Querido diario de café:

En muchas etapas de mi vida consideré ir al psicologo por mi fetiche con las sonrisas, y no me malinterpreten, no digo fetiches en el sentido sexual sino como algo que me llamaba mucho la atención (y no superé); al estilo de las polillas con la luz.

Suspiré al verlo sonreír, eran de esas sonrisas comerciales pero reales en la vida. Con una razón detrás. Miraba su celular, podrían ser muchas razones. 

No me atrevo a decir novia/o (ante la duda), me sentiría como esos familiares chusmas. 

¿Muy loca quedo si digo que quiero hacerlo sonreír?

Ahora mi parte favorita del momento en que lo atendí, sacando que temblaba como un ciervo tratando de mantener una postura formal y no de loca acosadora, del lado derecho de su mejilla se le hacía un hoyuelo. Muy cliché otra vez, muchas ganas de abofetearme también. 

Y quizás para otras personas es insignificante pero para mi no.

¿No les pasa que ven a alguien feliz y se les contagia ese estado de ánimo? 

Me sucedió eso.

*Recuerden que deben ser felices por ustedes no por alguien más, pero si vieran su sonrisa me entenderían. (Basta Holly, basta)

Nota de autora:

¡Hola! ¿cómo están? 

¿Alguna vez les pasó algo así como a Holly?

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