Memorias perdidas de un Dios enamorado I
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- Mira el poder que trae consigo.- dijo Hënë mirando a la distancia.
Aurelion Sol, El forjador de estrellas vuela directo hacia el Monte Targón, hogar de mis seguidores. Hogar de Leona, mi elegida. No ha pasado mucho tiempo desde que estamos aquí, pero he disfrutado cada segundo, Hënë ciertas veces empieza a hablar y hablar, como si nunca hubiéramos llegado a que nuestros seguidores se aniquilaran entre ellos. O mejor dicho. Que yo hubiera hecho tal cosa.
Nuestros seguidores eran muy diferentes, se dejaban llegar por polos diferentes, nunca se era de día a la vez que se era de noche. Fácil de comprender
Hënë camina de un lugar a otro, noto su ira recorriendo hasta el último lugar de nuestro vacío. Mientras da vueltas en la nada, mira fijamente un espacio alejado de Targón. En los inmensos desiertos de Shurima se levantan nuevas amenazas. Amenazas capaces de llegar hasta nuestra tierra. Diana acabó allí. Torturándose a si misma en las ardientes arenas de Shurima.
No es fácil verla a los ojos, pero es peor no verlos. Sus ojos tan blancos, están vacíos, pero para mi lo son todo. Sufre, solo sufre por lo sucedido hasta ahora, ver a su elegida vagando en lo más opuesto que pudo haber a su hogar.
¿Qué puedo hacer yo? Me pregunto mientras miro los acontecimientos más cercanos a Leona. Veo el poder deslumbrante que avanza en ella día tras día. Hace apenas ayer desapareció una choza llena de cadáveres que encontraron. Todo a causa de un viejo extremista que usa mi camino cómo le place. Su avaricia no tiene fin, sin duda su muerte ante Leona llegará.
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Nunca quise llegar a esto, solo buscaba mi propia paz. Esa época en que los dioses convivimos con nuestros seguidores. Haciendo la fé ciega parecer una ridiculez.
¿Porqué dejarlo todo en incógnita cuando puedo pararme frente a todos y decirles "Aquí estoy, soy tu Dios y seguirme te llevará la paz eterna"?
Así debía ser siempre, pero el "Karma divino" azotó mi espalda y con ello, Hënë sufrió.
Enamorarme no fue difícil. Solo mirarla convirtió milenios de existencia en nada y sentí la vida correr en mí con verla una sola vez.
Cuando el ciclo dejaba mi eje fuera de la vista de Targón, y el eje de ella azotaba. Me sentía vivo. Recorría el estanque más cerca de las cuevas y admiraba las danzas de sus seguidores. Ella los miraba con risas y gozo, incluso los tocaba y bailaba con ellos. En una ocasión la vi hacer a niños levitar en plena danza, todos la admiraban, respeto o temor era nada, la amaban, eso se ganó ella.
—Tu presencia ya es habitual por aquí. — dijo sonriendo sin voltear a verme, solo el reflejo del estanque donde se bañaba me dejó admirar esa deslumbrante sonrisa. Su forma mortal era desgarradora para mi alma. Sus ojos largos y grandes. El cabello completamente blanco, suelto cayendo sobre sus hombros.
—Lo lamento...— contesto luego de ser descubierto en mi vergonzoso acto. No fue lujuria lo que me trajo al estanque donde limpiaba su cuerpo mortal, sino que verla solo se me hacía fácil cuando su eje resonaba en lo alto.
— Xemx, Dios del sol.
Sus ojos se fijan en mí y atraviesan mi alma. Siento su existencia recorrer mi cuerpo ser. Amor, eso es lo que experimenté al escuchar su voz dirigiéndose a mí.
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— Estaremos aquí una eternidad, Hënë...— dije intentando interactuar con ella. Peor que no verla es tenerla frente a mi y que me desolle con el desprecio de sus ojos.
Me miró de golpe y me obligó a mirar el orbe de Diana, su elegida.
Jugaba con niños pertenecientes a una aldea de Shurima. Sus ropajes me indicaban que trataban de seguidores de ma Diosa Tejedora.
—Diana está vagando en el desierto con una seguidora de una Diosa inferior a ti, incluso.— dijo dejando correr el odio en sus palabras. — No te imaginas el odio que te tengo...— concluyó y arrancó el último pedazo de piel que me quedaba.
Te amo, Hënë.
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—Son ascendidos del antiguo Shurima...— dijo Hënë mientras veía a Diana correr por las calles de aquella aldea. — Xerath y Azir, Diana está involucrada en cosas que no debería por tu culpa mientras tu elegida domina el Monte cómo le place. Tu planes salieron a la perfección y mi religión está a punto de desaparecer.
— Estás equivocada, Hënë.— dije con firmeza y esta se detuvo para escuchar lo que tenía que decir.
— No fuiste solo tú, yo también abandoné a mi gente. El Monte se sumergió por décadas a guerras y masacres, no solo de los tuyos. Los míos se mataron entre ellos...—
— ¡CLARO, UNA VEZ ACABADOS LOS MÍOS TRAS UN ATAQUE DESLEAL NO LES QUEDÓ DE OTRA MÁS QUE COMERSE ENTRE ELLOS!— estalló y me lanzó un bofetón. Lo dejé conectar en mi mejilla, no me hizo daño alguno lo cual no era propio de un ataque de Hënë. Hasta el más desinteresado ataque podría acabar con la más grande de las montañas.
— No siempre tomo las mejores desiciones, pero no me arrepiento de nada.
Sus ojos demostraron que no creía lo que acababa de escuchar. No me arrepiento de condenar mi religión y la de ella a una guerra sin fin.
— Estoy aquí, contigo. — dije sin temor. —Es todo lo que quise, debí dejar a mi pueblo en desventaja, pero no pude y lo siento.
Tomé la mayor distancia que pude, Hënë se quedó de pie analizando lo que dije y sus ojos decayeron. Me senté, mirándole a distancia, cerré los ojos para reposar ya que anhelaba con vivir lo que nos esperaba el futuro.
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Sus manos daban lentas caricias en mis mejillas, su brillante y suave piel traía vida a mi ya agotadora eternidad. Y después de tanto sin sentirla me puso frenético. Hënë, solo ella me hacía desear ser humano y así adorarla mi corta vida.
— No te detengas... — dije con miedo de que se detuviera al verme despierto. Me pregunto si esto es una tregua o me estará perdonando de alguna manera, pero dudo de ello, su poder viene de otro sentimiento muy diferente al perdón.
— No podemos dejarlas solas en tal situación.
Su voz quebrada atraviesa mi ser y lágrimas mortales besan mis ojos. Sé que contestar, esta es la manera en que llegaré a tener el perdón de mi amada diosa y traer paz entre nuestros últimos seguidores.
El Vacío Solar lo inventé para encerrar lo incontrolable, entre ellos, yo. Mi eje que denominaron "Sol" en la mayoría de épocas, elije un espacio donde pueda canalizar la existencia escogida y no dejarla salir nunca, pero mientras más la usaba, peor me sentía. Poco a poco mi poder disminuía. Usaba el Vacío Solar para combatir dioses renegados y matarlos donde nadie resultara herido. Una batalla a muerte de Dioses puede hacer que el mundo cambie de redondo a plano, es una manera de decir lo destructivo que podemos llegar a ser si nos lo decidimos.
Salir del Vacío Solar no es imposible, este lo hice fuera de la atmósfera de la tierra y al estar tan cerca de mi eje facilitará las cosas.
— No estarán solas. — contesto una vez que estoy decidido y tengo en mente el plan a desarrollar.
— Ya has salido una vez de mi Vacío Solar y no me impresiona, fue débil y no te quería en el, por ello encontraste una fractura lo suficiente grande como para deslizar tu poder por ella, te tomó décadas, pero lo lograste... — comento admirando su mirada centrada en mí, sus ojos dando esperanzas de felicidad. "¿Oh, cuanto más puedo amarte?".
— Dices que buscar una grieta es la mejor manera de ayudarlas, pero me tomó mucho salir, siquiera la mitad lograré sacar antes que el Forjador llegue a nuestras elegidas.—
— Lo sé, estoy consciente de ello, pero este Vacío es mío. — digo ruborizado de poder. — Puedo abrir una brecha lo suficiente grande cómo para que salgamos casi al cien porciento. Aunque me veré en problemas y será difícil combatir, ya que debo mantener este Vacío Solar y planeo crear otro y allí se me vendrá encima un bajón de poder. — concluí.
— Bien, ahor...— Hënë y yo nos levantamos de golpe, noto cómo su ira estremece mi Vacío y mi poder no se queda por detrás. El Forjador tiene a Leona, Diana y más guerreros convocados en una reunión astral.
Está declarando la guerra.
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Un escalofrío recorre mi cuerpo al ver la garra de Aurelion Sol partir a Leona por la mitad, eso y la rabia que en segundos es opacada por la rabia que siente Hënë ante su impotencia de poder intervenir. "Mi amada diosa, ya tendrás la oportunidad de enfrentarlo y así nuestra eternidad juntos se prolongará."
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Bardo, El Trotamundos. Su aparición apaciguó una batalla que pudo arruinar el camino elegido por nosotros. Por sus Dioses, el no poder comunicarnos con ellas con facilidad está dejando grandes complicaciones.
— Está llegando el momento, Xemx.
Hënë y yo vimos avanzar el fulminante ataque de Aurelion y supimos que de no entrar en ese momento no habría más oportunidades. Mi eje liberó el poder suficiente haciendo brillar mis ojos y al separar mis brazos el Vacío abrió una brecha tan grande que Hënë sonrió jadeando.
— Te va a caer algo más grande que una galaxia. — dijo Hënë sin espera y se lanzó a la tierra. La seguí implacable con ira. Una vez en la atmósfera nuestros cuerpos tomaron su forma mortal y el viento se abría ante nosotros. Vimos Targón frente a nosotros, el fulminante ataque de Aurelion y caímos sobre él. Nuestra divinidad nos detuvo antes de tocar el suelo, pero nuestra ira estremeció la tierra, nuestra tierra y venimos a defenderla cómo es debido.
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Leona aceptó la Ascensión mejor de lo esperado. Sabía que ella sería gloriosa al crecer, ahora la veo y me siento orgulloso de haber hecho algo bien. Según el plan ahora Diana ascenderá y serán envidas al temporal. Me acerco a Hënë. Le comento sobre ascender Diana.
-Por supuesto, Xemx por tu VACÍO SOLAR no pudimos bajar con todo nuestro poder, por lo que hacer Ascender a Leona y el Vacío temporal te hizo gastar demasiada energía. Se podría decir que hay más de ti aquí que en el Vacío, ¿no?- contesta, y con un movimiento de cabeza afirmo, me siento debil e incapaz de continuar esta batalla sin descansar antes.
"Oh, amada Hënë".
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Su mano en mi pecho me estremeció de emoción y el desgarrador poder del láser me estremeció de dolor, pero nada comparado con lo que sentí al ver sus ojos disfrutar mi caída.
Estoy en mi Vacío y por primera vez siento frío. Reconozco el sentimiento, por que soy un dios y se cosas. Poco a poco se cae a pedazos el rincón que soñé se convirtiera en el nacimiento se nuestro amor, pero se ha convertido en mi tumba.
Esperé lo suficiente u me mantuve con vida para verla por última vez, su belleza está presente en cualquier expresión que su rostro. Y ahora que disfruta este momento, su belleza es indiscutiblemente hermosa.
Hay tanto que quiero decirle y tanto que quiero hacer, pero mi fin llegó ante las manos de quién dio inicio a mis deseos de vida, irónico querer vivir por alguien que simplemente te destroza con la mirada, eso es el amor. Sufrir por ella no duele, pero que ella te haga sufrir mata.
Doy mi profecía antes de lo que me espera y la ira estalla en ella. Veo mi eje llorar, la expresión de Leona sentir cómo pierde algo, mis monumentos ser rasgados por el mismo viento y lo que más deseo, Hënë frente a mi.
Moriré viendo mi vida. Hënë.
Un Dios cae ante su único deseo.
Estoy a 1000 kph, próximo capítulo a la vista y comenten, hay premio cuando envían el comentario ewe
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