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Capítulo I: Voces del Sol

LEONA

Creo que aveces hay días en que todos merecemos dormir un par de horas mas de lo habitual y así hubiera sido este día para mi, pero mi suerte no me lo permitiría.

Era normal, despertar unas horas antes del mediodía, un poco después del amanecer, desde hace mucho siempre me levantaba en ese momento sin falta pero, esta vez quería descansar mas.

Estaba decidida aunque tuviera un frío inusual. Aquí siempre sientes que vas a congelarte, pero no dentro de tu choza, donde se supone que el calor de tu chimenea te protege de la ola helada del Monte Targón.

Abrí los ojos para dar una explorada a mi habitación, inmediatamente me percaté de mi ventana, la que esta en el techo, estaba abierta de par en par.
No suelo abrirla y nadie nunca entra aquí sin mi consentimiento, me respetan demasiado para hacer tal cosa, aunque no creo que me molestaría que alguien entrara a traerme un delicioso desayuno y lastimosamente ese no era el caso.

-¿Leona?- dice una dulce voz, el culpable de mi ventana abierta y de que este muriendo de frío o mas bien "LA CULPABLE".

-¿Leona, estas despierta?- escucho esa dulce voz que proviene de esta misma habitación.

-¡Leona! Sé que estas despierta! Vamos, debo decirte algo muy importante levántate!- es inútil disimular que no lo estoy, ya vio mis ojos abiertos-

-¿Debo lanzarme sobre ti para que te levantes?- dice desafiante.

-Diana deten...-Diana se lanza sobre mi, inmovilizando mi cadera con la suya, enredando sus piernas con las mías, agarra mis muñecas dejándome totalmente a su merced. Intento liberarme, pero ya es una perdida de tiempo, sus enormes ojos que al estar tan cerca mio se ven aun mas grandes y juguetones de lo habitual, es obvio que esta feliz.

-Suficiente, Diana-gruñí con una voz firme e imponente lo cual le causa mucha risa, sabe que mi fuerte no es ser gruñona.

-Es innecesaria esa actitud conmigo, Leona- Dice con una enorme sonrisa plasmada en el rostro-Vamos, lo he escuchado, es mi hora de ser una Solari- Da un salto al bajar de mi cama, abre la puerta y mientras se va escucho sus gritos de alegría...

Me doy cuenta que sera un Laaaargo dia.

***

Ya es medio día y no he visto a Diana desde la mañana, no tengo idea de donde se puede haber metido.

Debe estar usando sus propios "métodos" de meditación, los míos son completamente inútiles según ella, pero por como llego esta mañana a mi habitación, me imagino que debe haber progresado mucho, si es así tendré que implementar sus métodos con otros de los practicantes.

***

Fue un día te practica normal, contando la ausencia de Diana, era muy normal que faltara.

Poco después de finalizar la clase Asher regreso algo enojado.

Asher era un buen amigo mio, aunque su relación con Diana era pésima, bueno Diana no se llevaba bien con nadie de este lado del Monte Targón y con los del otro lado... supongo que tampoco.

-Leona, deberías caminar por el sendero, antes que alguien mas la vea- tiró la puerta de la choza y lo vi alejarse.

No había que ser un genio para saber que se refería a Diana, cada vez que causaba un problema o mejor dicho, un problema la buscaba a ella, me decían a mi.

Por lo cual estaba agradecida, así podía salvarla de cualquier problema que causaría una sentencia de muerte dictada por los ancianos, esa debe ser su frase favorito "Lo sentenció a muerte".
No los soporto, ya quiero que se acabe sus mandatos crueles.
Me puse unas sandalias, un par de prendas normales, nada en especial, mientras me acercaba ala puerta vi mi armadura, mi escudo y mi espada por un momento.

-¿Debería llevarlo?- pensé-No, es innecesario por estos lugares- tampoco es que fuera a alejarme tanto.

Abrí la puerta y empecé a dirigirme donde Asher me indicó. Mi choza estaba bastante cerca del Templo, pero debía pasar por un par de pueblos antes de llegar.

Al llegar al pueblo pude escuchar a los niños gritar de emoción, corriendo y gritando alrededor mío, todo era tan diferente, mas pacífico a cuando yo era pequeña y me alegra pensar que es gracias a mi.

Recordar el día que fui sentenciada por los ancianos me produce escalofríos, pero pensar en como la energía del sol me salvaba de una muerte segura. Antes de continuar avanzando.

Miré hacia atrás, podía ver la parte inferior del Monte Targón, vi hacia donde estaba el sitio donde estaba el gran Templo de los ancianos. Debía pasar mucho tiempo allí, ya que mi voto era importante. Las Voces del Sol me salvaron y ahora yo debo salvar este lugar.

Antes de salir del pueblo una pequeña niña me ofrece una flor

-Oh, gracias. Es una flor muy linda-Le digo dándole una gran sonrisa.

Es una flor lunar, sus pétalos son blancos, demasiado blancos, si los veía por mucho tiempo me perdía en ellos, como si acabara en la nada, flotando sin mas.

-Es para Diana, a ella le gustara mas- dijo la pequeña niña, que dio media vuelta y camino hacia las chozas de la aldea.

¿Porqué alguien quisiera regalarle algo a Diana?. Con lo odiada que es por aquí.

-Genial, Diana se va relacionando con la gente de pueblo- pensé.

Todo parece ir mejorando. Cuando me alejo mas de la aldea, veo a los niños agitando sus manos, despidiéndose de mi. Alzo mis dos brazos y empiezo a saltar

-LUEGO JUGAMOS UN RATO!-grito a los niños.

Estoy en el sendero que lleva al Templo, el frío es mas fuerte y cegador en esta zona, pero aún así lo que llamó mi atención fueron aquellos gritos que empecé a escuchar hace pocos segundos.

Primero fueron pequeños murmullos en el ambiente, hasta que llegue a su fuente, ya notaba y entendía perfectamente que eran y lo que decía -HÁBLAME!! HÁBLAME!!- una y otra vez sin pausa.
En la copa de uno de los arboles pude ver una persona. Parada en el árbol mas alto con un perfecto equilibrio, sus piernas pegadas entre si, el torso completamente firme, brazos abiertos de par en par, como si fueran alas y estuviera a punto de volar, era Diana y supongo que ese era su "MÉTODO" que superaba los míos.

-Oh! GRAN SOL, YA LO HAS HECHO UNA VEZ, AHORA TE PIDO QUE LO REPITAS, HÁBLAME! HÁBLAME!-Continúa gritando Diana.

-Oye, Diana- digo, intentando llamar su atención, pero me ignora por completo.

Debo admitir que esta muy concentrada, lo cual es bueno, la concentración es importante, pero pararse en la copa de un árbol a gritarle al sol, nos es muy útil, es creativo, pero nada...útil.

Pierdo la paciencia y me acerco al árbol en que Diana esta parada. No me pone atención, así que no quedaba mas opción que bajarla o mas bien tirarla de el, no tenía la mas mínimas ganas de trepar hasta donde ella.

Puse la palma de mi mano en la corteza del árbol -Serias una excelente silla en mi sala o recámara-dije en un tono bastante bajo. Como si pudiera entenderme. Mi intensión es golpear el árbol para que Diana pierda el equilibrio y caiga aquí.
No pretendo tirar el árbol, es muy lindo y parece muy feliz aquí plantado. Sin pensar mas cierro mi puño, planto mis pies con firmeza en el suelo y empiezo a girar mi cadera llevando mi puño con ella.

Concentro una pequeña energía en mis nudillos y golpeo la corteza del árbol procurando no partirlo a la mitad. El árbol tiembla y logro escuchar a Diana caer de rama en rama.

Cuando su cuerpo cae ante mis pies enseguida se levanta y salta hacia mí. ¡¡Leona!!- su expresión es cálida y alegre, ni siquiera esta enojada por hacerla caer del árbol, pero así es Diana

-¿Que haces aquí?-preguntó mientras me miraba de arriba a abajo.

-¡Calla! Y mejor ve explicándome por que no fuiste a entrenar y meditar hoy. Tomando en cuenta que me despertaste temprano, lo menos que podías hacer era eso, pero preferiste venir a gritarle tonterías a nada.

¿ Cuando piensas tomar esto en serio?- estaba furiosa, así que las palabras salían de mí aunque no quisiera decirlas -¿No sabes lo importante que es esto? Si no logras ser una Solari podrías morir en el examen final! Me falta demasiado para siquiera poder hacer que esos ancianos al menos piensen en dejar esa estúpida tradición. Y quien sabe cuantos mas morirán para entonces!- mi sangre esta ardiendo y mis puedo sentir como las lágrimas bajan por mi mejilla.

-Comprende lo que di...- Diana me interrumpe lanzándose sobre mi, con sus brazos abiertos posando su cabeza en mi hombro derecho y rodeando mi abdomen con sus brazos

-Lo sé, Leona- me dice en un tono bajo y dulce -Se la presión que sientes y que estas preocupada por todo, pero...Yo no voy a morir- Afirmó, separando su cuerpo del mio y poniendo sus manos en mis hombros.

- Seré la mejor Solari que haya y te ayudare a que esa estúpida tradición de masacres entre amigos y jóvenes termine- Dio una gran sonrisa, puso su palma en mi mejilla derecha y limpio las lagrimas que bajaban por ella, hizo lo mismo en la otra mejilla -Perdón por gritarte, Diana- le dije, un poco apenada -¿Vamos a casa antes que anochezca? Te invito a dormir-Agregué mientras le daba una palmada en el hombro, en ese instante sentí algo tibio y húmedo en mi mano. Mire mi palma, estaba manchada con sangre

-¿Diana, te lastimaste al caer del árbol?-
-Para nada, ni siquiera un rasguño-afirmo sin detenerse. Me paré frente a ella y crucé mis brazos
-DIANA! Estas herida, dime por que- estaba completamente segura que no me lo diría, pero no podía quedarme sin saberlo. 

Sentí un escalofrío recorriendo mi espalda y pude ver como Diana miraba sobre mi hombro mientras ponía una sonrisa-Si tantas ganas tienes de saberlo...- empezó a decir Diana, mientras yo me giraba para contemplar lo que ella veía -Puedes preguntarle a cualquiera de ellos- termino de decir Diana a la vez que amarraba su cabello.

-¿A cual de los 13 le pregunto?-
-Al último que quede en pie, ¿Te parece bien?-
-me parece excelente-
Trece hombres se acercaban hacia nosotras. Y era obvio, que no venían a gritarle al sol con Diana.

Primero que todo, disculparme por lad faltas ortográficas presentes a los largo del texto, soy consiente de mi fallo al comerme tildes.
Esta es la primera "Historia" que decido escribir. Espero que haya sido de su agrado, tengo planeado continuar asi que espero su apoyo. LIKE Y COMENTEN

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