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2. Amigos

El niño Mattei caminaba por los pasillos de su colegio como si fuera lo peor que le podía pasar, ya casi no soportaba su vida ni los gritos de sus padres.

Por estar metido en sus pensamientos no pudo ver al niño que venía en su dirección mirando un mapa de las instalaciones intentando ubicarse y sorpresivamente chocaron cayendo ambos al suelo.

—Lo siento, lo siento de verdad —se disculpaba una y otra vez el rubio pero el pelinegro hablo con amabilidad.

—Tranquilo, no pasa nada —lo ayudo a levantar las hojas que había salido volando y se las entrego de manera ordenada— ¿Como te llamas?

Al rubio le tomo algo de tiempo responder pues al analizar al chico que tenía en frente solo pudo pensar —No es como yo— y sintió algo de temor, no quería ser rechazado.

—Luis, me llamo Luis —respondió como pudo.

—Oh, bueno Luis, yo soy Jimmy pero puedes decirme Jim —comenzó a caminar trayendo a Luis a su lado— Y dime ¿eres nuevo?

Solo pudo asentir.

—No tengas miedo, no es tan malo —lo ánimo Jimmy— Además, ya haz conseguido un nuevo amigo.

Luis sonrió y se dejo llevar por su nuevo amigo.

Y así comenzó la amistad entre estos dos muchachos, les aseguro que con muchos viajes a través de los años pero las cosas no serían fáciles.

Al momento de crecer se convirtieron en galanes de primera, muchas chicas detrás de ellos por su físico perfecto, las escapadas eran su rutina y disfrutaban como podían juntos.

La adolescencia soñada pero en casa todo iba de mal en peor.

—¡Como dices eso! —gritaba la señora Mattei con horror— Debes estudiar finanzas para así poder ayudar en la empresa.

—Me niego, nunca preguntaron que era lo que yo quería en mi vida, y ya estoy harto de hacer lo que ustedes quieren.

—Soy tu padre y harás lo que yo diga porque vives en esta casa —determino el señor Mattei algo alterado.

—¡Pues no! ya me canse de que me restriegues todo en la cara y si el problema es que viva aquí ¡pues me voy!

Su madre solto un jadeo impresionada de las palabras del joven pues, se notaba muy seguro pero la risa de su padre lo hizo fulminarlo con la mirada.

—No podrás sobrevivir allá afuera, eres un inservible y no harías nada por tu cuenta, todo te lo he dado.

La furia de Jimmy se incrementaba más con las palabras de su padre.

—No me conoces en realidad padre, soy capaz de muchas cosas que jamás veras.

Se movió a la puerta que daba a la salida con su madre siguiendolo.

—Jimmy, piensa muy bien en lo que haces, no habrá vuelta atrás —intento convencerlo.

—Si cruzas esa puerta dejaras de ser mi hijo ¡Jamás nos volveras a ver! —grito su padre.

—Estoy muy seguro de lo que hago —y con esas últimas palabras salió sin mirar atrás.

En casa de Luis, se encontraba él hablando con su madre, quien estaba ordenando lo que pudo comprar en comida, los años de trabajo estaban pasando factura y cada vez se encontraba más cansada, ahora con la señora mayor de la casa enferma de gravedad ya no alcanzaba el dinero que les proveía el trabajo de la mujer.

—Hijo ¿porque no invitas a Jimmy a cenar? Es un buen muchacho.

En todo el tiempo que el joven Mattei iba a casa de Luis la madre de este le tomo mucho cariño sintiendolo como un hijo más.

—No lo sé, ha tenido momentos difíciles con sus padres y no se si podrá salir hoy.

Para sorpresa de ambas personas se escucho unos golpes en la puerta principal, ambos sabían que no esperaban a nadie y Luis solo agrando sus ojos al darse cuenta.

Tomo pasos largos para abrir la puerta y confirmar sus pensamientos.

—Lo hice —le sorprendió un poco que su amigo tuviera una gran sonrisa en el rostro mientras hablaba— Le he dado frente a mi padre.

Luis solo pudo sonreír y abrazo a su amigo con felicidad, solo él sabía lo que Jimmy había pasado con su familia y le alegraba que al fin pudiera acabar con eso.

—¿Y que ocurrió? —pregunto entusiasmado— Dímelo.

La sonrisa del pelinegro perdió fuerza al recordar todo y solo pudo soltar en tono derrotado.

—Me fui de casa —la sonrisa de Luis también decayo y solo pudo invitarlo a pasar— Pero estoy bien, solo necesito pensar que haré.

—Puedes quedarte aquí todo el tiempo que quieras, Jimmy —la voz de la mujer tomo fuerza con esas palabras, los adolescentes la miraron y ella les dio una sonrisa— Eres parte de la familia, totalmente bienvenido.

Jimmy le regalo una sonrisa y solo pudo abrazarla mientras le agradecía una y otra vez.

—Bueno, ya sabemos que vivirás con nosotros así que ¡hoy habrá celebración!

¿A ustedes les gusta las ferias? Porque a mi si y a los amigos también, por ello cuando llegaron a la feria que organizaban las comunidades en esas fechas todo era risa entre ellos, sonriendo a las chicas que pasaban y retandose en varios de los juegos.

Caminaron de manera distraída luego de un rato, bebiendo del alcohol más fuerte que consiguieron y soltando pocas palabras pero muchas risas sin sentido.

Sin ver por donde caminaban, un Jimmy algo ebrio choco con un niña la cual cayo al suelo debido a la fuerza del choque, Luis no pudo evitar reír un poco pero el pelinegro se inclino para ayudar a la pequeña que estaba algo en shock.

—Lo siento, linda —Jimmy le sonrió y ella solo asintio yendose.

Ahí ambos soltaron sus risas, claramente estaban más ebrios de lo que admitirán alguna vez.

—Tienen suerte que esa niña no se soltó en llanto —escucharon la voz dirigida a ellos y no tuvieron que buscar mucho, pues quien les había hablado estaba frente a ellos, dentro de una de las carpas de juego.

—¿Y tú eres? —trato de soltar Luis con seriedad pero el enredo de sus palabras solo los hizo reir.

—Hola, soy Mateo —les extendió la mano y ellos se acercaron estrechandosela mientras sonreían con comodidad.

Y oh no, ya eran tres.

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