Capítulo XXVII: Joan y Agatha
Agatha comenzó a avanzar lentamente al frente mientras sus manos temblaban violentamente, Diamond no retrocedió ni un solo paso, simplemente se quedó allí quieto, analizando cada movimiento que daba su progenitora.
—Mi cielo —exclamó en un hilo de voz, su labio inferior comenzó a temblar, y algunas lágrimas escaparon de sus ojos.
Sus brazos temblorosos rodearon a su hijo y ella percibió la gelidez de su cuerpo, Diamond no le dijo nada ni tampoco le correspondió al abrazo, pero ella continuaba allí, acunandolo contra su pecho como tantas veces había hecho cuando él había sido un niño pequeño.
Emerald, al salir del agua avanzó sigilosamente al frente. Ese no era el Diamond que su madre recordaba, y si bien ella jamás había sido una madre amorosa, no deseaba que su hermano la lastimara. Sin embargo, cuando se encontraba a escasos centímetros de ella Agatha habló, frenándola.
—¿Desde cuándo lo sabías? —escupió con resentimiento, Emerald tembló al escuchar la voz de su progenitora.
Ella no dijo nada, Diamond emitió una sonrisa burlona en su lugar.
—Aléjate de él —le dijo, su madre aún se mantenía dándole la espalda—. Mamá, Diamond es peligroso, ven conmigo, puede lastimarte.
En cuanto ella colocó una mano sobre su hombro Agatha se apartó con brusquedad y lanzó un hechizo al frente, las chispas eléctricas que salieron despedidas rozaron la mejilla de Emerald e impactaron en una roca al otro extremo, la cual no tardó en hacerse añicos producto del impacto.
—Sabía que me ocultabas algo —escupió mientras le daba la espalda a su hijo. Diamond únicamente se limitó a cruzarse de brazos mientras sonreía de lado.
Agatha comenzó a lanzar cada vez más ataques al frente, Emerald contra atacaba y se defendía lo mejor que podía, Diamond, simplemente veía como las dos se atacaban sin cesar y reía al ver como ahora ambas buscaban matarse la una a la otra.
—Esta vez me aseguraré de eliminarte —gritó Agatha mientras acumulaba magia en sus palmas—, tal y como debí haber hecho el día de tu nacimiento.
Agatha disparó una honda de energía al frente, Emerald hizo lo mismo y la honda de color dorado que emanó de sus manos le hizo frente al poder de la reina. La colisión de los poderes provocó que las aves que había a los alrededores comenzaran a volar, los árboles empezaron a ser arrancados, y salieron volando.
—¡Él no es el Diamond que recuerdas! —gritó Emerald en un último intento de hacer entrar en razón a su progenitora, pero ella se mostraba reacia a escucharla.
Al entender que si no se defendía su madre la borraría de la faz de la tierra y el plan de su padre se vendría abajo, Emerald cerró los ojos y el poder de la reliquia comenzó a recorrer por todo su cuerpo. Desvió una de sus palmas al lago, una torbellino se formó y atrapó a Agatha en el interior. La reina tenía espasmos producto de la falta de oxígeno, pero antes de que Emerald consiguiera desmayarla, Diamond la atacó a distancia, ella perdió la concentración y su madre terminó escapando del torbellino.
—¡Aprisionae! —gritó la reina, Emerald cayó al suelo al ser envuelta por las cadenas.
Emerald trataba de zafarse del hechizo pero nada parecía funcionar, Agatha se acercó hasta estar a su altura, pero en cuanto tocó su cuerpo, la reliquia que Emerald tenía comenzó a brillar, y cuando volvió a abrir los ojos, vio la silueta de su tía Joan, quien comenzó a guiarla por un camino pedregoso.
Al llegar al final del camino llegaron a las afueras de un pueblo, Emerald observó el letrero que daba la bienvenida y se dio cuenta de que estaban en Bailef, el pueblo natal de su madre.
Joan desapareció antes de que pudiera preguntarle porque se encontraban allí en ese momento. Y el traqueteo de unas llantas, acompañados de las pisadas de un caballo desviaron su atención a una zona que poseía neblina.
Encima de la carroza iba un hombre pequeño, y a su lado en una cesta apenas distinguía a dos bultos que se encontraban tapados por completo, para cuando el sujeto estuvo cerca logró reconocerlo. Era el mismo tipo que siempre acompañaba al anciano que los atacó, el mismo que había visto junto a Diamond las veces que había logrado proyectar su cuerpo hacia donde él se escondía.
En cuanto llegó hasta donde ella se encontraba él bajó con dificultad, dejó la cesta debajo del letrero y se fue sin más, dejando aquel paquete en esa zona al aire libre.
¿Por qué estaba él allí? Se preguntaba una y otra vez hasta que se animó a acercarse a la cesta.
Emerald corrió ligeramente la sábana y se dio cuenta de que se trataban de dos bebés. Ambas lucían exactamente iguales. Al alzar la vista se topó con el alcalde Nenium, pero este se veía mucho más joven, él venía acompañado de dos jóvenes y por las palas y guadañas que llevaban, aparentemente se dirigían a realizar sus labores en el campo.
Las bebés comenzaron a llorar, los tres sujetos que iban a ir por una dirección contraría corrieron hasta encontrarlas, el primero en tomar a una de ellas fue Nenium, el siguiente tomó a la segunda y comenzó a arrullar para darle consuelo.
—¡Por los dioses! —dijo el alcalde mientras se agachaba para buscar dentro de la cesta algo que les indicara de donde provenían las bebés, pero no halló nada— ¿Creen que llevan aquí mucho tiempo? —preguntó.
—Su cuerpo no está del todo frío —contestó pronto uno de sus acompañantes—, me atrevería a decir que fueron... dejadas hace poco.
—¿Quién haría algo tan desalmado? —el sujeto que cargaba a la otra bebé se veía afligido.
—Son gemelas —añadió pronto Nenium—, posiblemente sus padres las abandonaron por temor a que alguna sea la reencarnación de la reina Marie.
Diciendo esto los tres se observaron acongojados, tomaron la cesta que ni siquiera traía una nota, y volvieron a ir en dirección al pueblo.
Emerald comenzó a seguirlos y el tiempo comenzó a pasar con rapidez, tal y como Nenium le había dicho, los pobladores criaron a las bebés como si fueran sus hijas. A la edad de seis años Joan descubrió que tenía poderes, los pobladores quedaron maravillados al ver que poseía esa cualidad, Agatha por el contrario no podía desarrollar los mismos hechizos que su gemela y tras una conversación entre ambas acordaron que no revelarían la magia que tenía Agatha por portección.
Los pobladores aunque no tenían los medios suficientes para darles lujos, buscaron la manera de contactar con un hechicero que le proporcionaba clases a Joan una vez por semana, esto con el fin de prepararla para el examen de ingreso a la escuela.
Así los años siguieron pasando, y para cuando el tiempo se detuvo ambas ya tenían once años. Agatha era reservada, tímida y callada, mientras que Joan demostraba ser una persona más ambiciosa, ansiosa de conocer el mundo que la rodeaba y que sentía una inmensa curiosidad por las cosas que podía lograr.
—Joan... yo también quiero dar la prueba —tras decir esto su gemela dejó de lado el libro que estaba leyendo y la observó. Agatha, quien se encontraba de pie, sujetó sus brazos con incomodidad.
—Habíamos acordado que no dirías que tienes magia—Joan sonrió de lado e invitó a su gemela a sentarse— ¿Por qué ahora quieres postular a la escuela?
—Estuve escuchando a papá Nenium mientras hablaba con otras personas... si ingresas la situación de la aldea puede mejorar, quiero ayudar a los que nos han criado...
—¿En qué sentido?
—Sé que será imposible para mí ingresar, pero si logro ayudarte en las pruebas habrá más chance de que ingreses, ¿no? —preguntó ella tímidamente, Joan la observaba atenta.
—Agatha, es peligroso, ya lo habíamos conversado hace mucho tiempo —contestó pronto ella—. Piensa un poco. Nuestros padres nos dejaron porque pensaron que una de las dos sería peligrosa, si descubren que ambas tenemos magia, estaremos en problemas, esa gente que quieres ayudar podría darnos la espalda —Joan emitió un pesado suspiro y continuó— Además, mi magia puede protegerte y puede ayudarnos a salir de aquí.
—Pero...
—Déjame a mí la prueba —diciendo esto Joan sujetó las manos de su hermana y las apretó con fuerza—, ya verás que lograré traer prosperidad al pueblo, y cuando logre escapar, te llevaré junto a mí y ambas viviremos la vida que siempre merecimos.
El recuerdo de ambas comenzó a desvanecerse, la figura de la pequeña Joan se materializó nuevamente frente a Emerald y comenzó a guiarla por otro camino, al llegar al final ella se topó con que se encontraban en un amplio campo, el pasto era de color verde, y a lo lejos pudo ver como las vacas pasteaban con tranquilidad.
Agatha, quien guiaba a las terneras por la ruta donde estaban los demás tomó asiento al lado de Joan quien seguía practicando algunos hechizos. Observó a su gemela y sonrió, se recostó sobre su hombro y observó al frente.
—Disculpen, señoritas... —escucharon a sus espaldas, al girar su cuerpo vieron a un anciano descalzo, de uñas largas, jorobado y que se apoyaba en un bastón.
Las dos muchachas saltaron ya que prácticamente había aparecido de la nada.
—Llevó varias horas caminando, ¿tendrán un poco de agua, leche, o comida para este pobre anciano?
Emerald reconoció inmediatamente al sujeto, era el mismo anciano que la había secuestrado y que trajo a la vida a su hermano para usarlo como su marioneta, pero por más que ella gritaba que se alejaran de él y lanzaba hechizos para atacarlo, estos se desvanecían en el aire ya que tan solo formaba parte de un recuerdo.
—Seguro, aquí traemos algo de comida —contestó Joan mientras le extendía una hogaza de pan que los pueblerinos le habían dado.
—Yo... yo tengo agua —añadió Agatha tímidamente mientras le daba una cantimplora.
El anciano sonrió dejando a la vista sus dientes amarillentos y comenzó a devorar y beber con desesperación lo que ambas le habían ofrecido, al terminar devolvió la cantimplora y sonrió.
—¿Les molesta si tomo asiento aquí antes de continuar con mi camino? —las dos se observaron y negaron con la cabeza—. Que damitas tan educadas, gracias por ayudar a este pobre anciano.
—¿Cómo se llama? —preguntó Joan— Nosotras somos Agatha —señaló a su hermana—, y yo soy Joan.
—Que lindos nombres —sonrió—.. Mi nombre es Noman.
—¿Por qué viaja solo? —preguntó Agatha, quien recibió un codazo disimulado por parte de su gemela.
—Nunca tuve familia —dijo mientras observaba a ambas, ellas lo observaron y agacharon la cabeza avergonzadas—. Mi vida fue un poco dura y complicada, no quiero aburrirlas con la triste historia de un anciano, pero en resumidas cuentas: Mis padres murieron cuando yo era un bebé recién nacido. Al crecer, en lo único en lo que me enfoqué fue en practicar y volverme un mago virtuoso, pero el tiempo pasa, el cuerpo se agota, y aquí me tienen —contestó mientras reía de forma dificultosa.
—Lo siento mucho, no quise molestarlo con la pregunta.
—No te preocupes —él sonrió—. Pasó hace mucho tiempo, y es mejor reírse de las tragedias que lamentarse por ellas. Mi vida es el producto de las decisiones que yo he tomado, si alguien tiene que lamentarse soy únicamente yo.
—A decir verdad, nosotras tampoco conocimos a nuestros padres —dijo Agatha mientras sujetaba el pasto crecido.
—Supongo que es una triste casualidad que nos une.
—¿Es un mago virtuoso? —preguntó Joan, el anciano asintió— ¿Me podría ayudar? Claro, si tiene tiempo.
—¿Se están preparando para el examen de magia?
—Solo... mi hermana — contestó pronto Agatha— , yo... yo no tengo magia.
—Por como lo veo, ambas tienen posibilidades de entrar —las dos lo observan atentas—, les dije que soy un mago virtuoso, puedo ver que por sus venas corre magia.
Las gemelas guardaron silencio, no esperaban que el frágil anciano que estaba frente a ellas tuviera la capacidad de poder ver que ambas tenían poderes.
—Pero... mi magia es débil...
—Pero está presente —tras decir esto el anciano comenzó a ponerse de pie— ¿Desean que les ayude? —sonrió, ambas se observaron y asintieron— Haremos algo, debo ir al pueblo vecino ya que tengo algo que hacer, pero prometo venir todos los días sin falta a esta hora para poder ayudarlas.
—No... no tenemos nada que darle a cambio —Agatha tartamudeó.
—No necesito que me den algo, créanme que será un placer enseñarles.
El tiempo comenzó a moverse nuevamente, y tal y como le había dicho el anciano a ambas, todos los días de forma religiosa él aparecía cuando ella se encontraban pasteando a las vacas, sin embargo, para sorpresa de ambas, Agatha con la ayuda del sujeto comenzó a desarrollar incluso mayor habilidad mágica que Joan, quien poco a poco terminó quedando rezagada.
Tres meses antes de la prueba Joan apareció sola en el lugar que ellos frecuentaban, el anciano la saludó como de costumbre.
—Hola, Joan —Ella se mantenía quieta, con los brazos pegados a cada lado de su cuerpo— ¿Y tu hermana?
—Vine antes porque quería hablar a solas con usted —dijo finalmente tras una breve pausa, el anciano la observó.
—Te escucho.
—¿Hay alguna forma de que mis poderes... crezcan más? —tras decir esto Joan comenzó apretar los puños a cada lado de su cuerpo— Soy yo la que se ha esforzado durante todos estos años. He estudiado incansablemente con tal de poder salir de este pueblo. Debo ser yo la que ingrese a la escuela.
—Lamento decírtelo, Joan, pero Agatha es la que posee la magia dominante —el anciano la observó—. Sé que te has dado cuenta de que con guía, Agatha ha logrado alcanzar e incluso sobrepasarte. Diciendo esto no quiero que pienses que no eres talentosa, es increíble lo que has logrado por tus propios medios, pero aunque desees con todas tus fuerzas superarla, no podrías hacerlo. Al ser gemelas, su magia ha sido dividida, Agatha desgraciadamente es la que se llevó gran parte del poder, y como les expliqué, solo la que poseé la magia dominante podrá ingresar a la escuela.
—¡No es justo! —gritó ella mientras algunas lágrimas salían de sus ojos.
El anciano la observó, y luego de algunos minutos terminó sonriendo.
—Existe... una forma en la que puedas mejorar tu magia, pero no estoy seguro de que puedas hacerlo.
—¡Podré, dime que hacer, por favor!
Tras decir esto el anciano se acercó hacia ella y le susurró al oído. Emerald no llegó a escuchar que era lo que estaban conversando, pero para cuando se alejó lo suficiente el rostro desencajado de Joan le mostró que la solución no podía ser tan simple.
—Dejaré que tomes una decisión —añadió, mientras le entregaba un objeto, Joan lo escondió dentro de la manga de su vestido—. Volveré mañana para ver que elegiste, Joan.
Luego de que se marchó Joan se quedó ahí sentada en el pasto, al cabo de unos minutos llegó Agatha, ella sonreía, desde que había comenzado a usar magia, se la veía radiante.
—¿Y Noman?
—Tuvo algo que hacer, dijo que volvería mañana —mintió.
Agatha tomó asiento junto a su gemela, colocó su cabeza sobre el hombro de esta como tantas veces había hecho, y cerró los ojos para dejarse acariciar por la brisa del viento.
—¿Quieres practicar? —preguntó Joan de golpe, Agatha abrió los ojos.
—¿Segura? —ella sintió— De acuerdo.
Ambas se pusieron de pie y comenzaron a practicar, Joan atacaba, Agatha se defendía con facilidad, pero llegado un punto Agatha terminó ganándole a su gemela, Joan tomó asiento en el pasto sintiéndose frustrada, Agatha la siguió, tomó la cantimplora, dio un sorbo y luego se lo tendió en su dirección.
—Creo que las dos podemos entrar —respondió ella sonriendo mientras apoyaba nuevamente la cabeza en el brazo de su gemela—. Ayudaremos al pueblo y tendremos la vida que siempre soñamos, hermanita.
—Neum me dijo que solo una podrá ingresar a la escuela, son las reglas —tras decir esto, Joan comenzó a llorar, Agatha tras escucharla se puso al frente y la sujetó de los hombros—. Este siempre fue mi sueño, Agatha —le dijo, su hermana la abrazó con fuerza—. Por favor, no des el examen.
—Pero... quiero hacer magia —contestó ella—. Quiero demostrar de lo que soy capaz, como tú siempre lo hiciste.
—¿No puedes hacerlo por mí? —preguntó.
—Lo lamento Joan... pero quiero hacerlo...
—Entiendo —tras decir esto, Joan la abrazó con fuerza mientras depositaba un beso en su cuello, Agatha sonrió mientras daba algunas palmadas en su espalda para que lograra calmarse—. Lo siento... —susurró Joan, y antes de que pudiera decir algo, sintió un dolor punzante en su espalda.
Emerald, quien se encontraba detrás de ambas vio como Joan deslizaba del interior de su manga el objeto que le había entregado el anciano, la filosa daga se terminó hundiendo en la espalda de la gemela, Joan la apuñaló cinco veces más mientras todavía la abrazaba, impidiendo de esa forma que su gemela escapara.
Tras varios minutos Agatha terminó cayendo de espaldas, Joan se posicionó encima de ella y terminó hundiendo el puñal en su corazón. Agatha mantuvo los ojos abiertos mientras un hilo de sangre emanaba de sus labios, Joan se desmayó justo a su lado, y tras algunos minutos la figura del anciano apareció, Noman observó a las gemelas tendidas en el suelo, rio y a medida que se agachaba para tomar el puñal enterrado en el pecho de una su cuerpo comenzó a rejuvenecerse un poco más, finalmente cuando tuvo el objeto entre sus manos desapareció en una nube de humo y no dejó rastro alguno.
Al marcharse un orbe de color verde escapó del cuerpo de Agatha se terminó introduciendo dentro del cuerpo de Joan, y lo siguiente que siguió fue que el tiempo volvió a pasar.
Joan había suplantado a Agatha, fingió que le habían robado la memoría y guardó silencio durante los tres meses faltantes para la prueba solo para que nadie sospechara nada. Usó a su favor que nadie en Bailef tuviera conocimientos de clarividencia, de esa forma logró sostener su mentira.
Antes de salir de su mente la silueta de la verdadera Agatha se materializó frente a ella, y mientras sonreía, se desvaneció en el aire.
En cuanto abrió los ojos logró liberarse, y si bien pensó en un inicio que había pasado mucho tiempo, la realidad es que apenas habían transcurrido algunos minutos, Diamond ni siquiera había logrado llegar hasta su cuerpo para arrebatarle la otra reliquia.
A sus espaldas logró ver que algunos de sus compañeros habían llegado, Trellonius quien iba al frente se quedó estático al ver a dos Diamond's frente a él. Sus maestros quienes apenas habían llegado acompañados de Julian, Draven y Denaisa se quedaron mirando a los dos hermanos.
—¡Reverti! —gritó Joan desde el suelo, el hechizo impactó sobre el rostro de Emerald. Sus ojos violáceos volvieron al igual que su delgado y fino rostro.
Todos aguantaron el aliento al ver su verdadera apariencia. Emerald acababa de ser descubierta por su propia madre. Ella observó al alumnado quienes la observaban con miedo y rechazo.
—¡Es Emerald! —gritó Trellonius desde su lugar mientras empuñaba su garrote de combate.
Los estudiantes comenzaron a correr en su dirección con intención de atacarla, Diamond únicamente observaba todo mientras disfrutaba el espectáculo, ver a su hermana acongojada, sufriendo, con su mentira destruida finalmente le proporcionaba muchísima satisfacción.
—¡Atrapenla! —ordenó Trellonius, los virtuosos comenzaron a avanzar.
—¡Petrificae! —gritó Julian en dirección a Diamond quien no pudo reaccionar.
Julian se transformó en dragón, Draven corrió hasta Diamond y lo tomó rápidamente del suelo, Julian lo ayudó a subir encima y comenzaron a correr rápidamente hasta Emerald.
Joan acababa de ponerse de pie, pero antes de que pudiera atacar a su hija, un chirrido proveniente del cielo desvió su atención. Kaia quien ahora era mucho más grande bajó volando hasta donde estaba su ama y la ayudó a subir, Ferco seguía montado encima, Joan atacó, pero Kaia generó un domo protector.
Los seis comenzaron a volar hasta perderse en el horizonte ante la mirada de la reina y de los demás.
—Emitan una orden de captura —escupió ella con desdén mientras caminaba en dirección de los estudiantes—. Quiero la cabeza de Emerald a cualquier costo.
Nadie fue capaz de decir nada, únicamente agacharon la cabeza y dieron paso a la reina, quien terminó introduciéndose al portal para ser finalmente transportada a Delia, su hogar.
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