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21. Familia

Las mañana son ruidosas pero no tanto como en la casa Makarov.

—Nika y Nicholas Makarov —pronunció Martha en voz firme haciendo que sus hijos se detuvieran de correteo y la miraran sin parpadear— ¿Se puede saber porque están corriendo a las cinco de la mañana?

—Es por el estúpido de tu hijo —musitó la chica rubia, cruzándose de brazos— Lleno mi habitación de arañas falsas y cuando me levante imagina mi sorpresa.

Nicholas se acerco a su madre con una sonrisa llena de malicia.

—Lo mejor es que no eran falsas.

Nika alzo las cejas con sorpresa antes de que su ceño se frunciera.

—Nicholas ¡te voy a matar a ti y a todas tus mascotas raras!

—¡Con mis animales no te metas!

Y siguieron corriendo.

—¿Era idea mía o Nika llevaba un cuchillo? —Luis apareció con ropa de entrenamiento y dio un beso corto a su esposa, está suspiro.

—Creo que si pero Nicholas no morirá tan fácil —se encogió de hombros para luego entrar a la cocina por el café que le estaban preparando.

—Por cierto, me llevare a Nicholas a las montañas.

Martha lo miro con las cejas alzadas.

—¿A las montañas? ¿Y que hay de Nika? Sabes que le gusta recibir el mismo entrenamiento que su hermano, no le gusta que la menosprecies.

—No la menosprecio, solo que su entrenamiento siempre será menos forzado que el de su hermano, debe entenderlo.

—Se enojara —le aviso y el rubio solo pudo asentir.

—Lo sé.

—Y romperá algo —aseguro la rubia.

—Lo sé.

—Y yo no comprare otra jarrón.

Se acerco a besarla.

—Te comprare una casa a cambio si quieres pero Nika no vendrá con  nosotros.

Ella se encogió de hombros.

—Te odiara.

—Odiara más a Nicholas y eso los hará tener una rivalidad para ver cual es mejor, eso me convence más.

Martha dándose por vencida ante la terquedad de su esposo solo se encogió de hombros restándole importancia.

Mientras tanto, en los cielos, literalmente, en el avión privado de la familia Tyson se encontraban estos con una postura demasiado rígida para estar solo ellos tres junto al personal.

—Notas perfectas —murmuro Camila y frunció sus labios pintados de rojo— Bien hecho.

Yaca Tyson, hijo único de Jay y Camila asintió sin decir una palabra ante sus padres.

El adulto saco de su bolsillo una tarjeta dorada para luego extendersela a su heredero.

—Digno de un Tyson.

—Siempre, padre.

—¿Nuestro próximo destino? —le pregunto Jay a su mujer y ella sonrió.

—No lo sé ¿alguna sugerencia?

En los galpones de entrenamiento de los Mattei se encontraban dos chicas dando todo de si.

—Más rápido —ordeno Jimmy mirando el cronometro.

Una de ellas soltó un ligero quejido.

—Necesito respirar —se detuvo pero la otra siguió trotando mientras sonreía.

—Kindsey —el pelinegro llamo a la chica quien se detuvo poco a poco con algo de frustración por el hecho de que la detuvieran, alzo ambas cejas cuando estuvo frente a él— Te estás forzando y tu cuerpo pronto decaerá.

—Dijiste que debíamos esforzarnos más —le recordó, cruzada de brazos.

—Ella, no tú —Kindsey rodó los ojos— Si sigues forzandote dejaras de entrenar por unos días.

Ella estuvo a punto de quejarse, pero no lo hizo.

—Vámonos Kim.

Pasaron a un lado de Jimmy, quien vio como las dos chicas se retiraron del galpón y así mismo entro su esposa.

—¿Día insoportable?

—¿Acaso con ellas algún día es soportable siquiera? —hablo él en tono cansado.

—Son demasiado insoportable juntas ¿no?

Asintió.

—Lo son.

En la familia Williams no podía ni haber una cena tranquila ¿no? Sin drama alguno.

—Sientate Yadiel —ordeno su madre, Aurora pero como en ocasiones recientes el chico no hizo caso alguno.

—Dejalo, es divertido ver su rebeldía —sonrió Mateo de manera irónica— ¿De verdad crees que conseguirás algo mientras te comportas de está manera?

—¿Y quien dijo que quería conseguir algo con esto? —refuto él.

—¿Ah no? —se burlo su padre— ¿No quieres libertad, Yadiel? ¿Respirar y hacer locuras sin que haya alguien que te diga lo que debes hacer? —hubo silencio.

—Está jodido —le murmuro Joel, el hijo menor a Zabdiel, el hijo del medio quien asintió divertido de la situación.

—Ciertamente, hermano.

—Sientate ya, Yadiel, deja el drama —le ordeno su madre con más firmeza, él la miro a ella y obedeció con lentitud.

—Así se hacen las cosas más fáciles, obedece y ya está.

Y cada día, ellos mostraban más la forma en la que el mundo del narcotráfico envenenaba sus corazones.

Pero eran poderosos.

Y eso era suficiente.

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