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13. Esto va en serio

Días más tardes y con todo devuelta a la normalidad teníamos a tres chicos en el almacén haciendo cosas totalmente diferentes.

Jimmy se encontraba respondiendo mensajes de algunos socios y cerrando varios pedidos.

Jay se encontraba contando el dinero que recibieron por su última entrega y Luis parecía repetir una serie de oraciones mientras caminaba de un lado a otro con un libro en la mano.

—Soy Luis, nos vimos en el club aquella noche ¿me recuerdas? Solo quería invitarte a salir... —lo pensó mejor— No, no, no.

Jay le dio una mirada divertida.

—Hola, mi nombre es Luis —volvió a comenzar— Te vi aquella noche en el club y quería invitarte a salir, no, no, eso suena muy acosador.

—Practicamente la estás acosando ¿lo sabías? —apunto Jimmy sin dejar de responder mensajes— ¿En serio crees que se tragara el cuento de que pasabas cerca y la reconociste?

Luis lo fulminó con la mirada y volvió a su práctica.

—Hola, soy Luis y... —está vez no pudo seguir por la interrupción del castaño con su risa.

—No es una buena idea ir con un guión preparado, se verá forzado, dejate llevar —lo relajo pero Jimmy no perdió la oportunidad de burlarse de él.

—Lo dice el que por ver a su vieja amiga de la niñez ya no para de hablar de ella pero no se atreve a buscarla —se río.

—Cállate, Jimmy —soltó con brusquedad dejándolo en evidencia u haciendo que el pelinegro riera más.

—Ustedes dos, callense —señalo Luis y tomo asiento mientras revolvía su cabello— ¿Como haré esto?

—Solo ve a su universidad, la buscas, le dices que desde que la viste en el club haz querido conocerla y ya —hablo Jimmy como si realmente fuera fácil.

—Eso sigue sonando acosador —señalo Luis y miro a Jay.

—Ve a esa universidad y buscala, presentate e invitala a salir, si te dice que si —alza las manos— ¡Todo bien! Y si te dice que no —forma una sonrisa— Lo sigues intentando, y ya está.

—Llevale algo, un regalo ¿que estudia?

—Literatura —respondió el rubio rápidamente.

—Un libro —Jimmy dio la idea— O varios, no sabemos que le gusta leer en específico.

—¡Eso! —Jay chasqueo los dedos por la gran idea y Luis inclino la cabeza, pensando.

—No es tan mala idea —expreso.

—Es muchísimo mejor que la tuya, eso es seguro.

El rubio tomo una decisión y levantando la mirada dijo.

—Iré a comprar libros... ¡Y flores! —tomo su chaqueta y corrió para salir del almacén— ¡Nos vemos luego!

—¿Crees que vaya a funcionar? —miro Jay a su amigo de forma divertida y Jimmy le devolvió la mirada.

—No lo creo pero le dimos esperanza —se levanto de su asiento.

—Somos los mejores —continuo el castaño.

—Lo somos —estuvo de acuerdo.

Siguiendo los pasos que daba Luis, lo podíamos encontrar en una librería bastante grande y sin algún tema de libros que buscar, estaba totalmente perdido.

¿Algunas recomendaciones?

Al notar la terrible indecisión que albergaba al rubio, la encargada de la librería se acerco de manera sigilosa.

—Buenos días ¿que tipo de libros buscas? —la joven chica mostraba una pequeña sonrisa mientras esperaba la respuesta de Luis, y le parecía tierno.

—En realidad... No lo sé —se dio por vencido para escoger libros que podrían gustarle a Martha.

—Es un regalo ¿cierto? —intento adivinar la joven y Luis solo pudo asentir, ella en un rápido movimiento lo tomo del brazo para hacerlo caminar hacia una sección en específico.

Ante ese brusco movimiento, el rubio estuvo a punto de actuar inconscientemente y dejarla inmovilizada pero se contuvo y la siguió mirándola de manera extraña.

—Y dime ¿como es ella? ¿Que podría gustarle leer? —preguntaba la chica luego de soltar el brazo de Luis y comenzar a ver con detenimiento los libros.

—En realidad no lo sé, apenas la conozco.

—Ya veo —hablo pensativa— Deberías comenzar a conocerla más, citas, picnics y si ama leer, muchos, muchos libros.

—Como no sabes que le gusta leer, te daré un libro de cada genero famoso que podría gustarle.

Solo asintió.

Tardaron varios minutos en esa sección, la chica tomaba algunos libros y devolvía algunos otros siempre parando a verlos con detenimiento.

Luego de qué la chica quedará satisfecha con su resultado se volvió hacia Luis y mostró una pequeña sonrisa.

—Aquí está todo ¿con estos bastara? —pregunto mientras en sus brazos tenía alrededor de siete libros con tramas diferentes.

Luis río.

—Si, con esos bastara.

La chica asintió y comenzó a caminar hacia la caja registradora mientras Luis la seguía a paso lento.

Pagó los libros y tomo su compra, hizo un gesto con su mano despidiéndose de la chica y comenzó a caminar hacia la salida.

—Eso sería la expectativa —murmuro la joven luego de suspirar y volver a su trabajo.

Dejando un poco de lado el romanticismo nos movemos hacia el aeropuerto dónde se encontraba el castaño de ojos azules.

Hace algunos días Mateo habló con sus amigos sobre el comienzo de sus negocios legales, la charla le gustó a todos pero fue Mateo quien se ofreció para investigar y buscar consejos de socios en otros países, por eso se encontraba a punto de viajar.

No era su primer viaje en avión ya que con sus padres había viajado una vez hace muchísimo tiempo, mucho antes de la muerte de estos.

E irremediablemente se encontraba nervioso, cerró la botella de agua que había comprado minutos atrás y la tiró al bote de la basura mientras comenzaba a caminar.

Arrastraba la maleta con algo de lentitud mientras observaba todo de manera cautelosa, muchas familias, parejas o personas solas, como él, caminaban por el lugar encerrados en sus mundos.

Y aunque Mateo no lo quisiera admitir él también tenía un mundo propio donde se protegía de todo y de todos lo que pudieran hacerle daño, tanta era su protección hacia sí mismo cuando estaba solo que no se dio cuenta cómo entró en el paso de una joven chica distraída.

El choque no fue brusco, no los hizo caer a ninguno pero ambos levantaron la mirada aún cuando siguieron caminando luego de tropezarse el uno con el otro.

A medio camino la chica se detuvo de golpe y volteó la mirada solo para ver que Mateo seguía viéndola, de pie a unos pasos de ella.

En ese instante como cuál película romántica ambos sintieron que el mundo desapareció y solo quedaron ellos con sus miradas.

Mateo sin darse cuenta comenzó a caminar hacia ella y no se detuvo aún cuando chocó con varias personas, ella se quedó perpleja por unos segundos hasta que comenzó a caminar en la dirección del castaño.

Sin apartar la mirada quedaron uno frente al otro y no dijeron nada por varios segundos.

Para Mateo le era imposible apartar la mirada de su rostro, era una joven bastante atractiva, su cabello rubio oro y sus ojos de un color gris le daban un toque de magnetismo.

Y para ella el no le era indiferente, luego de chocar y levantar su mirada se quedó hipnotizada por sus ojos azules brillantes.

—Disculpa por el choque, venía distraída —la rubia fue la primera en hablar, le era fácil mantener la calma en momentos que la ponían nerviosa, sorprendentemente.

Mateo, en cambio, paso saliva y analizó sobre que responder antes de hacerlo.

—Descuida, yo igual venía distraído —le resto importancia, ella asintió, él igual.

Pero ninguno se movió de su lugar.

Creo que es una situación tensa ¿no?

Mateo lo pensó, quería responder muchas preguntas y no sabía por donde empezar.

¿Quien era ella? ¿Su nombre? ¿Era de aquí o de otra ciudad? ¿Tenía novio?

—¿Y...? —justo antes de que siguiera hablando el castaño, una voz femenina lo interrumpió.

—¡Aurora! —la chica giro la cabeza hacia una pareja de adultos, Mateo también los miro y sin poder evitarlo vio el gran parecido entre la mujer y la chica frente a él.

Seguro eran sus padres.

Aurora...

Ella volvio la mirada al castaño y sonriendo en disculpa comenzó alejarse pero Mateo debía hacer algo.

—Aurora —la llamó y ella lo miro de inmediato— Mi nombre es Mateo.

Sonrió.

—Es un gusto Mateo, algún día nos veremos —y con eso, siguió caminando hasta las personas que la esperaban.

Y Mateo siguió a tomar su vuelo.

Volvimos con los rubios, aún no les término de contar sobre este día.

Luis tenia sus manos llenas, con los libros que compro y unas flores caminaba hacia la dirección de la universidad donde estudiaba Martha.

Había descubierto que ella venía de una familia poderosa en Europa, su padre hizo mucho para que su bija estudiara en una universidad respetada y fuera reconocida por sus logros.

Si, en esa época aún tenían esas costumbres sobre esas mujeres.

Aunque ya veíamos que estás mujeres no tenían ni una pizca de seguir costumbres.

Término de cruzar esa esquina y quedo frente a la entrada de la universidad, se detuvo ahí solo para mirar los alrededores.

Luego se miro a si mismo y un solo pensamiento vino a su mente —¿Que diría la abuela si me viera queriendo conquistar a una chica?.

La parecía divertida la situación, luego de todos los nervios y la indecisión, si era divertido que quisiera conquistar a una chica.

—¿Es él? —Luis comenzó a escuchar murmullos mientras caminaba por el sendero de la entrada pero no podía identificar de donde venían— Joder, seguro vino por ti.

—¿Crees que vino por mi? —se escucho una voz más suave y Luis comenzó a observar entre los árboles intentando encontrar a las dueñas de esas voces— Es una locura lo que dices.

—Te miro mucho, sabe que estudias aquí y ahora viene a acosarte —se escucha como bufa— Sabía que eran en cuanto los vimos esa noche.

Luis alzo las cejas y comenzó a acercarse hasta un par de árboles donde suponía venía ese dúo de voces, entre los árboles también habían arbustos.

Sus pasos eran lentos mientras seguía escuchando.

—¿Y todas esas cosas que trajo?

—¡Son regalos! Te trajo regalos.

—¿A mí? ¿Es en serio? —a Luis le resultaba algo tierna aquella voz, sonaba dulce y baja.

Paro frente a uno de los árboles y lo rodeo, las chicas se vieron envueltas en un sepulcral silencio cuando escucharon los pasos pero no les dio el tiempo necesario para escapar.

La mirada de Luis encontró en nuevo con la de esa rubia y la volvió a encontrar igual de profunda e interesante.

Se miraron por un par de segundos sin interrupciones hasta que la chica que acompañaba a Martha los interrumpió.

Se aclaro la garganta.

—¿Qué intenciones tienes con amiga? ¿Acaso esto es acoso? Podemos denunciarte.

Luis luego de apartar la mirada de Martha se encontró divertido, se notaba que Zafiro era una fiera.

A Jimmy le divertiría conquistarla.

—Hola, Zafiro ¿como estás? —la chica ignoro su pregunta pero le dio una fulminante mirada.

Martha sin discreción miraba al joven frente a ella que se burlaba de su amiga y no podía sacarle los ojos de de encima.

—Quiero hablar con Martha —sus ojos chocaron y él sonrió, Zafiro seguía en su compostura.

—Si crees que puedes venir aquí a darme órdenes solo porque eres hombre, estás totalmente equivocado —gruño— Y mi amiga no quiere...

La rubia interrumpió el veneno que soltaba Zafiro hacia el rubio.

—Zafi —la miró— Quiero hablar con él —la castaña la miro estupefacta y luego volvio a fulminar a Luis por la risa que soltó.

—¿Segura? —presiono y al momento en que Martha asintió ella bajo las defensas— Estaré en las meses, ya lo sabes.

Miro mal por última vez a Luis y siguió su camino.

—¿Como sabes mi nombre? —fue la primero pregunta que se le ocurrió a Martha para crear conversación igual también le parecía curioso que el chico supiera su nombre.

Luis antes de responder la siguió contemplando, ella le pareció algo fascinante, demasiado hermosa y aunque aún no conocía su forma de ser sentía que sería su calma.

—Eh... Un amigo me ayudo a descubrirlo —se removió y decidió cambiar el tema— Traje esto para ti.

Martha se quedó observando las flores y la bolsa llena de libros de manera sorprendida, la única persona que le había regalado libros fuera de su familia había sido Zafiro, su mejor amiga.

Además miro todos los libros que le había llevado y sin pensarlo los tomó de manera emocionada.

—Oh ¿en serio? —comenzó a verlos uno por uno con una sonrisa más grande cada vez pero se detuvo de golpe en un momento— Lo siento, no puedo aceptarlo.

Luis fruncio el ceño.

—¿Por qué no?

—No te conozco, ni siquiera se tú nombre y aunque que llegaras aquí con regalos para mi es un lindo gesto no quita el hecho de que sea algo acosador —se abrazo con sus propios brazos.

La mirada de Luis se volvio seria.

—Mi nombre es Luis Makarov, amo la comida italiana y mi color favorito es el verde, vivo con mi madre ya que no quiero dejarla sola, junto a mis amigos somos dueños de un negocio y cuando te vi esa noche quise acercarme pero no me lo permitieron porque tu amiga parece tener rabia —miro de reojo a Zafiro quien los miraba con ojos entrecerrados, Martha boqueo— Investigue sobre ti gracias al dinero y aunque si fue acosador todo es culpa de mis amigos, lo prometo, la idea de investigación fue de ellos —alzo las manos formando una sonrisa suave y Martha no pudo evitar reír— Listo, me conoces y ahora yo quiero conocerte a ti, en una cita.

Unos segundos de silencio bastaron para que Martha pensara Y tomó una decisión.

—Okey, una cita —ambos sonrieron— Pero con una condición.

—¿Cual?

—Nunca vuelvas a decir que mi amiga tiene rabia —lo apunto y él río.

—Trato.

Y si esto fuera fútbol, Luis habría anotado un grandioso gol.

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