18. Haz caído
El amor corre por las calles de manera libre, solo que una castaña no quiere dejarse llevar por el.
—¿Crees que funcionara? —le pregunto Jimmy a Martha por sexta vez.
—A Zafiro le gustan los restaurantes, obvio le gustara el lugar, la cosa difícil es que le gustes tú —lo señala divertida.
—Luis, tú novia volvio muy chistosita —se medio quejo el pelinegro y entrecerro los ojos ante la risa de su amigo.
—A ver, no dijo nada que no fuera cierto —se encogió de hombros.
—No te quejes Jimmy, igual, voy ayudar en está cita sorpresa, tengo derechos hacer chistes —la rubia se burlo.
—Vale, ya —se alejo un poco comenzando a repasar el plan— Entonces tú la irás a buscar y la llevaras de sorpresa al restaurante, donde yo ya estaré pero esperare hasta que tú te vayas para sentarme en la mesa, tendremos una cena y todo saldrá realmente bien.
—¿En serio cree que todo saldrá realmente bien? —murmura Aurora hacia Mateo, están en una esquina del almacén.
—Él solo se hace ilusiones —le responde en voz baja, ambos ríen.
—Se que te burlas de mi, Williams —lo apunto sin verlo pero este igual se encogió de hombros, sin darle verdaderamente importancia.
—Y recuerda —hablo de nuevo la rubia— Si ella niega querer estar contigo ya la dejaras en paz, esa fue mi condición para ayudarte.
—Lo sé y así será si ella lo desea —afirmo Jimmy.
Que mentira.
Dos horas más tarde, Martha se dirigió con Zafiro para una cena en un restaurante lujoso.
—Ese novio tuyo —señalo la castaña — Casate ya y que nos mantenga a las dos, por favor.
La rubia solo pudo reír ante la ocurrencia de su amiga.
Ella quería estar para siempre con Luis pero, casarse ahora era muy pronto.
Se sentaron al confirmar la reservación y pidieron el menú, mientras Zafiro veía con detenimiento cada cosa que el restaurante ofrecía, Martha se preparo mentalmente para recibir los insultos de su mejor amiga luego de que se fuera.
—Voy un momento al baño, si quieres, puedes pedir por ambas —se levantó.
—Vale pero ¿tú quieres que...? —la pregunta quedo al aire cuando Martha no espero más y camino de prisa al baño, Zafiro frunció el ceño— Okey, eso fue raro.
Pasaron cinco minutos en los que la castaña espero a su amiga y cada vez era más raro que no volviera.
¿Qué está pasando?
Estuvo a punto de levantarse sin embargo una presencia detrás de su silla la hizo quedarse en está.
—Buenas noches, cariño —susurro en su oído provocando que la castaña se removiera por un escalofrío en su espina dorsal.
—No me digas esto —lo siguió con la mirada cuando Jimmy se sentó frente a ella, se cruzo de brazos— ¿Qué haces aquí, Mattei?
—No pareces muy contenta con mi presencia, linda —sonrió sin prestar atención a la queja de chica, la seguía mirando, la admiraba mejor dicho.
—Es porque no lo estoy —asegura— Y mejor ya vete porque Martha está por llegar y está cena es entre ella y yo.
Jimmy soltó un risa poco disimulada, la castaña frunció aún más el ceño.
—¿Qué te...? —dejo la pregunta sin terminar al atar los cabos— Dime que ella no hizo eso.
El pelinegro sonrió casi con inocencia.
—Puedo decirte eso, soy muy buen mentiroso.
Zafiro frunció los labios y tomo dos respiraciones antes de levantarse pero no logró hacer más, ya que en cuestión de segundos Jimmy ya estaba frente a ella tomándola por los hombros.
—Hagamos un trato —le ofreció.
—No —no dejó que continuara.
—Acepta está cena conmigo y si luego ya no quieres verme lo aceptare y me alejare de tú vida —sus opciones se acababan así que soltó su última carta en el juego.
Una cena, simplemente dos horas y luego ya no lo veré más —se alentó la chica.
Entrecerro los ojos hacia él y con seguridad le dijo.
—Si acepto está cena nunca más te cruzaras en mi camino.
—Muy bien, como digas —Jimmy alzo ambas manos en señal de paz y se sentó de nuevo frente a ella— Y dime ¿qué te gustaría comer?
¿Por qué siento que estoy entrando en terreno peligroso? —se pregunto la castaña.
—Solo pide lo que tú comerás Jimmy y además —lo señalo— Tú pagaras, tendrás que hacerlo por tenerme aquí en contra de mi voluntad.
Él sonríe.
—No estás aquí en contra de tu voluntad —se arriesgó— Puedes irte en cualquier momento.
—Pero seguirás fastidiando cada día así que mejor me quedo si asegurará mi libertad por completo —le devolvió la sonrisa irónica.
Ambos pidieron lo que comerían y se fundieron en un tenso silencio, Jimmy quería hablar y Zafiro solo quería escapar.
La castaña detuvo su mirada sobre él por cortos segundos pero pudo detallarlo de manera que apenas podía dejar de mirar.
Llevaba un traje que combinaba con sus ojos azules, estos brillaban con una sonrisa no pronunciada en sus labios, su cabello negro estaba un poco desordenado, seguro por pasar muchas veces su mano por el.
Y de pronto, ella quiso tocarlo, apretó las manos.
—¿Te gusta lo que ves? —pregunto mostrando una confianza irritante para Zafiro.
—Me gustaría que desaparecieras a decir verdad ¿eso lo puedes cumplir?
El pelinegro solo amplio su sonrisa.
—Puedo cumplir todo para ti, menos eso, cariño.
—Deja de llamarme de esa manera —sacudió su cabello hacia atrás, Jimmy quedo hipnotizado ante ese movimiento, cosa que no paso desapercibido ante Zafiro— Parece que a ti si te gusta lo que ves.
—Oh si, me encanta.
—Eres un idiota.
—Pero te gusto igual.
—¿Estás tan seguro de que es así? —se río, inclinándose hacia adelante sobre la mesa— Estás completamente equivocado, Jimmy Mattei.
—Oh, cariño —se burlo también inclinándose, quedando así cara a cara, ambos con una sonrisa fingida — Deberías aprender a controlar tus expresiones, te delatan.
Sus ojos conectaron en el mismo momento en que el mesero trajo sus platos, ambos se alejaron sin apartar la mirada del otro.
—Entonces, Jimmy ¿se puede saber porque estás tan obsesionado conmigo?
—No quieres que responda a esa pregunta, linda —la aseguró comenzando a comer.
—Si pregunte fue por algo ¿no?
—Eres demasiado agresiva ¿no?
—Pero te gusto igual —repitió las palabras pero para su sorpresa, obtuvo una respuesta diferente a la que ella dio.
—Si, eso es completamente cierto.
—Bueno ya, terminemos de comer porque ya quiero irme.
—¿A mi casa o a la tuya?
De nuevo conectaron miradas, los ojos miel de Zafiro brillaron con anticipación y Jimmy tomo eso a su favor.
Se levanto de su asiento haciendo una seña al mesero, este se acerco mientras Jimmy tomaba su billetera bajo la atenta mirada de la castaña.
—Quedense con el cambio —se acerco a la chica y le tendió la mano.
—¿No terminaremos de comer? —pregunto pero se sentía bajo un hechizo mientras lo miraba que inconscientemente tomo su mano.
—Creo que ya hemos terminado aquí ¿no?
Salieron tomados de la mano, Zafiro aún lo veía está vez notando la dureza de su mandíbula y alzo la mano que tenía desocupada rozando desde su mejilla hasta el comienzo de los labios.
Jimmy detuvo la caminata de golpe obligando a que ella también se detuviera, la miro.
—Dime lo que quieres, Zafiro —su voz se había vuelto más grave, parecía que el mundo a su alrededor se detenía cuando ellos se miraban— Dímelo porque si decides venir conmigo no habrá vuelta atrás, sin arrepentimientos. Si quieres que te lleve a tu casa, solo dilo.
Ella no respondió pero alzo su mano para seguir acariciando su rostro.
—Te odio —murmuro ella.
—Eso no responde a mi pregunta —dio un paso que ella retrocedió, en la noche fría, a la mitad del camino hacia el auto de Jimmy nadie les prestaba atención.
—Eres un idiota fastidioso —otro paso hacia atrás mientras él se acercaba más— Y acepte está cena porque quería que me dejaras en paz —soltó un suspiro en cuanto su espalda choco contra una pared fría.
—¿Y que quieres ahora? —tomo su mentón alzándolo para que lo mirara— Es todo o nada, Zafiro.
Ella lo miro con un desafío casi desmayante en sus ojos, estaba cayendo y no sabía que le gustaría tanto.
—Lo quiero todo —se levantó de puntillas haciendo que sus labios casi chocaran— Quiero que me beses y hagas todo lo que pase por tu mente.
Jimmy sonrió.
—¿Todo?
—Todo.
En ese instante, el pelinegro la tomo de la cintura alzándola para luego juntar sus labios con los de ella.
Era un beso salvaje en su totalidad, parecían luchar por quien llevaría el control y ninguno se rendiría fácilmente.
Zafiro paso sus manos por detrás del cuello de Jimmy para sostenerse mejor y enrollo sus piernas en su cintura.
Jimmy la mantenía sujeta para que no pudiera escapar y bueno, tampoco era como si la castaña quisiera hacerlo.
Apenas se separaron para tomar aire, Jimmy sonrió victorioso obteniendo un golpe suave en el hombro.
—Sabía que si te gustaba.
—Y yo sabía que eres un idiota.
Y lo peor era, que no había mentira en ninguna de esas dos oraciones.
El viento frío hizo temblar a Zafiro dando la señal que era hora de partir de ese lugar.
—¿Mi casa entonces? —él la miro mientras se comenzaba a mover aún con ella en sus brazos.
—No hagas que me arrepienta de esto, Jimmy Mattei.
—Nunca lo haría.
.....
Jay Tyson decidió salir de su nueva casa por primera vez en dos semanas.
Su corazón latía desbocado y no era por una buena emoción.
Latía por venganza pura.
Aurora y Martha se quedaron con Camila, aunque ellas dijeron que sería un "día de chicas" todos sabían que Camila llevaba esas mismas dos semanas sin ver la luz del día, y todo eso le dio tiempo a Jay de hacer una de sus jugadas.
Tomo su teléfono y llamó.
—Buenos días, habla a la estación de policía.
—Quiero hablar con el comandante Pear —pronuncio firme.
—El comandante no está disponible en estos momentos pero puedo avisarle que llamo ¿como es su nombre?
—Tengo información sobre el cuartel 332 —la línea quedo en un silencio tenso— Quiero hablar con el comandante Pear.
Otro silencio, subió a su auto y comenzó la marcha.
—En unos momentos se estará comunicando con él —la voz de quien contesto se volvió tensa y Jay encendió el auto para comenzar a moverse.
—Comandante Pear al teléfono —hablo una voz fuerte y que podría asustar a muchos, el castaño alzo ambas cejas.
—Comandante Pear, creí que no contestaría, mucho gusto hablar con usted —la ironía en su voz era poco notable.
—¿Quien habla?
—Oh no, está información será dada de manera anónima, usted jamás sabrá quien soy yo.
—Entonces ¿tiene información del cuartel 332, no?
—Así es.
—¿Y que tiene para decir?
Jay no dudo ni un segundo.
—La última mercancía que recibieron fue quemada por un bando enemigo así que por precaución harán una entrega desde un cuartel abandonado en el centro de la ciudad hoy a las once de la noche, allí estará su jefe León Duarte junto al equipo principal.
Hubo un silencio en la línea.
—¿Como podría comprobar que esta información es verdadera?
—Solo debe estar en ese cuartel a esa hora y sabrá, comandante.
—¿Por qué ha llamado para hacer está declaración? ¿Se trata de algún bando enemigo?
Se trata de venganza —lo pensó.
—Esa es toda la información, comandante —no lo dejo responder— Espero saber de los resultados por las noticias.
Y colgó.
No se arrepentía en absoluto.
Quedo en el almacén principal donde se encontró a dos de sus mejores amigos.
—Jay, que bueno verte ya —Mateo se encontraba contando billetes y ordenándolos en maletines.
—Pensé en venir hoy ya que las chicas están en la casa ¿donde está Jimmy? —volteo sin encontrar al pelinegro.
—Tuvo una cita ayer y parece que no le ha importado comunicarse con ninguno —se encogió de hombros Luis.
—¿Cita? ¿Con Zafiro? —el castaño se mostró entre confundido y sorprendido.
—Así es, yo tampoco me lo creí en un principio —rieron.
—Oye ¿y como está Camila? —Mateo cambio de tema, no se había dado la oportunidad de verla, pues, Jay dijo que necesitaba su espacio hasta hoy que aquellas mujeres aparecieron de sorpresa en su casa.
Jay suspiro.
—No está bien pero tampoco admite que está mal —se cruza de brazos cuando recuerdos oscuros pasaron por su mente— He pensando en viajar juntos por un tiempo, creo que la ayudaría a despejar su mente.
—Es buena idea —apoyo Luis— Debe sentirse encerrada y atormentada.
—Por cierto, ya cumplí con parte del plan —hablo de nuevo Jay en cuanto vio la bolsa en un rincón del lugar.
—Entonces ¿hoy caerá?
—Antes del anochecer —aseguro.
En aquella casa, cuando Jay quedo a solas con León, su mente maquinaba con tanta maldad que se rehusó a matarlo en un instante, él debía sufrir.
Y así fue como creo un plan sanguinario y traicionero, algo que solo quedaría entre ellos cuatro.
Por la rabia del momento, termino cortando el brazo izquierdo de León pero curando la herida lo dejo vivir y huir además, claro que siempre supo de su paradero.
León se mantuvo en las sombras, sabía que está venganza apenas iniciaba y lo dio por seguro cuando quemaron el cuartel, dejando una marca para que no olvidara que lo estaban cazando.
El castaño estuvo estás semanas preparando todo, la carcel, la compañía, la entrega, todo estaba estrictamente calculado y así se debía cumplir.
Llegó el día, llamó al comandante asegurando el lugar y la hora donde se encontrarían, quería que cayera hasta lo más bajo.
Y por eso, cuando dieron las once de la noche, Jay se encontraba de regreso a casa en su auto mientras en aquel cuartel abandonado estaban siendo arrestados los implicados en uno de los carteles más peligrosos de ahora y entre esas personas estaba León Duarte.
Jay tomo su teléfono y envió un mensaje.
¿? - 11:05pm
Asegurate que le hagan
todo lo planeado en
esa cárcel y solo luego
de un año tienen
permitido asesinarlo.
.…
Pero esperen, retrocedamos al amanecer.
Luego de una noche loca y sin nada de arrepentimiento, Zafiro se removía entre las sabanas, debía admitir que era muy cómodo dormir ahí.
Abrió sus ojos pero luego debido a la fuerte luz de la mañana tuvo que entrecerrarlos hasta acostumbrarse.
Sacudió su cabello y estiro sus brazos para poder tener más movilidad antes de ponerse a pensar que había hecho o siquiera, que haría ahora.
Había sido una noche con bastante conexión y química entre ellos pero ¿eso era suficiente como para quedarse?
Se levanto de la cama y camino al que supuso era el baño donde encontró una nota junto a un cepillo de dientes y un peine.
Estaré ocupado un rato
en cuanto despiertes
llámame pero no salgas
de la habitación.
Jimmy (alías: el amor de
tu vida)
Zafiro alzó ambas cejas con cierta sorpresa, se cepillo los dientes y peino su cabello, se miro al espejo suspirando.
¿Era suficiente todo lo que sentía como para quedarme? —se preguntó.
Decidió no ponerse su calzado aún y con curiosidad miro entre el teléfono junto a ella y la puerta.
¿Por qué no quiere que salga de la habitación? ¿Estará ocultando algo? —la duda lleno sus pensamientos— Si quiere que este con él no puede ocultarme nada.
Se levantó decidida y de repente con la molestia llenando sus pensamientos.
¿Como se atrevía a querer ocultarle algo y aún así decir que quería estar con ella? Que idiota.
Abrió la puerta de la habitación con lentitud, miro a ambos lados del pasillo pero nadie rondaba esos lados.
Salio comenzando a contemplar los espacios pues cuando llegaron en la noche no estaba precisamente preocupada por la estructura de la casa.
Su ceño se frunció cuando unos pequeños gemidos llegaron desde la planta baja, se apresuro aunque sin hacer ruido y llego a las escaleras, intento ver para desde ahí arriba no podía, debía bajar aunque sea un poco.
Uno, dos, tres, cuatro escalones la dejaron a mitad de escalera pero podría visualizar dos lugares, la sala y la cocina, desde su posición la sala se veía completamente vacía, se tenso al escuchar más gemidos y distinguir que estos eran de dolor.
Paso saliva volteando lentamente hacia el espacio abierto de la cocina y encontrándose con unos fríos ojos azules que la miraban a la poco distancia.
Zafiro paseo su mirada hacia los otros dos hombres, grandes y vestidos completamente de negro y ellos sostenían a un cuarto hombre contra la mesa, mientras le mantenían un brazo extendido, su mano solo tenía tres dedos ahora.
Pasmada, así quedo la chica que no sabía como reaccionar y eso fue lo que más le asusto.
Jimmy mantenía su mirada en ella mientras daba unos pasos al frente repitiendo una y otra vez en su mente.
Que haga lo que creo que hará solo eso pido.
Con los labios entreabiertos Zafiro tomaba una dura decisión, algo que la haría ver como un completa loca.
—Zafiro... —el pelinegro susurro su nombre haciéndola volver a la realidad.
¿Vale la pena? —se pregunto la castaña.
Y antes de que pudiera decir otra palabra, le tomo por sorpresa como la chica de la que estaba enamorado corría bajando escalones y luego hacia él, saltando en sus brazos para juntar sus labios en un beso corto.
El pelinegro sonrió en el beso provocando también la sonrisa de su amada.
—Oye, cariño —hablo él pero ella lo interrumpió.
—En estos instantes no quiero explicaciones —lo miro seriamente— Me llevaras a desayunar a cualquier lugar lejos de aquí y cuando volvamos quiero ver está casa limpia, sin ningún dedo por ahí y luego me explicaras que mierda era eso.
Amplio su sonrisa y le dio un corto beso.
—Sabía que no me había equivocado contigo.
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