#10
Querido diario de café:
Revoloteó en mis sueños aquel momento una y otra vez, dando vueltas como una calesita. Y en cada vuelta una pregunta rezumbaba al fondo, ¿y su nombre cómo sería?
A la tarde no lo pensé mucho, al entregarle su pedido me aventure a callar aquella pregunta.
—Su pedido...
—Damian, mi nombre es Damian.
—Bueno, que disfrute su pedido Damian.
—Gracias, Holly.
¿Hola emergencias? Sí, llamo porque me duelen las mejillas de tanto sonreír y creo que estoy por vomitar el color rosa.
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