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CAPÍTULO XXVI: Colisión de verdades (II)

Al llegar a la clase de Digoro, como era costumbre cada vez que alguien llegaba tarde, le impuso un castigo, ella ni siquiera se inmutó luego de que se le anunciara que era lo que debía hacer, simplemente agachó la cabeza y caminó hasta su lugar. Julian, que ya se encontraba en su posición usual la observaba atento, cada tanto le preguntaba que era lo que pasaba de forma disimulada, pero ella simplemente se limitaba a responder con un: Estoy bien.

No podía decirle abiertamente la conversación que había tenido con sus maestros, si bien en ese instante él era Julian, Diomedes estaba despierto en su interior y la mínima alerta que ella pudiera causarle generaría que tome las medidas que él creyera conveniente.

Al finalizar Emerald tuvo que asegurarse de levantar todos los utensilios que usaban para dar mantenimiento a las plantas, Digoro tuvo que prácticamente expulsar a Julian del aula ya que sabía que él trataría de ayudarla. En cierta forma, Emerald agradeció la inflexibilidad del maestro, esto le daba tiempo de pensar.

Tomó asiento mientras limpiaba la tierra de las mesas, observó la pulsera de jade que ambos compartían, y el anillo de esmeralda que él le había dado y luego cerró con fuerza la mano.

Tras varios minutos en soledad la puerta se abrió lentamente, Julian asomó el rostro y al verlo, como siempre pasaba, aquella bruma de la desconfianza terminó disipándose momentáneamente.

—¿Estás mejor? —preguntó mientras se situaba frente a ella, Emerald terminó apoyada en la mesa que todavía no terminó de limpiar.

—Sí, lo siento, he tenido unos días agobiantes en Delia —dijo buscando la forma de ser convincente, pero aunque Julian hubiera asentido ella intuía que él sabía que algo más le estaba pasando.

—Vine a ver si necesitabas ayuda con algo —contestó mientras acariciaba su mejilla, la descarga eléctrica que siempre sentía a su lado volvió a aparecer.

—Solo termino con esto y será todo —sonrió mientras cerraba los ojos—, por increíble que parezca, al parecer Digoro no estuvo inspirado el día de hoy.

Ellos comenzaron a reír, Emerald volvió a darse la vuelta y continuó con su trabajo, pero de un momento a otro, sintió el cálido aliento de Julian encima de su cuello lo que provocó que su cuerpo se estremeciera.

—Que arriesgada al darme la espalda —le susurró a la par que mordía el lóbulo de su oreja, ella le dio un ligero codazo para que se detuviera, pero él no lo hizo, terminó rodeándola con sus brazos y apegándola a su cuerpo—. Te extrañé.

—Y... yo a ti también —contestó con torpeza mientras observaba a la puerta.

Emerald terminó girando para buscar acortar distancia, pero al observar sus ojos terminó sumida en una especie de transe hipnótico, como pasaba cada vez que tenían ese tipo de encuentros. El pelinegro comenzó a acercarse, pero antes de que sus labios se encontraran con los de ella, la puerta se abrió, y Denaisa, quien estaba justo del marco al ver la escena se quedó estática de un color todavía más blanco que su cabello.

Por instinto tanto Julian como Emerald se alejaron, el primer impulso de Emerald fue tratar de justificar, la nula distancia que ambos habían tenido, pero en ese punto Denaisa desconfiaba ya tanto de ella debido a los rumores de la escuela que sería imposible que le creyera.

Ella no dijo nada, recobró la compostura demasiado pronto y a paso lento pero airoso se acercó hasta Emerald, la sujetó del cuello de la camisa y la besó con fuerza, Julian, quien estaba a su lado simplemente desvió el rostro, dolido.

—Es mi esposo —recalcó ella mientras mostraba el anillo ostento de su dedo, ambos se observaron con profundo resentimiento—. Da igual lo que hagas —añadió—. Jamás podrás tenerlo, sucio gitano.

Julian caminó al frente para confrontarla, pero Emerald terminó metiéndose en medio de ambos, Denaisa pensó que la defendía, pero lo siguiente que ella hizo fue voltear y propiciarle una cachetada.

—Podrás ser mi esposa y la reina —contraataco—, pero yo sigo siendo el rey.

Diciendo esto la sujetó de la muñeca y la llevó afuera del invernadero, Julian se quedó observando como ambos se alejaban, y Emerald aún desde la distancia pudo escuchar el golpe seco de su puño sobre la superficie de madera.

Los pasadizos estaban completamente vacíos, la campana ya había tocado y quien menos se encontraba en sus clases designadas. Emerald se escabulló por los pasadizos todavía sujetando a Denaisa, quien batallaba por soltarse, y terminó llevándola hasta su dormitorio, una vez dentro la soltó, ella caminó a penas unos pasos y comenzó a golpearla en el pecho mientras lloraba, sus brazos temblaban en cada golpe que proporcionaba, Emerald terminó abrazándola y solo así ella se relajó por completo.

—Te pedí que respetaras los votos —su voz sonaba quebrada. Estaba llorando.

Emerald no fue capaz de decir nada, jamás había tenido la intención de cumplir con la exigencia de su esposa, pero no esperaba en lo absoluto de que ella se topara con aquella escena de ambos. Era consciente de que Denaisa amaba a su hermano, pero ella no era él, y jamás lograría corresponderle como esperaba que lo hiciera, su matrimonio era netamente político. Su madre, con el casamiento, había sido favorecida y los reinos de Orfelia ahora estaban a su disposición.

De un momento a otro Denaisa, al ver que ella no le daba alguna respuesta, la sujetó de las muñecas y cerró los ojos. Emerald al ver que era lo que trataba de hacer tuvo que hacer exactamente lo mismo.

Desde la distancia veía como Denaisa buscaba la forma de remover los secretos de su cabeza, pero gracias al entrenamiento de Lideo y Dindarrium, expulsarla había sido algo realmente fácil.

Al ser expulsada ella tuvo que tomar asiento debido al esfuerzo que este le provocó, Emerald se sentó a su lado y observó al frente mientras entrelazaba sus dedos.

—Lamento no ser lo que esperabas —le dijo, Denaisa todavía se mantuvo callada, sujetando sus dedos con fuerza.

—No podrás romper esto —acotó mientras sujetaba la mano donde tenía el anillo de casada—. Da igual a quien ames, ante los ojos de los demás, jamás podrás ser feliz con Ases. No lo fuiste cuando éramos jóvenes, y no lo serás ahora.

Emerald se puso de pie luego de escucharla, Denaisa la observaba con profundo resentimiento.

—Yo y tu madre haremos de tu vida un infierno desde este momento —continuó, y durante todo ese lapso de tiempo, Emerald juraba que era su madre quien ahora le hablaba—. No dejaré que destruyas todos los sacrificios que hice para llegar hasta acá, hija.

Tras escucharla Emerald salió de la habitación, y al dar un último vistazo, Emerald pudo ver la sonrisa tan característica de su madre. Agatha había hecho algo con Denaisa, hasta antes de la boda su comportamiento era normal, todo había comenzado a ocurrir luego de que ellas desaparecieran por horas, y por lo poco que acababa de ver, aparentemente su madre ahora tenía acceso a Denaisa y podía controlar su cuerpo, y su mente como si fuera una especie de marioneta.

***

Durante el resto del día acudió a clases, pero aunque Julian buscó por todos los medios saber exactamente que era lo que le había dicho Denaisa, nunca pudo sacarle información. Emerald era consciente de que aquella amenaza no había salido de ella, si no de su madre, y contarle a Julian que era lo que había pasado podría ser algo muy malo.

—Entonces ¿cómo va la vida de casado? —preguntó Draven quien acababa de unirse al grupo, Julian, quien estaba sentado al lado de Emerald lo observó con unas evidentes ganas de golpearlo.

—Si que eres el rey del ambiente, Sallow —contestó de forma ácida mientras tomaba sus cosas y se marchaba.

Draven, visiblemente molesto, se quedó viendo como Julian se alejaba y dejaba a Emerald sentada con el rostro hundido en medio de los brazos.

—¿Qué pasó exactamente?

—¿Me prometes no hablar? —él asintió— Mi madre ha hecho algo con Denaisa, estuve conversando con ella... sobre un tema, y ella tomó su lugar de alguna forma.

—Espera ¿es cierto lo que me estás contando?

—¿Por qué te mentiría?

—Emerald, si esto se llega a saber, Agatha podría ser juzgada severamente. Posiblemente lo sabes, pero está prohibido que una reina tome posesión de una princesa, peor aún si es su nuera.

—Entiendo la ley, pero, mierda Draven, no puedo si quiera acusarla, si mi madre se ve con la soga al cuello es capaz incluso de revelar el secreto que ambas tenemos. Nos cortarían la cabeza a la par.

—Es verdad, había olvidado ese asunto... ¿no habrá alguna manera de romper esa conexión que le ha impuesto?

—Me gustaría saberlo, pero tendré que esperar a la noche para poder hablar con Bristol o Dindarrium, fui a su despacho a buscarlos, pero aparentemente tuvieron que salir con el director a alguna parte.

Para cuando llegó la cena los dos se dirigieron al salón, todavía no había rastro ni de Bristol ni de Dindarrium, y esto les resultaba por demás extraño, los profesores nunca se ausentaban durante tanto tiempo, inclusive luego de indagar con sus compañeros, habían descubierto que enviaron suplentes a dictar sus respectivas clases.

Julian tampoco apareció durante la cena, Greyslan había ido a buscarlo a los dormitorios, pero tampoco estaba allí, y cuando finalizó la cena tanto Emerald como Draven tampoco lo encontraron en su lugar en el largo.

—Lucir preocupada —dijo Ferco quien acababa de aparecer, Emerald, que estaba limpiando su rostro lo observó por el reflejo del espejo.

—Tengo muchos problemas ahora mismo —le dijo, la criatura tomó asiento en el borde de la cama mientras movía sus pequeños pies.

Emerald le contó que era lo que había pasado, desde la desconfianza de los maestros con Julian y Diomedes, la relación que ella mantenía con el primero, lo que había visto Denaisa, y lo que había hecho su madre.

—Horrendo, ser horrendo —añadió él—, Agatha siempre parecerme rara, mala, muy mala, pero jamás creer que hacer eso.

—¿Y que me dices acerca de Diomedes?

—Diomedes ser alguien bueno, amar mucho a Marie, ser leal a ella hasta el final, pero... odiar aceptar, pero maestros tener punto, Marie no estar más contigo, Ases ceder cuerpo, desventaja en contra.

—¿Crees que él podía ser el traidor?

—Importa lo que creer tú —contestó—. Pero si decir lo siguiente, cuando tu dormir en cristal, recordar última pelea de ellos antes de dejar de hablar, no saber que yo mirar, pero escuchar —Emerald lo observó para que continuara—. Ases reclamar a Sallow no llegar antes para salvar, Sallow reclamar a Ases no poder derrotar a tu hermano. Ambos enojados, muy enojados, llegar a golpes, Desde donde ver distinguir apenas que no querer lastimarse, Diomedes luego intervenir, Sallow no poder hacer nada, lanzar hechizo, no conjurarlo, simplemente lanzarlo, Sallow caer durante varios minutos, luego ponerse de pie e irse sin mirar atrás.

—¿Julian despertó en algún momento?

—Despertar si, apenas unos segundos después de que Sallow marchar Ases caer al suelo, comenzar a sujetar su cabeza, aparentemente doler mucho, al alzar cara mantener un ojo verde como él, el otro ser rojo, y aparecer marcas raras en rostro. No poder ver más, luego Ases dejar de temblar, e irse como si nada estuviera pasando.

—¿Tienes alguna idea de que pudo haber pasado?

—Lo único que ocurrir es que... Ases luchar para tomar control, pero Diomedes al final ganar.

—¿Habría una forma de separar a Diomedes de Julian?

—No saber —contestó él francamente—, tener entendido que cuerpo morir si eso pasar, si tú sacar Diomedes, vida de Ases acabar.

—Gracias Ferco, lo que me acabas de decir podría servirme...

—Tener cautela —le rogó, ella asintió—. Odiar humanos, pero ver que tu quererlos, y si ellos lastimar, Ferco enojar.

Antes de despedirse Ferco se despidió con un abrazo, esto tomó por sorpresa a Emerald, pero ella acarició la base de su cabeza, el duende antes de desaparecer con una sonrisa, le dijo que iría a ver a Kaia para que no se sintiera sola.

Al estar sola Emerald se recostó sobre la cama y cerró los ojos, su cuerpo comenzó a flotar y llegó hasta donde estaba su hermano, Diamond venía volando sobre el lomo de la Hipermería, y a sus espaldas, venían unas diez criaturas más del abismo que les seguían el paso. A lo lejos Emerald pudo distinguir el domo que protegía la escuela, y al darse cuenta de que se estaban dirigiendo allí se puso inmediatamente de pie y corrió fuera de los dormitorios.

—¡Greyslan! —al llegar a la puerta de afuera Greyslan se levantó de la silla donde se encontraba y fue a su encuentro— ¡Nos van a atacar!

Y al decir esto el primer impacto de la bola de fuego dio sobre el Domo, las flamas de color verde se terminaron disipando al hacer contacto sobre la superficie, las alarmas de la escuela comenzaron a sonar despertado de esta forma a todos los estudiantes de primer grado al último.

—¡Sigan el protocolo! —gritó Digoro al estar frente a un grupo.

Los estudiantes más grandes comenzaron a guiar a los de grados inferiores a una especie de bunker subterráneo ubicado en la zona peligrosa del bosque, Digoro de forma rápida les entregó un repelente que los ayudaría a atravesar sin que las plantas los atacaran.

—¡Esto es terrible! —gritó Lilehart quien acababa de llegar con las alumnas de la clase donde pertenecía Denaisa.

Desde lejos Emerald pudo distinguir a la Hipermeria de su hermano atacando, las otras criaturas sobrevolaban el espacio viendo la forma de entrar dentro de la escuela.

—Sin el director aquí el portal no aguantará demasiado —anunció Digoro mientras comenzaba a dibujar un circulo que dentro tenía símbolos de dialecto antiguo.

Los suplentes que habían ido ese día a reemplazar a Dindarrium, Lideo y el directos se pusieron al frente, comenzaron a recitar un cántico antiguo y el aura celeste comenzó a elevarse al cielo reforzando el portal. Lilehart, quien guiaba a los demás estudiantes al camino observaba nerviosa como el domo brillaba, y mientras sujetaba un transmisor buscaba la manera de entablar conexión con sus compañeros.

—Necesitamos que los alumnos de la clase virtuosa vengan a ayudar.

Trellonius y su grupo acababa de llegar a penar con el uniforme mal puesto, tenían puestos sus implementos de pelea, y aunque buscaban la forma de mostrarse tranquilos no podían disimular su nerviosismo.

—¡Llamen a la reina Agatha! —gritó Silvana mientras sujetaba la espada entre sus manos.

Emerald era consciente de que llamando a su madre todo eso se solucionaría en un santiamén, pero había un problema, Diamond estaba al otro lado del domo, y si no solo su madre llegaba a verlo, si no también el resto del alumnado sería el fin.

El portal de ingreso comenzó a brillar, Dindarrium, Lideo y Giuseppe que acababan de llegar a penas al ver que era lo que estaba pasando, corrieron de inmediato al ver que los alumnos estaban evacuando.

Emerald, quien también estaba ayudando a los maestros a mantener fuerte el portal vio como la Hipermeria giraba su cuerpo, la silueta de Diamond se dejó ver encima del lomo mientras cubría su rostro, y al extender las manos, estas comenzaron a desprender una brecha de fuego inmensa que se expandía por el portal, luego, el brillo proveniente de la reliquia de Azoret comenzó a brillar, y varios orbes provenientes de almas se introdujeron dentro de su cuerpo.

Diamond concentró la energía en una inmensa bola de fuego, la tiró al frente, y ante el horror de todos los estudiantes el domo terminó desvaneciéndose dando paso a las criaturas voladores y terrestres.

Dindarrium se transformó y se elevó del suelo para frenar a las criaturas voladoras, Lideo comenzó a alejar a los seres cada vez que trataban de atacar a algún alumno, y Trellonius y compañía le destrozaban el cráneo a más de uno cuando se acercaba.

—¡Diamond! —gritó Julian, quien acababa de llegar desde el otro lado del portal. Su aspecto era desprolijo, traía el uniforme rasgado y manchado de sangre.

—¿¡Qué demonios te pasó!? —gritó Draven mientras pateaba a uno de los seres lejos, para posteriormente enterrar la espada en su cabeza.

—¡Tuve que volver a Navidia! —contestó mientras evaporaba a uno de esos seres que buscaba morderlo— ¡Está habiendo ataques en Sudema y Navidia! Tuve que ir a ayudar a mi padre.

La escuela era un caos, los alumnos gritaban y corrían huyendo de las criaturas lo más rápido que podían, pero aunque los docentes, inclusos los que pertenecían a la clase virtuosa trataban de frenar a los seres, ya había más de una baja en el alumnado.

—Mierda, tengo que hacer algo —dijo Emerald mientras corría al frente.

Su hermano, que la observaba desde la parte alta comenzó a descender junto con su Hipermeria, Emerald extendió las palmas y una marea brotó de sus manos, pero la criatura esquivó con facilidad su ataque.

—Que idiota eres —escuchó que él le dijo desde arriba, concentrando el poder de la flama de Neptys junto con la reliquia.

—¡Detenerte Korkre! —gritaron desde la izquierda.

Al virar el rostro Emerald vio como Kaia llegó volando a toda velocidad, sobre su lomo se encontraba Ferco, quien se hallaba fuertemente sujeto desde sus plumas, Kaia empujó a la Hipermeria de Diamond, apenas logró moverlo unos metros, pero eso bastó para que el ataque de Diamond impactara lejos.

—¡Korkre, ser Ferco, detenerte! —gritaba el duende mientras batía el brazo en el aire.

La Hipermeria comenzó a concentrar su ataque nuevamente en dirección a Emerald, Kaia bajó volando a gran velocidad, era incluso más rápida que la Hipermeria de Diamond, y al llegar hasta su dueña ella se subió mientras protegía a Ferco con su cuerpo.

—¡Ser Korkre, ser Korkre! —gritaba él con desesperación mientras lloraba—. Ser la Hipermeria de Marie.

Al escuchar su nombre la criatura la observó de soslayo, comenzó a batir sus alas, y fue directamente al ataque.

—¡Kaia vuela alto! —gritó ella, Kaia asintió mientras batía las alas lo más rápido que podía.

Ambos comenzaron a volar por los cielos esquivando ataques, Kaia apenas podía expulsar un poco de llamarada roja desde el interior de su cuerpo, a diferencia de la otra Hipermeria adulta.

—¡Llévame al lago! —ordenó, Kaia asintió y fue a donde se le había pedido.

Al estar cerca Emerald se lanzó dentro del agua y comenzó a concentrar la magia de la lágrima de Nereida.

—¡Llévate lejos a Ferco y ponlo a salvo!

Antes de que la Hipermeria de Diamond lograra hacerle daño a Kaia, Emerald lanzó un ataque directo hacia ella, Diamond terminó cayendo del lomo y los árboles fueron los que terminaron frenando su estrepitosa caída.

Conforme Diamond se fue acercando a ella el miasma bajo sus pies comenzó a destruir la vegetación que lo envolvía, matando de esta forma el camino, dejando tras de si una zona muerta.

—Simplemente ríndete y entrégame la reliquia.

—Tendrás que tomarla de mi cadáver —contestó mordaz, Diamond rio.

Ambos comenzaron a hacer uso de sus reliquias, la Hipermeria voló en dirección a la escuela, y desde donde Emerald se encontraba, logró ver que Julian transformado en dragón estaba peleando contra él.

—Se acabó el juego, hermanita —añadió con sarcasmo mientras continuaba con sus ataques.

Emerald esquivaba lo mejor que podía, pero el enorme poder de las dos reliquias lo volvían lo suficientemente fuerte, con eso sus sospechas quedaban esclarecidas. Nunca le había ganado a Diamond, él deliberadamente había dejado que ella la tomara.

—¡Petrificae! —gritó, Diamond desvaneció el ataque antes de que impactara sobre su cuerpo—. Nunca podrás ganarme.

Antes de que Diamond lograra lanzar otro ataque sobre su cuerpo, un destello verde apareció en el cielo, y la silueta de su madre se materializó frente a Emerald. Ella, quien estaba dispuesta a lanzar un ataque destructivo al frente, se quedó quieta producto de la impresión y bajó las manos a cada lado de su cuerpo mientras temblaba.

—¿D...Diamond? —preguntó, en un hilo de voz, el nombrado únicamente la analizó con la mirada mientras guardaba su distancia.

—Hola, madre —contestó, mientras sonreía peligrosamente.

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