6. Ambición
Parte del trabajo que manejaban estos chicos parecía convertirse en buscar a más personas que tuvieran la necesidad de tener un trabajo, o algo así les habían explicado.
Por eso se encontraban en aquella esquina, de aquel callejón casi desconocido.
Habían estado ahí un par de veces en ese mes pero no se habían movido mucho, solo estaban allí en especificó mientras Jay les explicaba más sobre está parte del trabajo.
—Claro, no pueden hablarle de esto a cualquiera que se atraviesa, deben analizarlos primero —su voz era baja, nada parecida a la amistosa con la que normalmente hablaba, esta parecía algo tétrica— Si coincide con el perfil, se acercan y hablan con ellos, traten de averiguar que condición tienen y luego, pueden actuar.
Jimmy y Luis escuchaban atentamente, habían mejorado en muchos aspectos en estos meses que llevaban en esto, Luis aprendió a controlar su lenguaje corporal aunque a veces se escapaba de sus manos.
Y la situación en la casa Makarov había mejorado muchísimo, con el dinero que estos chicos ganaban se encargaban de las necesidades de la casa, mientras el dinero que traía la madre de Luis iba para los medicamentos de la señora de la casa.
Las cosas iban bien, sorprendentemente bien.
Antes de que siquiera alguno de los dos chicos se diera cuenta, Jay levanto la cabeza con una rapidez extraordinaria y dejo de hablar concentrándose en algo especifico.
El rubio y su amigo pelinegro compartieron miradas confundidas y antes de preguntar, Jay hecho a correr a una velocidad casi inhumana.
—¿Qué mier... —ante de que Jimmy pudiera terminar de hablar escucharon como se iban acercando las patrullas.
—¡La policía! —el grito de un chico pasando a su lado corriendo hace que vuelvan a la realidad.
Y cuando se miran alarmados, ven de nuevo a Jay acercándose y tomándolos fuertemente por los brazos antes de volver a correr mientras son arrastrados.
Cuando toman el ritmo, corren junto a Jay sin saber a donde van pero pronto dejan de escuchar las patrullas y llegan al callejón de los almacenes donde se han reunido un montón de veces.
Están en la entrada de aquel callejón por lo que aún visualizan la calle principal, y antes de que pudieran seguir con su camino aún más relajados, algo hizo que Jay se detuviera.
O mejor dicho, alguien.
Mateo Williams se encontraba con algunas hojas en mano y paraba cada tanto en algunas tiendas, no había cambiado mucho desde que dejo de relacionarse con los demás pero si parecía más agotado que antes.
Al momento en que Jay se detuvo hizo que los otros dos también lo hicieran y fijaran su mirada en el mismo lugar.
—Vaya, vamos a saludar —el castaño camino fuera del callejón y se dirigió a Mateo con una sonrisa amistosa.
El chico Williams no los vio venir pues estaba muy ocupado hablando con la señora dentro de la tienda e intentando demostrar porque deberían contratarlo, ante la negativa no tuvo más opción que salir de ahí pero se detuvo abruptamente al ver a los chicos.
En sus pensamientos tuvo la opción de alejarse e ignorar que había visto a los que habían sido sus amigos por un tiempo, sin embargo no hizo caso alguno al racional pensamiento y siguió caminando hasta tenerlos frente a frente.
Estás semanas habían sido realmente duras para Mateo y su abuela, el chico había perdido su trabajo en la feria y su abuela apenas conseguía trabajos de medio tiempo, necesitaban alguna salida.
Y en la desesperación, todo parecía ser una solución.
—Mateo ¿como estás? —el primero en hablar fue Jimmy— ¿Como te ha ido? Dinos.
Luis miro a su amigo intentando buscar en su mirada algo que demostrara que podía estar juzgándolos, desde que Mateo dejo de juntarse con ellos ese fue el peor miedo del rubio.
Ya había sido rechazado muchas veces.
En cambio, Mateo estaba cansado, tanto su postura como su mirada lo demostraron por microsegundos pero en cuanto hablo, sus ojos tomaron un brillo y se puso recto.
—Chicos, que sorpresa verlos por aquí —solto con una mini sonrisa— Yo estoy bien, aquí, intentando encontrar un trabajo —rio un poco intentando camuflar su pésimo estado de ánimo— Pero cuenten ustedes ¿como están?
—Hemos estado bien ¿seguro que tú lo estás? —Luis vuelve a direccionar la conversación al castaño oscuro, realmente preocupado porque haga una farsa y justamente a ellos.
Sus amigos.
Porque aún eran amigos ¿no?
—Estoy bien —se encogió de hombros— ¿A donde iban?
—Vamos a ir por unos batidos ¿quieres ir? —Jay hablo con su típica sonrisa, la confianza que desbordaba este chico era impresionante.
Mateo dudo, debía seguir yendo a cada lugar para al menos conseguir con trabajo y poder relajar a su abuela.
—No creo que pue... —casi no tuvo tiempo de hablar cuando Jimmy lo rodeo con su brazo y lo guió a caminar con ellos.
—Pero antes de ir debo pasar por donde mi jefe, vamos y luego salimos todos —Jay aprovecho la oportunidad y con un poco dudoso Mateo entraron al callejón dirigiéndose al almacén de costumbre.
Era poco decir que Mateo se sentía incomodo en el lugar, no sabía como comportarse allí ni con ellos.
Ellos venden droga —pensó tratando de alarmarse y soltar alguna excusa para irse.
Quien sabe que cosas más han hecho —eso si le dio un escalofrío.
Antes de poder pensarlo mejor o incluso actuar impulsivamente entraron al gran almacén, Mateo no pudo evitar mirar los alrededores y darse cuenta de cuantas cosas podían esconder ahí.
Definitivamente debía irse a casa.
Pero la curiosidad lo lleno y se quedo plantado junto a sus amigos.
—Por fin llegan —apareció el jefe y el único que lo saludo abiertamente fue Jay.
—Hey León, sucede que tuvimos unos percances, pero aquí esta el dinero ganado de hoy —saco del pequeño bolso que colgaba de su cuello los fajos de billetes dejando a un Mateo boquiabierto, los otros chicos ya estaban en el proceso de acostumbrarse a eso.
León lo recibió gustoso pero antes de poder contarlo, su mirada se fijo en el nuevo del lugar, soltó una sonrisa.
—Aquí hay uno más —dejo el dinero a un lado y camino con pasos pequeños pero firmes, miro a Jay y este de manera disimulada asintió— ¿Quieres un trabajo, chico?
Mateo abrió los ojos preguntándose de manera interna— ¿me habla a mi? Por supuesto que me habla a mi, soy el único nuevo aquí.
—Eh, yo no... —parecía ser el grandioso día nombrado "Interrumpan a Mateo" o eso pensó este cuando León lo interrumpió con una risa.
—Esto —tomo un fajo de billetes de cien y lo alzo para que pudiera verlo mejor— Podría ser tu paga con solo una entrega.
Los ojos de Mateo seguían los billetes mientras estos iban de un lado a otro en la mano del jefe de los demás chicos.
—Y todo lo que puedas imaginar puedes ganarlo si trabajas para mi —alzo dos fajos más y se termino de acercar, mirándolo fijamente a los ojos puso el dinero en las manos de Mateo quien fruncio el ceño— Es un adelanto si haces está entrega para mí.
Las miradas fueron a Mateo mientras los pensamientos del chico eran un torbellino.
¿Acepto? ¿Podría ser una oportunidad? Pero si entro ya no podre salir ¿o si? ¿Que hago?
—Acepto —su voz fue profunda al decir esas palabras, aún cuando en su mente sus pensamientos parecían querer acabar con él.
—Ahora si podemos ir por esos batidos.
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