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11. Circunstancias

Yo creía que la obsesión pasaba con el tiempo pero al parecer estaba totalmente equivocado.

Se encontraban Jimmy y Luis en un auto mientras se dirigían a cumplir la misión pactada para poder hacer un trato con un narco de medio rango.

Esperen, retrocedamos un poco.

Días luego de ese encuentro en el club con aquellas chicas, investigaron sus nombres, ahora sabemos que la castaña se llama Zafiro y la rubia se llama Martha.

También hablaron con el narco de medio rango y establecieron un trato que los elevaría a un nivel alto, podrían volverse poderosos más rápido y querían aprovechar la oportunidad.

Solo que este narcotraficante tuvo una condición para ellos, debían cumplir en una misión estratégicamente planeada y si salia bien todo este trato se cumpliría.

Ahora volviendo a donde estábamos, estos dos chicos hablaban de un tema muy serio, el cual no habían soltado durante unas dos semanas.

-Entonces ¿como la sorprendería? -Jimmy pregunto- Se ve que no es precisamente fácil de llevar, debo dejarla fuera de base, así no se mostrara a la defensiva.

Luis asintió.

-Yo debo aprenderme su horario de la universidad para saber que día y hora estará allá.

Jimmy asintió.

Sus conversaciones más largas últimamente trataban de estas chicas a las que no les habían dirigido la palabra pero buscaban el momento perfecto para hacerlo.

-¿Pueden concentrarse? -hablo Mateo desde el asiento del piloto, rodó los ojos por décima vez desde que subieron al auto y eso hizo reír de nuevo a Jay, quien estaba en el asiento del copiloto- Estamos a punto de ir a una misión y ustedes siguen hablando de ellas, callense unos minutos, por favor.

-Si, si -Jimmy hizo un gesto de desinterés hacia Mateo y volvio a mirar a Luis con media sonrisa- Solo deja que terminemos aquí.

Eso provoco otra risa de Jay y una mirada fulminante de Mateo hacía este.

Llegando unas calles antes del lugar detuvieron el auto y todo se sumió en un silencio sepulcral mientras se comunicaban con las miradas.

<<Ya es hora>> pensó el pelinegro.

<<Aquí se marca nuestro futuro>> hablo Jay en sus pensamientos.

-Okey, es hora -anuncio el castaño saliendo del auto y haciendo una señal para que los hombres que les seguían en otro auto salieran de este.

Mateo les daba ordenes concretas a sus hombres, entraban, actuaban, salían, sin problemas.

-¿Y cual es el objetivo al estar dentro, señor? -pregunto de tantos.

Jimmy miro a sus otros dos amigos y casi las comisuras de sus labios se elevaron al hablar.

-Acabar con todo el que este adentro de ese jodido lugar.

Comenzaron a formarse, los veinte soldados se dividieron en cuatro grupos de cinco para acompañar a cada uno de nuestros narcotraficantes en busca de más poder.

Ordenadamente primero se movió Jay con su grupo de soldados, luego, siguiendo la misma línea, Luis lo siguió, después fue Mateo y por último Jimmy.

Ya habían inspeccionado el territorio y se aseguraron que nada pudiera impedir su entrada al lugar, excepto claro, los hombres que resguardaban al rededor del gran edificio.

Comenzaron a dividir la larga línea, Luis y Jay comenzaron por detrás de los árboles a rodear el edificio mientras los seguían los hombres uniformados.

-¿Están en posición? -hablo Jimmy por su radio mientras veía a Mateo cargar su arma.

-En posición -Jay respondió sus hombres levantaron las armas.

-Estamos en posición -también respondió Luis mientras los hombres que llevaba consigo también elevaban sus armas.

-Okey -Mateo se comunico tomando el pequeño botón y mirando hacia el frente- En tres... Dos... Uno -hubo una pausa- Fuego.

En el mismo instante que las armas comenzaron a disparar mientras los hombres retrocedían, Mateo se levanto y tomando sus binoculares miro hacia el lugar de entrada donde estaban los hombres caídos del otro bando, unos muertos y otros en el proceso de estarlo.

Al terminar de deshacerse de los que cuidaban la entrada, con rapidez Luis y Jay se acercaron a la gran puerta y colocaron sobre ella las bombas predestinadas, luego de alejarse hablaron al unísono.

-Es hora de explotar.

Y Mateo presiono ese botón rojo.

La puerta salió volando en pedazos y nuestros chicos no perdieron tiempo para acercarse bajo el humo de la explosión.

-Siganme -Jimmy fue el que tomo la delantera, ajustando su arma camino entre los cuerpos y pedazos de la puerta hasta llegar a la entrada y sin dudar ni un segundo, la paso.

Los otros tres no dudaron en seguirlo y pronto estaban dentro veinticuatro hombres armados en busca de quitar más vidas de las que ya habían arrebatado.

Se dividieron los pisos y fueron tirando bombas de humo y granadas en uno que otro para desestabilizar a los que se encontraban allí, la mayoría hombres de edad media y una que otra mujer vestidas con trajes cortos, ya sabíamos para que estaban aquí.

Pero no podían salir de ahí, con vida.

Luis miro más tiempo del acordado a esas mujeres que estaban en el piso que le tocó y luego miro a los hombres que se encontraban desesperados, recordó su misión.

Dio la orden.

Luego de haber acabado la misión con éxito colocaron las bombas que harían derribar el edificio en las paredes y al salir las detonaron.

Piso por piso fue cayendo hasta quedar en el suelo, sobre muchos cuerpos.

Algunos cuerpos sobresalientes y huecos por cubrir, Luis tomo la gasolina que llevaban y la rocío por todo el lugar, luego tomo el encendedor y termino por tirarlo haciendo que las llaman comenzaran a comerse los restos de todo el desastre.

Subieron a los autos dando marcha a su club de confianza y dejando en claro muchas cosas.

Esa noche nos dejo como aprendizaje algunas cosas que son necesarias nombrar.

A Mateo le gustaba derrumbar lugares, a Luis le gustaba incendiar y no había nada más impredecible que un hombre con deseo de poder.

Al terminar el día ellos estaban tranquilos, sin saber el gran cambio que habría en sus vidas a partir de ese momento.

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