CAPÍTULO XXXVI: La liberación de la reina (II)
Habían pasado cinco días desde que Emerald, Diamond y Noman habían quedado atrapados dentro de la esfera.
Draven, Eugene y Privai, en compañía de los maestros y el director, esperaban que un milagro pasara, pero este simplemente parecía que nunca iba a llegar.
Eugene con la ayuda de su magia y el revelador había logrado mostrarles a ambos pequeños vestigios de su vida real para ayudarlos a salir del trance, pero la magia de las deidades era tan poderosa que sentía que poco o nada había podido hacer por ellos, en especial con Emerald, ya que aparentemente las deidades querían mantenerla cautiva a toda costa por un extraño motivo.
Draven ya había perdido la voz por gritar el nombre de ella sin parar durante horas, pero ante la insistencia de sus docentes finalmente había decidido aguardar al igual que el resto.
—Iré a ayudar a Madam Lilehart con Julian —dijo Privai los demás asintieron mientras aún observaban la esfera.
Julian había quedado tan lastimado durante la batalla contra Noman que su cuerpo había sido contaminado, y si bien Madam Lilehart había hecho lo mejor que podía, ni él ni Diomedes lograban reaccionar, ambos habían quedado en un estado vegetal.
Eugene para lograr ayudar a Julian había ingresado a su mente y descubrió todo lo que había pasado, lo que había descubierto en los libros de Genivia, y todas las cosas que tanto Diamond como él habían estado tramando.
—Me siento tan impotente en este momento —confesó Draven mientras apegaba los puños—. Si ese idiota de Julian hubiera confiado en mí un poco más no estaría en este estado ahora.
—Draven, creo que ninguno de nosotros hubiera podido adivinar lo que estaba pasando —Draven no pudo evitar apretar la mandíbula luego de escucharlo—. Sin quererlo el día del ataque en Navidia Julian y Diamond habían establecido una conexión mental, la cual era ajena incluso a Diomedes y Noman, y pese a que Julian era únicamente un huésped en ese momento, a raíz de eso él decidió por cuenta propia liberarlo a toda costa por Emerald, tal y como se lo había prometido.
—Lo sé, pero no puedo evitar sentirme mal, cargó solo con esto por años... incluso yo me siento como un idiota, cuando me puso el sello debí darme cuenta de que algo andaba mal, me consideraba su amigo y aún así... no fui capaz de darme cuenta que era lo que estaba pasando.
—Es admirable lo que el joven Ases ha hecho —esta vez fue Giuseppe quien se acercó a ellos—. No es fácil entrar al subconsciente de alguien mientras otra persona lo tiene bajo su control, inclusive él comenzó a purificarlo y recuperar sus recuerdos incluso a la distancia... él estado en el que se encuentra ahora es producto de toda la magia corrupta que terminó afectándolo... pero me atrevo a decir que... si no le dijo algo a usted joven Sallow, ni mucho menos a la señorita Lagnes, fue porque los amaba lo suficiente como para lastimarlos de esa manera.
—Es un idiota —respondió Draven—, más le vale despertar porque tengo un par de asuntos que arreglar con él...
Los demás maestros habían alcanzado a escucharlo no podían evitar sentirse de la misma forma. Los métodos que él había utilizado claramente no habían sido los correctos, debió confiar más en los demás así como lo hizo Emerald, pero Julian no había deseado que más gente terminara herida en el proceso.
Antes de que el director fuera junto a Madam Lilehart y Privai vieron como la esfera comenzó a teñirse de color blanco, inmediatamente todos corrieron hasta donde se encontraban Draven y Eugene y aguantaron la respiración.
El objeto provocó que el suelo se remeciera, se vieron forzados a retroceder cuando las grietas debajo del piso aparecieron, pero por fin luego de varios minutos de angustia esta comenzó a romperse y al hacerlo, Emerald, quien todavía estaba de rodillas sujetando el cuerpo de Diamond apareció envuelta en un manto de luz.
Las hondas de purificación comenzaron a envolver el ambiente, la tierra árida y muerta comenzó a germinar dejando pequeños brotes de césped en el suelo, y la onda expansiva cubrió todo el lugar hasta que ninguno de ellos fue capaz de seguirle el rastro en el horizonte.
—¡Emerald! —gritaron casi todos al unísono.
Ella alzó al rostro al distinguir sus voces, Draven fue el primero en abrazarla, seguida de Eugene y Privai quienes no tardaron en acercarse.
—Estás bien —lloraba el castaño mientras la sujetaba con fuerza.
Sus amigos al darse cuenta de que en sus brazos yacía su gemelo le dieron un poco de espacio, al ver como sus maestros se acercaban no pudo evitar sentir gratitud al darse cuenta que estaban bien, pero inmediatamente comenzó a buscar a Julian con la mirada.
—Lo siento, Emerald —dijo Privai en un hilo de voz.
Los tres abrieron paso y dejaron que observara a Julian a lo lejos, Draven se ofreció cargar a Diamond y ella corrió hasta donde él se encontraba.
Si bien sus heridas habían sido curadas su piel estaba pálida, y a esto se le sumaba que la mitad de su cuerpo estaba corrompido, dejándole unas marcas cual enredaderas a la mitad del rostro.
Ella sujetó su mano fría y dejando un beso sobre esta mientras cerraba los ojos. Se acercó hasta su rostro y depositó un beso sobre sus labios, pegó su frente a la de él y al alejarse pudo ver como el fantasma de Diomedes estaba observándola a la altura de su cabeza.
El hombre no dijo nada pero se le veía bastante afligido, Emerald lo observó, centró las manos sobre su pecho y dos orbes de color celestes se formaron, estos al salir del interior de la muchacha lo rodearon, uno de ellos tomó la forma de Marie, que lucía tan bella como lo recordaba y en sus brazos se podía apreciar a un pequeño bebe que batía sus brazos en su dirección.
Diomedes observó a la muchacha, ella asintió con tristeza mientras el hechicero tomaba el rostro de su amaba. Marie volteó a observarla y exclamó un "Gracias por todo", finalmente los tres se volvieron orbes y comenzaron a elevarse en dirección a las nubes.
Draven depositó el cuerpo de Diamond junto al de Julian, ella se quedó en medio de ambos mientras sujetaba sus manos y cerró los ojos.
—¡Emerald, algo brilla dentro de tu bolsillo! —exclamó Eugene desde atrás.
Al darse cuenta de esto ella introdujo la mano dentro de este y sacó una pequeña esfera, al contacto con su palma el destello de esta fue todavía más grande y los cuerpos de Julian y de Diamond comenzaron a brillar.
Las marcas que el pelinegro tenía comenzaron a desvanecerse y su piel dejó de estar pálida, mientras que la piel incolora de su gemelo volvió a ser como la que ella recordaba de niños.
Ni ella ni los demás entendían que era lo que estaba pasando, pero al observar al frente pudo ver a Azoret junto a Aretursa observándola, la esfera de luz al cesar su brillo explotó y ambas desaparecieron.
El primero en abrir los ojos fue Julian seguido de Diamond, ambos se sentaron con dificultad sobre la tierra sin entender que hacían todavía allí, Emerald los observó atónita, ellos de igual manera mientras paseaban la vista entre los demás que estaban un poco más atrás.
—Bienvenidos nuevamente —chilló ella con la voz entrecortada.
Ambos sabían que tendrían que dar demasiadas explicaciones luego, pero al menos de momento deseaban disfrutar de ese momento de paz que las deidades les habían proporcionado.
***
Gracias al deseo que habían pedido los hermanos, no solo todas las criaturas del abismo habían sido purificadas, si no que además todas las personas que alguna vez habían sido presas de la magia corrupta de la reina Joan, como el abismo, ahora era una tierra rebosante de vida al igual que Sudema, la nación del fuego que por generaciones había sido una tierra de desiertos.
Sin embargo, pese a que todo había resultado bien esto no dejaba de lado la destrucción que había ocasionado Noman, e inclusive el mismo Diamond. Los reinos mas golpeados habían sido Navidia, Delia, e inclusive la escuela había sido destruida en el ataque, y si bien Emerald había comprobado de que Diamond realizó aquellos repudiables actos por estar bajo el control del hechicero, y el director Giuseppe e Igor abalaron esto, los demás reyes habían solicitado que tanto Julian como Diamond fueran juzgados por lo que habían cometido, pero el juicio se había dilatado por la recuperación de ambos.
—No puede haber un trono vacío —dijo Theo Spica, el rey de Sudema, mientras se levantaba del asiento—, necesitamos un dirigente en La Alianza.
—Concuerdo con él rey Theo —exclamó Calico Hartwos, rey de Genivia—. Si bien la amenaza de los monstruos del abismo ha sido erradicada, nosotros todavía necesitamos designar a un líder de La Alianza.
—Entiendo su punto —interrumpió Jok Erden, rey de Danuri—, pero seamos conscientes, todavía tenemos pendiente el juicio de... —antes de que pudiera hablar la mirada de Rugbert, que acababa de recuperarse y salir de peligro, lo hizo callar.
—¿No sería mejor si proponemos un nombre? —acotó Arthur mientras tomaba asiento.
—Emerald Lagnes —dijo Rugbert antes de que el resto opinara.
—¿Emerald? —murmuró Theo Spica desde su asiento.
—¿Consideras a alguien más apto para la corona? —cuestionó Arthur ante sorpresa de todos— Le debemos la vida a ella. No solo nos salvó el cuello mientras ustedes corrían a esconderse, si no que también destruyó a Noman, liberó a Navidia de la maldición impuesta por Marie, hizo germinar a tu propio reino de Sudema, y provocó que el Abismo ahora sea una tierra rebosante de vida... creo que ella es la mejor persona para reinar no solo Delia, si no también La Alianza.
—Entiendo tu punto, Arthur —se defendió Jok Erden—, pero... ¿qué nos garantiza que la historia no se repetirá?
—Majestades —interrumpió Igor, quien acababa de entrar al recinto—. Creo que me debo de haber equivocado de reino, porque en donde pactamos llevar la sesión no había nadie —dijo ante la atenta mirada de los demás—. Pido perdón, deben ser las lagunas propias de mi edad.
Los reyes se mostraron visiblemente incómodos con su presencia. Al no haber un rey en el trono de Delia, Igor pasó a ser el vocero oficial, ya que el actual jefe de hechiceros de ese reino había sido encarcelado por haber encubierto las fechorías de Joan. Y ellos deliberadamente no le habían informado acerca de la sesión ya que sabían el bando de quien tomaría, aunque Arthur Treical había sido el primero en ponerle sobre aviso para que pudiera llegar a tiempo.
—Debido a que la reina Joan pereció durante la batalla, creo que es momento para poder revelar otro de los secretos que la familia Lagnes ocultó durante este tiempo, esto según nuestros dictámenes oficiales lógicamente únicamente se debe hacer si la estabilidad de un reino peligra, y ese momento es ahora —Arthur Treical y Rugbert Ases, quienes ya sabían de antelación lo que diría, asintieron—. El día del nacimiento de los príncipes fue la princesa Emerald la primogénita y fue ella quien poseía el gen de magia dominante, como es de conocimiento de ustedes, majestades, debido a nuestras costumbres el cargo se le fue revocado y cedido al príncipe Diamond. Sin embargo, he venido aquí para someter a votación que el trono le sea proporcionado a ella, no solo por el orden de nacimiento que tiene, si no porque a mi parecer, sus excelencias, ella ha demostrado amar lo suficiente no solo a su pueblo, sino también a los habitantes de todos los reinos.
—Apoyo la votación —secundó Arthur mientras alzaba la mano.
—Concuerdo con Igor —lo siguió Rugbert mientras alzaba con dificultad una mano.
El rey de Danuri y el de Sudema se observaron. Si bien les había salvado la vida, las leyes dictaban que los Ases hubieran tomado el cargo de La Alianza, aunque tras los recientes acontecimientos tampoco deseaban confiar en Julian, y ntes de que pudieran negarse ambos vieron como Calico Heartwos, el rey de Genivia alzó la mano mostrándose a favor de lo que había propuesto Igor.
—¿Estás seguro de tu decisión? —preguntó Theo Spica.
—¿En verdad dudas que este sea el camino correcto? —cuestionó— Emerald salvó a nuestros hijos esa noche, si no fuera por ella, ninguno de nosotros estaría con vida debatiendo si este el camino correcto o no.
Resignados, Theo Spica y Jok Erden terminaron alzando el brazo mientras Igor disimulaba una sonrisa bajo sus arrugas.
***
Draven acababa de llegar con una cesta de pan, queso y una botella de vino que Silvana le había preparado a la cabaña que servía momentáneamente de carceleta de Julian y Diamond, Privai fue la primera en tomar las cosas y colocarlas de forma prolija sobre la mesa, Emerald aún se mostraba algo recelosa con Julian, estaba feliz de tenerlo a salvo y de tener a su y hermano con vida, pero el dolor de haber perdido no solo a Kaia, sino también a Ferco todavía estaba presente dentro de su pecho.
En cuanto había estado más respuesta de la batalla fue directamente a Navidia a buscar a su amiga pero no la encontró en ese lugar, los pobladores le dijeron que la criatura había volado con rumbo desconocido hacia las montañas y no la habían vuelto a ver, y pese a sus esfuerzos, la búsqueda había sido infructuosa. Nadie sabía donde estaba y para ese punto lo único que ella rogaba es que estuviera a salvo.
Las criaturas mágicas por su parte habían venido a verla y mostrado sus respetos por la muerte del duende, en conmemoración, le mostraron el pequeño espacio que habían creado en su memoria que estaba situado en el bosque de las hadas, Emerald era la única que conocía la ubicación, y que los seres hayan tenido la suficiente confianza como para poder mostrarle un lugar tan sagrado le generaba cierto consuelo.
Ferco había sido uno de los héroes de la batalla y nunca dejaría de decir lo mucho que él había contribuido a la paz de los reinos.
—Mis amados estudiantes.
Giuseppe acababa de entrar acompañado de Igor que traía una sonrisa de oreja a oreja, los demás los saludaron y ellos se acercaron a la mesa mientras veían como Draven ya había comenzado a comer.
—Traemos buenas noticias —dijo Igor con regocijo.
—¿Los liberaran? —preguntó Privai, pero al recibir una negativa la sonrisa se esfumó de su rostro.
—Lamento informar que el juicio sigue pendiente —informó el hechicero en jefe—. Sin embargo, traigo excelentes noticias para la princesa Emerald.
Igor les contó con lujo de detalles lo que habían conversado durante la reunión de los reyes, sus amigos no pudieron evitar brincar de la emoción, incluso Diamond había prácticamente corrido abrazarla, pero Emerald no había mostrado ni un ápice de alegría tras la noticia, sin embargo sonrió únicamente para poder complacer al resto.
Durante la comida Igor estaba dando los detalles de quela coronación se llevaría a cabo por la mañana siguiente, los demás hablaban acerca de lo bueno que eso representaba, Emerald había demostrado gran poder y estaban seguros de que impulsaría no solo a Delia, si no también a todos los reinos a una nueva era, y aunque trataba de mostrarse emocionada como los demás, el único que se dio cuenta durante toda la conversación de que la idea no le gustaba era Julian.
Al llegar la noche el director e Igor se fueron para poder preparar la coronación del día siguiente, los demás, que habían hecho una especie de campamento en esa cárcel se fueron a dormir y Emerald salió a escondidas del resto por la puerta trasera para recibir algo de aire fresco.
Ella jamás había deseado la corona, lo único que siempre quiso desde niña era poder ser libre, al menos lo suficiente para poder tomar sus propias decisiones, pero que ahora tuviera que volver a mostrarse complaciente con el resto y aceptar lo que vendría era algo que no le gustaba. Sentía que estaba retrocediendo nuevamente varios pasos hacia atrás.
—¿No es lo que deseas, verdad? —preguntó Julian tomándola por sorpresa.
Ella vio de soslayo como él tomaba asiento justo a su lado, ambos comenzaron a observar la luna brillando en lo alto y finalmente tras varios minutos en silencio, ella suspiró pesadamente.
—Nunca deseé la corona —confesó—. Fui forzada desde joven a fingir ser mi hermano, luego tuve que continuar con la mentira y estar a la altura del cargo, pero... no es algo que en verdad sintiera que me haya llenado. Tan solo... deseo poder ser capaz de encontrar mi propia felicidad...
—Entonces que nada ni nadie te impida hacerlo.
Julian sostuvo su mano que se encontraba sobre el césped, ambos se observaron, luego de eso Julian él silbó y se escuchó un aleteo lejano, Emerald observó el cielo y vio una enorme Hipermeria volando la cual terminó aterrizando frente a ellos.
Ella se puso de pie, sus manos temblaron al dirigirse al frente y el pico de la Hipermeria comenzó a frotarse en su palma.
—Kaia... —chilló, la Hipermeria volvió a frotarse con más fuerza tras escuchar su nombre.
—Mi padre logró encontrarla —dijo y ella volteó a observarlo—. Estaba desorientada, y no la culpo, el paisaje cambió demasiado desde que Noman fue destruido, así que fue un poco difícil hacer que entendiera que queríamos ayudarla... pero... ha vuelto a ser la de antes, Emerald.
La enorme criatura, aunque no podía hablar demostraba la alegría que sentía de reunirse nuevamente con su ama, Emerald no pudo llorar de la emoción porque pensó que jamás volvería a verla.
Tras el feliz reencuentro Kaia aplanó una de sus alas para que Emerald pudiera subir, la muchacha observó hacia atrás y vio como Julian la observaba con profunda tristeza en los ojos.
—Eres libre —sonrió y algunas lágrimas resbalaron por sus mejillas—. Ve y encuentra lo que realmente te hará feliz.
Emerald caminó hasta estar frente a Julian, ella sujetó su mejilla y la acarició. Se acercó con suavidad a su rostro, besó sus labios, él la rodeó con sus brazos para sentir su calidez una vez más, pero cuando todo terminó, ella se separó.
—Si en tu búsqueda de respuestas descubres que soy ese camino, no dudes que seguiré esperándote. Te amo y siempre lo haré.
Ella volvió a darle un beso corto y se dirigió hasta Kaia, la criatura volvió a alzar vuelo y el aleteo despertó a todos los que estaban dentro de la cabaña, Julian en compañía de los demás vieron como poco a poco ella se perdía en el horizonte junto a Kaia, y aunque sentían profunda tristeza por la decisión que acababa de tomar, sabían que eso era algo que ella siempre deseó.
Ser libre.
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