Querido diario de café:

Siempre veía a mis amigas con diarios, agendas y demás cosas donde anotaban todo tipo de cosas. De aquello, comencé a cuestionar mi vida, porque no sentía nada interesante como para sentarme y escribir., además de recetas pero esas eran copiadas. 

Hasta que llegó este momento, donde las emociones eran más de lo que acostumbraba a manejar y me abrumaba.

No entiendo, no me entiendo. 

Tratando de poner algo de lo que me sucede en contexto: en primer lugar, no soy tímida. En segundo lugar, siempre que me gustó un chico lo encaré, aunque el 80% de la veces estaba bajo efectos del alcohol, pero es un detalle menor. En tercer lugar, hay un cliente que me pone nerviosa y, para mi suerte, casi siempre me toca atenderlo a mí. Cuarto lugar, es un cliente que me cautivó con su aire de soledad y misterio. Demasiado cliché hasta para mí, pero por ahora no tenemos un mando para controlar los sentimientos, lamentablemente. 

Nunca sabré la razón por la cual él siempre viene aquí y se sienta en el mismo lugar.

Quizás le gusta mi café, quizás le gusta tranquilidad, quizás le gusta mirar por la ventana.

Hay muchos quizás y, no creo saber algún día, cuál de todos es.

Hay veces que llega sonriendo -me deja sin respirar por segundos y lo digo en serio-, otras agotado -¿trabajo, la vida misma?- y hay veces, casi nulas, que viene triste.

Hoy no reconozco ninguna de las emociones que mencioné, parece estar en un estado de neutralidad. Como cuando te da todo igual, por ejemplo, cruzar la calle sin mirar al semáforo.

Nota:

arrancamos con la primera hojita de este diario editada. Siento que me falta un montón todavía, pero esta es recién la segunda edición. En algún momento haré otra edición hasta que quede totalmente conforme. Espero que les guste, no se olviden de votar y comentar.