilla.
Ya no estaba en el tranquilo, solitario y silencioso Bosque, sino que, estaba en la Plaza de las caras.
Allí habían montones de rostros que la observaban.
Madotsuki intentaba ocultarse de las miradas, ella no quería que las personas tuvieran que ver algo tan patético como una rana.
Sentía vergüenza de sí misma y sabía que los demás sentirían lo mismo.
No quiere llamar la atención...
No quiere ser el centro...
No quiere estar frente a todos...
No quiere sentirse juzgada por tantos ojos al mismo tiempo...
En eso, Madotsuki vió como una Toriningen se acercaba corriendo a donde ella se encontraba.
Entonces tuvo miedo, en estos momentos no quería interactuar con nadie, quería que la dejaran sola.
Así que comenzó a huir de su encuentro.
Ella no quería continuar haciendo el ridículo frente a más personas.
No quería decir nada estúpido.
No quería incomodar al resto.
No quería hacer más movimientos torpes.
No quería hacer más caras bobas.
No quería seguir siendo descepcionante.
No podía permitir que nuevamente se le saliera uno de esos pensamientos que en su mente suenan normales, pero que al tratar de formularlos en palabras se volvían raros y absurdos.
Ella ya sabía que era alguien rara.
Aquellas cosas que le resultaban normales eran extrañas a los ojos del resto.
Ella ya sabía que era incompetente.
Aquellas cosas que todo el mundo hacía o sabía ella era incapaz de realizarlas o directamente no las conocía.
Ella ya sabía que era inútil.
No tenía ningún talento o característica especial que la hiciera destacar o ser de ayuda.
Ella ya sabía que era una fracasada.
Cada cosa que hacía terminaba mal y las pocas cosas que hacía bien eran hechas de mejor manera por otras personas superiores.
Ella ya sabía que era alguien irracional.
Cuando actúa suele hacer cosas sin sentido, extrañas, raras y que ni siquiera ella misma entiende por qué las hace.
Cuando las realiza se siente estúpida tras hacerlo, generalmente se pregunta miles de veces cuál era la necesidad de actuar de esa manera tan ridícula.
Ella ya sabía que era débil.
Pequeños detalles y comentarios dichos en broma pueden realmente afectarla con un grado de profundidad terrible. Ella no entiende por qué se toma tan en serio cada mínima palabra.

Ella no podía confiar en sí misma.
Ella sabía que fallaría de nuevo.
Ella sabía que no iba a encajar en el rompecabezas.
Ella sabía que no sería aceptada.
Pero no importó cuánto Madotsuki corrió, finalmente, fue alcanzada por la Toriningen.

En ese instante su mente se bloqueó, sabía lo que iba a pasar. Sabía muy bien lo que ocurría cuando interactuaba con otras personas. Sabía cuáles eran sus reacciones. Después de todo, ella era una rana.
Así que se encapsuló en sus pensamientos repitiéndose incansables veces lo patética que era.
Todo mientras era observada de forma extraña por la otra criatura la cual se preguntaba por qué Madotsuki no respondía ni reaccionaba.
La joven no tenía escape, estaba completamente atrapada.
Así que decidió pellizcarse y despertar para así escapar de la pesadilla. No era normal que un recipiente vacío sintiera genuino temor.

Para tranquilizarse un poco decidió tomarse un tiempo para escribir en su Diario de Sueños.
Así que tomó aciento y se centró en sus emociones para poder volverlas palabras y así conservarlas y nunca olvidarlas.

Diario de Sueños: Patética Rana.

He tenido otra pesadilla, fué demasiado horrible...
Una chica se acercaba a hablar conmigo justo cuando me sentía más patética y repugnante...
Tenía tanto miedo.
Supongo que no quería hacerle perder su tiempo hablando conmigo o tal vez sólo me asustaba volver a avergonzarme actuando de forma extraña...
Además, yo no quisiera conversar con alguien que seguramente no me entiende...
Y claro, no es su culpa. Después de todo ni yo misma me entiendo del todo.
Es normal que a una persona le resulte incómodo el hablar conmigo...
Porque yo no soy una persona normal... y tampoco soy alguien especial como para ser interesante.
Simplemente soy atípica.
Un alienígena en este mundo.
Y a las personas no les suele gustar interactuar con alguien diferente, desconocida y a la cual no entienden.
Tampoco es que les pueda aportar mucho...
No valdría la pena volverse mi amigo.
No soy alguien carismática, ingeniosa, fuerte, bella ni agradable.
Sólo soy patética.
Y la gente no se junta con personas patéticas.

Poniko.

Tras resumir y organizar sus pensamientos, Poniko sintió su mente aclarada, ya estaba lista para volver a adentrarse a su alma y perder su consciencia.

Así que rápidamente volvió a su cama y cerró sus ojos para dormir, tratando de olvidar lo sucedido y con la esperanza de que un mejor mundo le aguardaba en sus sueños.

Tras esto volvió a llegar a su habitación onírica, sin embargo, esta vez decidió no ir al Nexo, sino que se acostó nuevamente en su ahora irreal cama.

1/24 Efectos.

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