10. ¿Hay espacio para el amor?
Lo extraño de hacer algo como costumbre cuando no llevas toda la vida haciéndolo.
—Salió perfecto —Luis y Mateo chocaron las palmas al ver el resultado de está entrega, una de las más grandes que habían hecho.
El aliarse con León y comenzar a hacer dinero como socios fue una de las mejores decisiones que pudieron tomar al iniciar en el negocio, León tenia contactos y amigos, y les presento algunos para que ellos experimentaran hasta hacerse lo suficientemente conocidos y así fue.
—Bueno chicos, nos vemos en el club de siempre —se escucho la voz de Jay antes de colgar la llamada.
Para está entrega decidieron dividirse en dos grupos, Mateo y Luis se quedaban para monitorear todo mientras Jimmy y Jay hacían la entrega personalmente y les funciono verdaderamente bien.
—Es momento de irnos —Luis se impulso para levantarse de su silla y desconectar la radio por donde se comunicaban.
Ambos salieron del almacén, uno de los que habían conseguido en estos pocos años, subieron a un auto y con Mateo conduciendo salieron con rumbo a su club de confianza.
Mientras Jimmy y Jay ya estaban en camino, con pocos minutos para llegar a su destino, cada uno metido en sus pensamientos por lo que no hablaban.
Hoy les había tocado deshacerse de un par de personas y estaban un poco aturdidos por los disparos y la sangre repentina.
Jimmy mantenía un pedazo de tela con el que limpiaba las gotas que sangre que salpicaron a sus manos, levantó la cabeza y miro a su amigo.
—¿Por qué sigues conduciendo en círculos? —Jay alzo una ceja— Llevanos al club.
—Solo te estoy dando los minutos que necesitas para pensar —el castaño se encogió de hombros— Pareces preocupado.
Pero Jimmy realmente no estaba preocupado sino pensativo, ha repasado todos los años que han pasado y sus vivencias a través de ellos, con un poco de orgullo y tal vez algo de nostalgia recuerda todo.
—Estoy bien —le aseguro el pelinegro a su amigo y soltó una pequeña risa— ¿Por qué te preocupas tanto? ¿Acaso ya no hay chicas con quien acostarse y comienzas a preocuparte por mi? —soltó con diversión pero Jay rodó los ojos muy serio.
—Me preocupo por ustedes, Jim, son mis amigos y compañeros —hablo con firmeza, dejando a Jimmy algo congelado con sus palabras aunque no lo demostró.
—Si, si —hizo un gesto desinteresado con la mano— Ya vamos al club, los chicos deben estar ahí.
El resto de su viaje fue en silencio pero ambos chicos pensaban muy a profundidad sobre las palabras del castaño.
Jimmy jamás se había sentido apoyado o querido hasta la llegada de sus amigos a su vida y Jay jamás había mostrado preocupación y apoyo genuino a nadie, hasta sus amigos.
Y era extraño para ellos.
Como una amistad puede convertirse en más familia que la familia con la que compartes sangre, impresionante y verdadero.
Los minutos y el camino que faltaba para llegar pasaron con mucha velocidad y al Mateo y Luis entrar al club se encontraron de frente con sus otros dos amigos, al parecer llegaron al mismo momento, sus saludos fueron emocionantes y demostraron cuanto querían celebrar la victoria de hoy por lo que fueron a su mesa reservada donde mantenían una amplia vista de todo el lugar.
Hablaban de negocios, entregas y pequeños tratos que varios narcotraficantes de medio rango les ofrecían, en ese tiempo se acabaron dos botellas de vodka.
Agradecían por su gran resistencia al alcohol porque no estaban ebrios pero si más alegres.
—Los quiero mucho chicos —murmuraba Jay mientras la música se tragaba sus palabras.
—Oigan, oigan —Luis se levantó con una gran sonrisa como si se le hubiese ocurrido una grandiosa idea y estuvo a punto de soltarlo todo pero su mirada cruzo el lugar y choco con otra mirada— Oigan ¿quién es ella?
La mirada de los tres restantes siguió a la de Luis y miraron detenidamente para saber a que en específico se refería su amigo.
Jimmy lo entendió por completo, la fascinación que sentía pocas veces se mostraba pero lograba sentirla en ese momento al ver a aquella chica de cabello castaño brillante.
—¿Estamos hablando de...? —Mateo dejó la pregunta al aire para escuchar la respuesta de sus amigos y estos totalmente fascinados apenas respondieron.
—La rubia.
—Las castaña.
Hablaron al mismo tiempo y recibieron una mirada extrañada de Jay, parecía divertido pero confundido a la vez.
Jimmy parpadeo y jalo del brazo a su amigo para hacerlo sentar, luego alzo la mano para llamar a un camarero cercano.
—Toma la botella más costosa que tengan y llevala a esa mesa —señalo la mesa de las dos chicas, quienes parecían estar platicando.
El mesero asintió e hizo como Jimmy le dijo, llegando a la mesa de las chicas ellas elevaron la mirada hacia él.
—Señoritas, está botella viene de cortesía de los hombres de la mesa de por allá —señalo con la cabeza y la castaña alzando una ceja miro hacia la mesa, sonrió divertida y miro a su amiga.
—¿La aceptamos? —le cuestiono, la rubia se removió incómoda mientras negaba lentamente y volvio a mirar al mesero— Es una pena pero, no somos amantes del... —miro la botella— Whisky, no la queremos.
—Pero señorita...
—He dicho que no —sonríe— Ve y dile a quien sea que sean esos tipos que se la tomen ellos, gracias.
En la mesa de nuestro cuarteto se formo una especie de risas y murmullos al verse rechazados, Jimmy aún mantenía su mirada sobre la castaña que claramente lo ignoraba y sabía que había encontrado algo entretenido para mucho tiempo.
Luis solo miraba de reojo a esa rubia tímida, nunca le había gustado nadie y mucho menos a primera vista pero verla a ella era algo excepcional desde sus ojos y necesitaba con urgencia conocerla.
—Definitivamente mi amigo —le susurro Jimmy al oído mientras presionaba su hombro— Ya tenemos una nueva meta que cumplir.
—Si, definitivamente —le hablo Jay a Mateo con diversión mientras bebía de su vaso— Los hemos perdido.
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