#11
Querido diario de café:
Otra vez la calesita, pero esta vez era su nombre el que daba vueltas, una y otra vez.
Sabía que esto no significaba nada, que no vivía en ningún cuento de hadas.
Pero no podía evitar que las mariposas revolotearan libres al saber que él notaba, más que otro día, mi presencia.
Ya no era otra moza común y corriente del lugar, una sin nombre.
Mi corazón ralentizaba sus latidos desenfrenados, sabedor de que él no saldría ileso de todo esto.
Pero no por ello dejé de suspirar y sonreír, mi mente era la antítesis de mi corazón.
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