Capítulo XXI: Final del trayecto.
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De golpe se abren sus ojos. El mareo que siente destroza su cabeza y toca su cabellera blanca teñida de rojo puro. Sabe que es su sangre, pero no tiene miedo alguno ya que ve la cicatriz que se extiende por su pecho. Fue reciente, pero el poder que recorre su cuerpo ya la sanó.
Siente angustia y empieza a mover su cabeza de un lado a otro. De inmediato piensa en lo que más le importa en el momento y aunque nadie la escucha lo dice a la nada.
- Taliyah...-
Corre desesperada a la gruta que separa la tierra del vacío para solo percatarse del caos. «El caos es una escalera» dice sin saber por qué. El Monte Targón arde en llamas mientras uno de sus lados se desprende amenazante. El símbolo de fuerza se cae generando angustia.
***
DIANA
Me lanzo sin dudar directo a Targón, atravesando la nieve y el humo agitado por la porción que se desprende agitando hasta el cielo.
Mi memoria está en una y mi cuerpo en otra. Sé lo que soy ahora y lo que puedo hacer. Soy la elegida de la Luna, ascendida y más poderosa que nunca, y soy Diana, quién puede salvarlos. Salvarlos a todos. Salvaré a todos.
Uno, dos... Taliyah.
Los veo.
Antes de tocar tierra me ser detengo, y salto por el uno.
Su pierna sangra a chorros, evidentemente está más que rota, está desfragmentada. Tomo su hombrl por sorpresa cuando estuvo a punto de caer al precipicio que aún se derrumba. Pantheon ahoga un suspiro cuando lo lanzo contoda fuerza a la orilla segura.
Salta con una habilidad inigualable, su estilo es hermoso y letal a la vez. De.golpe se detiene y soporta una enorme roca que se desprendió del risco que cruzaba.
- Vigor... - dice con un gesto de fuerza en su rostro.
Targón se derriba y sigue siendo letal y magnífico. Cómo si quisiera castigarnos por no haberlo protegido cómo debimos. Es el precio que hay que pagar. La feuda que debemos.
No me inmuto y me estrello de lleno con la roca que Taric sostiene. Esta estalla en miles de pedazos, dejándolo libre de su riesgo.
Me mira compartiendo una sonrisa deslumbrante y se agacha para recoger tres poros debajo de el. Allí la razón por la que sostuvo tal fragmento.
-Mejor sal de aquí antes que algo empeore ma situación...- el grita para sobre pasar el sonido del derrumbe.
No parece preocupado, pero es un guerrero de Targón, su corazón debe estar desgarrado igual que el nuestro.
-Aurelion se estrelló contra Targón- grita a mi oído. - Hay que movernos, puedo sentirlo a él y algo peor. Mucho peor, es un presentimiento.
Dejo sus palabras rondando en mi mente. Uno listo, dos listo, ahora Taliyah.
Orbes lunares rodean mis flancos para evitar cualquier daño y concentro todo lo demás en encontrar a Tali. Ella debe salir sana y salva de aquí. Esta no es su batalla y aún así abandonó la suya para pelear la mía. Si ella cae no me lo perdonaré nunca. Entonces, todo se frenó. Cada roca, coda pedazo, hastavel último fragmento. Un grito desgarra el aire, agonía y dolor. Mis sentidos se intensifican por el pánico, es Taliyah, las rocas se detuvieron en pleno aire.
Taliyah lo mantiene todo, no da tiempo.
La veo a uno metros de mi. Su pose refleja el efecto que causa en las rocas. Erguida, rodillas cruzadas y sus brazos en forma de «U» sostuvo todo con su baile.
- ¡TALIYAH! - el grito atraviesa hasta mi boca por que no recuerdo haber querido gritar. Esta me mira y esboza una sonrisa, sangra por los oídos, las venas en su sien amenazan con estallar y para colmo veo la silueta que la amenaza. Me arden los ojos por que sé que fallaré. Mi poder llena mis piernas y tenza mis músculos. Debo llegar.
Aurelion abre sus fauces contra Taliyah a traición. Su tamaño es normal y se nota debilitado. Lo veo a lentitud. Ya estoy frente a ellos en un abrir y cerrar se ojos. Pero es imposible. El brazo de Taliyah desaparece entre las fauces de Aurelion. Y la sacude como una muñeca de trapo.
Tali no grita, soy yo. Mis gritos hacen estremecer todo y me odio como nunca.
***
-¿Por qué es necesario bailar?- pregunto mientras la veo acurrucada en mis piernas.
No lo piensa y sabe a que me refiero. Menea la cabeza cómo si buscara la respuesta correcta para una pregunta que al parecer no es habitual. Su pueblo debe conocer la respuesta por completo, pero aquí la nueva soy.
- Decirlo es un placer, no las controlo.- sigo sin entender, pero asiento. No pretende dar más explicaciones si no vuelvo a preguntar y seguramente soltara una chorrada, así que me arriesgo.
-¿Entonces qué haces?- pregunto.
-Guio el baile y a ellas le gusta seguirme. - contesta y suelta a carcajadas. No fue una chorrada, fue el detalle de su fuerza.
***
Las rocas mantienen en el aire aunque Taliyah es revolcada por Aurelion. Concentro mis sentido, perdí la cordura un segundo y eso puede ser crucial.
Taliyah arremete a puños las fauces de Aurelion.
- ¡Esto es asqueroso, suelta-. Sigue viva y salto en su rescate.
En mi trayectoria veo miles de rocas aproximándose a la misma dirección.
-En Piltóver hay cosas llamadas cohetes. Estas rocas harán el mismo efecto junto a la rara de cabello blanco.
Aurelion frena en seco y al girar sus ojos se cruzan con los míos. Me estrello a el y dejo fluir el poder lunar a su interior. Las esferas lunares explotan al tocarlo y con mi espada desgarro con dos golpes y uno al final potenciado con lo que me queda.
«Ruge, ruge y muera ya, maldición» pienso al verlo desplomarse y caer al vacío que antes fue un pedazo de Targón.
Rocas se deshacen en el delgado brazo de Taliyah, estas la protegieron de la mortífera mordedura que pudo costarle una extremidad.
La tomo entre mis brazos mientras fluyen sentimientos por mi pecho. Es cálido, hace frío y me hace temblar. Todo eso causa Tali. La veo que hasta cansaré hoyos en ella, por suerte la vista no hace daño o se derrumbaría con Targón.
-Di algo, Taliyah.
Mantiene silencio. Siquiera me mira, aunque la siento balbucear.
-Por favor, Diana...- dice por fin, noto preocupación en sus palabras, cómo si decirlo fuera una sentencia.
-Dime que el espectáculo de raros ya terminó y no caerá ningún niño iluminado del cielo. Por que no creo ser capaz de soportar otro, hasta el Monte se vino abajo, pero te lo haces y te vas, dejándonos con el que viene de las estrellas para «Estrellarse» contra nosotros.
Y suelta una chorrada.
***
La llevo tomada de la mano mientras hace un camino de rocas frente a nosotros.
-Y cuando iba a arrancar mi mano atraje rocas para cubrirme. Al estilo armadura- concluye poniendome al día de lo sucedido, según ella, solo nos fuimos un minuto y apareció Aurelion vuelto un infierno para desatarlo aquí.
A la distancia vemos a todos. Pantheon da un brinco con su pierna buena mientras se apoya en su lanza, Taric, quién nos rescató con sus asombrosas habilidades igual. Taliyah corre a el, se frena en seco a centímetros de su rostro.
-Me alegra que estés, bien.- dice eufórica.
-Oh, pequeña tejedora. - contesta con una voz hipnotizadora - Viviré en paz sabiendo que aún respiras.
Se acerca los centímetros restantes y pone sus labios sobre los de ella medio segundo. Mi corazón palpita a cien por la impresión y Tali se ruboriza, inmóvil mientras Taric camina al risco, se da vuelta para mirarnos. Guiña un ojo y se lanza, para dar su despedida que sin duda, Taliyah olvidará. Y yo tampoco.
***
LEONA
Su cuerpo va cayendo lentamente hacia mí. Vi claramente el desgarrador ataque que Diana le propinó y sin duda ya no levantará. Escapó del Vacío por que no supe controlarlo. Pero las memorias ya son más claras en mi. Retengo toda la energía para ello en mi pecho. Y cuando su cuerpo celestial está a metros y medio de mi extiendo mis manos y lo dejo entrar para sellarlo.
-Disfruta este Vacío Eterno, Aurelion Sol.
***
Me desplomo de rodillas y mis últimos alientos de energía se desvanecen con mi respirar. Luego de estrellarse Aurelion caí miy profundo para encontrarlo, ahora no se donde estoy y las rocas empezaron a moverse de nuevo. «Eje» me llama con locura, estoy muriendo. Caer del Vacío y crear otro de golpe me tiene agotada. Nisiquiera siendo lo que soy puedo descuidarme. Si no samgo de aquí, moriré.
***
DIANA
Freno en seco. En mi pecho vibra un peso diferente.
-¡DEMONIOS!
Caí y no pude verla. Leona.
No pensé en ella hasta ahora y a la vez sentí este peso desagradable en el pecho. Concentro toda la energía que me queda e intento localizar su existencia. Corro a todo lo que puedo y Tali me sigue el paso preguntando qué me sucede hasta que llego al risco que se sigue desplomando.
-Debo bajar.
-Me parece que eres el raro final del espectáculo. Allá abajo se muere. - contesta Tali.
-No hay tiempo para que me hagas una escalera. - agrego después de su generosa propuesta y no me dejo caer, me lanzo con la energía lunar que baña mis piernas.
A la distancia, bajo todas estas rocas, brilla el sol. El único sol que seré capaz de seguir. Lo seguiré como siempre lo he deseado, desde ahora hasta mi último día.
Esquivo todas mas rocas que puedo y las que no, las atravieso.
Esta vez si llego.
Me mira fijamente cuando me detengo en frente de ella, sin importar la velocidad que llego, quedo a centímetros de su rostro. Parte de su cuerpo esta cubierto de nieve y su cabello parecen raíces entre blanco y castaño rojizo. Pongo mi palma en su rostro y me impresiona lo fría que está. "Leona" un frío recorre mi mejilla, es una lágrima casi congelada por Targón que se cae en pedazos. Tomo su nuca y le limpio la nieve que invade su cuerpo dejando manchosos espacios blancos en su piel. Está helada.
-Viniste tan al fondo por mi...- dice con los parpados notablemente pesados por lo lento que parpadea.
-No, Leona- contesto y pego mi frente a la de ella. Compartimos el frío - Ya estaba en el fondo, llegar a ti fue salir de allí.
***
Su cuerpo es liviano ya que su armadura no está. Siento su aliento que poco a poco se vuelve más caliente, regresa a ser ella misma. Su poder regresa.
Mi hombro derecho se estremece, suelto a Leona hábilmente y con el puño y las orbes lunares acuden a mi llamado. Un pulso de energía se detiene junto a mis orbes y estas desaparecen.
-¿Qué haces?
Los Hënë aparece frente a mi. A metros, no a centímetros cómo es costumbre.
-Apártate...-
-Tienes a la elegida del sol en tus brazos, mátala.- Sus palabras podrían matar hasta el mismo viento. No demuestra su enojo, pero lo noto. Noto la amenaza que mi Diosa me hace.
-No te acerques, Hënë. No lastimarás a Leona. No ahora que llegué a ella y no estoy envenenada de poder.
-¡JUSTO AHORA ESTÁS ENVENENADA!- grita haciendo estremecer aún más todo Targón y mi corazón se agita.
Hënë es el símbolo de mi poder, de donde proviene. No podré hacerle frente de ninguna manera, pero no cederé. Si es necesario, mataré a la Diosa de la Luna para salvar a Leona. Mataré a mi propia Diosa.
-¿Matarme, estás dispuesta a matarme por ella?-me estremezco al saber que descubre mis pensamientos, claro que estoy ligada a ella. Es la fuente de mi poder, aunque no me siento débil estando frente a ella, retándola, además.
-Mira esa cicatriz en tu pecho, allí está lo que te mantiene corrompida de la repulsiva luz solar.
Empieza a avanzar, me congelo ante su presencia. Es implacable, su rostro blanco me aterra en este instante, algo que nunca había sentido estando frente a ella.
¿De esto es capaz un Dios enojado con sólo su simple mirada?
Está frente a mi. "Déjalo pasar..." dice su voz a mi oído allá. Su mano se acerca a Leona y por puro instinto, una orbe lunar explota en su costado haciéndola retroceder. A su vez salto hacia atrás alejando a Leona de su alcance. Su rostro no cambia por completo. Sus ojos se tornan el blanco más devastador.
-¿Crees que me derrotarás con lo que yo misma te he dado?
-Hënë, detente. No tenemos que llegar a esto. Podemos seguir tranquilas las dos. El Monte puede ser de ambas. Cómo en la historia que leí.- Intento convencerla, de ganar tiempo para que suceda algo, lo que sea que salve a Leona de una muerte inminente a manos de una manipuladora diosa con sed de venganza.
-No entraré en discusión con una marioneta.
Se lanza hacia mí y choca contra la primera orbe lunar que acude a mí. No me matará, nadie tocará a Leona. No ahora.
-Retarás a tu Diosa...- dice con una sonrisa a medias.
-No...- contesto dejando a Leona ponerse en pie.
-Mataremos a una Diosa- dice Leona materializando su armadura Solar a la vez que yo invoco la mía.
***
Targón se estremece al sentir nuestra ira. La ira de tres seres incapaces de dar un paso atrás sin importar a lo que se enfrenten. Una vez escuché su voz que me guiaba al fondo, cuando la única que debí escuchar siempre estuvo allí. Cómo un susurro enseñándome lo que el poder significa. Responsabilidad, respeto y amor, en fin.
Salto y doy estocada letales tres veces. Hënë las esquiva sin inmutarse y de un puño limpio me lanza a varios metros de distancia. Rocas abren paso al ser destrozadas por mi espalda. Acabo de sobrevivir al puño de un Dios enojado y estoy entera. Soy una ascendida, un dios fabricado. Puedo ganar, podemos ganar.
---"---
La elegida del sol desata su furia sobre Hënë. Cada golpe destella en su espada. Esta brilla con todo el poder solar que residen en ella. Leona nota los efectos que causa, Hënë igual.
-No soy una simple Ascendida. Mataste a Xemx y me dejaste con vida. Somos lo que él dejó para eliminarte.
Hënë ríe a carcajadas mientras bloquea y ataca. Leona retrocede mientras esquiva y lanza cada ataque que puede para no quedar en desventaja. Este es el poder del que es capaz de mostrar ahora. Igualar a un Dios. Ella es otra Diosa.
-¿Recuerdas sus palabras?- dice La Diosa del sol mientras sostiene un brazo de Hënë. Esto la deja atónita, la Diosa de la Luna siente la piel de Leona y hierve de furia.
"Mata a un Dios y dejará una jauría para cazarte."
Diana aparece de la sombra y corta el brazo de Hënë de un golpe limpio con su espada lunar. Un estallido lanza al trío a distancia diferente. Leona antes de chocar violentamente contra el suelo se incorpora u suelta su escudo para ganar equilibrio.
-Diana, no podemos dejarla alejarse.
Leona corre a toda marcha hacia donde Hënë se aleja. Una diosa huye. No suena bien en la cabeza de Leona y sabe que sin duda algo raro pasa.
"Tiene un plan o simplemente se aleja para restaurar energía. Hace un instante mató un dios y envío tres seres vivientes a un vacío. Si la dejamos ir ahora, no la venceremos nunca." piensa Leona a medida que se acerca más y más a Hënë.
En ello. Diana pasa a máxima velocidad junto a ella. Choca con Hënë lanzándola contra una roca.
La tensión impacta a Leona y rodean a la diosa de la Luna contra la pared. Hëne Golpea a Diana y bloquea el golpe de Leona. Las orbes lunares empiezan a estallar en los costados de Hënë. Mientras Diana la castiga con ataques constantes. Leona patea la rodilla de Hënë y esta contesta con un pulso de energía que la diosa del sol bloquea con su escudo. Diana la respalda lanzando un golpe a Hënë al rostro, pero la esquiva inclinando su cuerpo hacia abajo. Patea el tobillo de Diana haciéndola girar en el aire, golpea el escudo de Leona haciéndola retroceder y entierra de un puño en el pecho a Diana en el suelo. Diana grita y sus ojos de tornan blancos cómo nunca.
-¡DESPIERTA!
Hënë de un salto sube a la roca que la rodeaba y mira a lo lejos ignorando por completo a Leona quién ahora mira atónita a Diana revolcándose en suelo sosteniendo su pecho. Justo en la cicatriz, justo donde Hënë la golpeó.
-No tengo intenciones de permitir a el Sol y la Luna regir en el mismo lugar. Sin duda no seré capaz de matar a ambas en este instante, pero procura dormir con un ojo abierto. Diosa del sol. Diana ahora está caída en ese Vacía incrustado, donde su odio y poder descansa, pero no creas que serás capaz de contenerla por mucho. Hoy es parte de la Jauría preparada para cazarme, pero mañana se comerán entre ustedes, por eso nunca es de día y de noche a la vez.
***
LEONA
Grito de ira mientras sostengo a Diana para que deje de revolcarse y Hënë desaparece ante mis ojos después de dar su sentencia de guerra, llevándose consigo la oportunidad de llegar a paz para el Monte.
-Leona, lo siento de nuevo. - sus mejillas están mojadas por el sudor y las lágrimas a causa de la batalla que tenemos desde hace tiempo ya.
-Recuerdo cómo es odiarte y querer matarte, no quiero sentir eso de nuevo, ayúdame a sellarlo, ayúdame.
Diana sostiene su pecho y cierra sus ojos con fuerza. Quiere que selle su odio con el Vacío, pero no es lo que quiero, quiero que nuestra vida cómo una vez lo fue sobrepase su sed de poder. Ese poder que la cegó y amenaza con seguir haciéndolo, por ello, me niego.
-Lucha, Diana. Lucha contra ello.- Pego mi nariz a la de ella y comparto nuestra respiración. Lucha, lucha. Se calma. Por fin se calma y su mano acaricia mi rostro mientras nuestra respiración se une, se vuelve una así cómo nuestros labios ahora se tocan y bailan al son de nuestra respiración. Accedo por inercia y poso mi mano en su cuello para acariciarlo tan suave cómo puedo y desaparece todo a nuestro alrededor, nuestras palabras se desvanecen en el aire, no siento haberlo dicho, pero cuando separo mis labios de los de Diana, me lo dice al oído.
-Yo también te amo.
***
Creo que a veces hay días en que todos merecemos dormir un par de horas mas de lo habitual y así hubiera sido este día para mi, pero mi suerte no me lo permitiría. Me levanté al sentir a "Eje" gritar por mi. Así pasa cada vez que el primer rayo de el aparece en la mañana. Me levanto y recojo la primera pieza de ropa interior que encuentro y me la pongo. Busco en los cajones qué llevar, pero no me parece un día para eso. Materializo mi armadura y me preparo para lo que me depara el día. Antes de ello me doy vuelta y golpeteo el bulto que se arrastra debajo de mis sábanas.
-Hora de levantarse...- digo a Diana que aún se mantiene acostada en la cama. Esta salta de la cama y de golpe materializa su armadura para ponerse a mi lado. Caminamos juntas luego de una larga noche hacia la salida mientras el frío azota nuestros cuerpos.
Entramos a la Plaza, donde Pantheon nos espera formado con una gran cantidad de soldados al igual que Taliyah quien mira a Diana con una sonrisa de mejilla a mejilla y se pierde entre la multitud.
Pantheon empareja sus pasos con los nuestros y camina a nuestro lado para subir al elevado de la plaza, donde todos pueden vernos. La vos se corrió rápido gracias a Kahn y Elyak quienes están arriba ya. Kahn habló por horas sibre sus azañas en las "tabernas nórdicas" que hay en lugares de Targón. Los gritos y aplausos desgarran nuestros oídos y descanso mis hombros por tal placer. Esto es lo que tanto esperé, tanto deseé en mis más profundos sueños. Paz, paz junto a Diana. Un Monte Targón donde ser débil o bondadoso no es una sentencia de muerte. Tomo la mano de Diana y me la levanto en alto. Los aplausos se intensifican. Diana alza su otra mano en alto y la luz lunar acude a ella.
-Bienvenida a casa, Diana.
Mi mano sostiene la suya con fuerza en este final feliz, este final temporal, pero feliz.
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