Sarutobi Hiruzen sabía que Naruto era especial, Kyuubi no Yoko fue algo que le añadió aún más.

Pero en el momento que lo tuvo en brazos y abrió los ojos, lo supo.

"Pasarás grandes dificultades, Naruto-kun" huérfano, Jinchuriki y sin duda el desprecio de la hoja.

Dos semanas en el orfanato de las cuales tres días lo botaron a la basura, el ANBU lo había rescatado y trajo a sus brazos.

"A Biwako le hubiera gustado mimarte"

Sus ojitos azules nublados lo miraban directamente, su boquita se abrió en un bostezo y sonrió, tenía años sin criar a un hijo.

Suspirando imagina todo el papeleo que tendrá, ser Hokage apestaba.

"Jiji" mira a un lado allí en el suelo Naruto le enseña un dibujo.

Es bonito y se entiende mejor de lo que debe de ser en niños pequeños.

Allí los dos están en su oficina, incluso el Kanji de su sombrero fue sombreado con rojo.

"Tu...yo y yo!" siempre tuvo problemas con el idioma, balbuceaba en un idioma infantil que no entendía y el japonés le fue difícil.

"Muy lindo, gracias Naruto-kun" acaricia su cabello.

A sus tres años ya era muy inteligente, mientras no hablara la inteligencia fue prodigiosa.

Había momentos divertidos, siempre se sorprendía sobre algunas cosas como los refrigeradores o la estufa, una vez miró el refrigerador con susto y nunca más se le acercó.

Y un día vió a dos chicos bailar, esa noche, se levantó por ruidos ajenos a él, eran alrededor de las dos de la mañana y su ANBU no le alertó.

Pensó lo peor, hasta que fue a la sala y su ANBU señala a Naruto tratando de replicar los pasos de los bailarines, fue torpe con su regordete cuerpo pequeño.

Ser abuelo y padre en su vida fue divertido.

"Naruto-kun, tengo una reunión con el consejo. ¿Quieres ir a casa o quedarte en la oficina?"

"¡Casa!" allí podía practicar su baile.

"Inu, llévatelo"

Naruto se miró en el espejo.

Cabello rubio y ojos azul zafiro, está apariencia le recordaba a él.

Hoy tenía cinco años.

Cinco años que no lo veía, que no sentía...

Que no vivía.

Tenía añoranza.

Por su bebé, la pequeña unión de ambos que le arrebató la vida y que amó hasta el último pensamiento.

Athanasia.

Su hija y de Claude.

Su muerte le quitó ambos, y renació.

Pero no en su mundo.

Uno completamente diferente, se dió cuenta.

No hablaban ninguno de los idiomas conocidos, tampoco había magia, tenían este extraño 'Chakra' que usaban para la guerra.

El idioma difícil pero no imposible.

Crecer de nuevo es toda una experiencia, sentía algo de culpa con su abuelo que lo cría.

Era extraño el hecho de que todos lo odiaban y no saber el porqué de ello.

"Estoy listo, Neko-san" sus pantalones con aberturas en ambos lados, una camisa en terminación 'V' por encima del ombligo y una banda en su frente, toda la vestidura en color naranja, la tela es delgada por lo que no le acaloraba, en su cadera había un cinturón con monedas.

Le había dicho a Jiji que bailaría de manera especial este día.

Es el festival del vencimiento de Kyuubi no Kitsune ¡El 5to aniversario!

Cuando Neko lo cargó, rápidamente aparecieron afuera de la oficina, había dos Samurái que se inclinaron ellos abrieron la puerta cuando se escuchó un 'adelante' y rápidamente entraron.

Allí Madame Shijimi y su esposo Kaneko estaban allí dentro, era el Daimiyo y su esposa. Los había visto otras veces de lejos, nunca tan cerca, traían un niño con ellos que abrazaba y daba mimos a ese gato inmortal (según Inu-san, ya que ese gato tiene alrededor de 20 años y sigue vivo y joven).

"Hiruzen-kun, ¿Este es...?" Admitiría que es un niño bonito, sus ropas solo le hacían ver más lindo.

"Mi nieto, Uzumaki Naruto. Daimiyo-sama, hoy me ha preparado una danza"

"Que buen niño" Lady Shijimi sonríe y mira a su sobrino.

"Entonces vean conmigo la danza de mi nieto" Sarutobi deja que Naruto de acomode y le da la señal para empezar.

"Mi baile lo he nombrado 'Athanasia', Jiji"

"¿Porqué?" Un nombre raro.

"Significa 'Inmortal' y quiero que los sentimientos dados en el duren eternamente" dijo de manera sabia con esa mirada lejana y melancólica.

Entonces se puso en marcha, movió su cadera y el sonido de las monedas llamó su atención, tenían un ritmo constante y atrayente, alzando sus manos al ritmo las llevo en movimientos de ola y de arco.

Su mente fue más allá de sus recuerdos,  bailar era lo mejor que hacía, fue para lo que su alma fue hecha.

Claude lo había dicho.

Alza su cadera y los cascabeles en sus tobillos resuenan al par que las pulceras de metal que Neko-san le había conseguido.

Sin saberlo, había cautivado con sus movimientos y su sonrisa, Hiruzen sobre todo parecía muy sorprendido.

Este nieto suyo era especial.

Hipnotiza y clama mirarlo, ver cómo cada movimiento llama su atención. Los ANBU en el techo también miraron, hubo uno que incluso hizo el signo para romper un Genjutsu pero no hubo alguno.

Gira haciendo que ellos miren sus ojos zafiro tentadores, salta ligeramente y aplaude de manera rítmica en un compás diferente.

Fue hermoso de ver.

Lady Shijimi tuvo de pronto una idea, sonrió para sí misma mientras el niño los seducía con sus movimientos.

Cuando creciera sería mortal.

Y ella lo quería.

Naruto finalmente se inclinó cuando terminó de bailar, no necesita la música cuando su cuerpo mismo la hace.

Por algo fue conocida como Diana la Diosa de Shiddonia, la mejor entre las bailarinas.

"Maravilloso, Naruto-kun" aplaudió Jiji con una sonrisa.

"Sin duda alguna fue hermoso, Uzumaki-kun" Lady Shijimi se acercó y dejó un rubí en la mano del niño.

"Wao" el rubí es hermoso, del mismo tono que alguna vez fueron sus ojos.

"Me gusta" el niño detrás de Madame Shijimi dijo mirándolo.

"Es... sorprendente" Kaneko asiente, ese niño no tiene intereses que no sea política y números.

"Esposo, hablemos un rato con Hokage-sama" Shijimi sonríe haciendo que su gordo rostro se vea más redondo.

"Claro, Neko. Lleva a Naruto-kun y a Maddoka-kun a la habitación de a lado"

"Hai"

Saliendo, un samurái se le quedó mirando mientras entraban a la habitación de a lado, ese mismo entró con ellos.

No es que desconfiara de los Ninjas, en parte sí pero su deber era proteger a la nobleza.

"Neko-san, ¿Puede traerme mi té porfavor?"

Ese té floral que tanto ama el niño, nunca había probado uno igual pero cuando el Uzumaki lo hacía era delicioso. Había tratado de hacer uno igual pero siempre fue amargo, hasta que le enseñó a hacerlo pudo disfrutarlo en su casa o cuando su novio iba a visitarla.

"Enseguida" se inclina y confiando en el samurái desaparece, el té del niño está en el complejo Sarutobi.

No tarda en agarrar el juego de té de porcelana que Naruto siempre cuidaba con amor, juntos a las flores y pastelillos que había en el refrigerador.

En un Shunshin apareció frente a la pequeña sala de la habitación, solo había una mesa de centro, dos sillones y un sofá con vista a la ventana allí había otra mesita más alta. Allí estaba sentado Naruto esperando el té.

Neko fue vigilada con ojo de Alcón la preparación del té, Naruto dió el visto bueno después de unos minutos.

"Madoka-sama, ¿gusta acompañarme a tomar el té?"

Tenía una fragancia floral y el color melocotón fue ligero, en esa taza blanca podía saborear un poco de su pasado.

"No importará" tomó asiento a su lado y miró la taza, sopló un poco para alejar el calor y bebió un trago.

Fue delicioso, no es dulce, no es amargo, no es ligero pero tampoco pesado, estaba en un punto intermedio.

Y eso que no era de tomar té.

"Es pasable" Naruto rió.

"Es mi receta, este té es delicioso. Cómo si una flor naciera en mi boca"

"Vaya forma de decirlo" bebe su té, Naruto solo asintió mientras tomaba una galleta.

Una hora después Madame Shijimi llegó con una sonrisa enorme que amenazaba con partir su cara a la mitad.

Detrás de ellos, Hokage-sama se veía agotado y algo triste.

"¡Uzumaki-kun!" Lady Shijimi se acercó y lo abrazó.

Naruto supo porque su gato Tora huía de ella.

"¡Nos vamos a tu nueva casa!" Chilla cerca de su oído "¡Ahora puedes decirme ¡Okā-sama!"

¿Eh?

Miró a Sarutobi Jiji que negaba con tristeza, entendió. Era como la realeza en Obelia, no puedes negarle nada al Daimiyo-sama y menos a su esposa.

"Mandé a los ANBU para tus cosas, Naruto-kun" Hiruzen se arrodilló y miró fijamente a su nieto "Ten este pergamino, léelo cuando estés solo"

"Hai"