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CAPÍTULO XIX: Una noche memorable.

La clase con Dindarrium había transcurrido sin mayores contratiempos, por suerte, Julian, que al igual que siempre se había colocado justo a su lado, se había mantenido apacible y calmado, claramente todavía seguía procesando la idea de que dentro de poco Emerald contraería nupcias finalmente con Denaisa.

Al terminar la clase ella buscando una excusa para poder hablar con Dindarrium, le pidió a Julian que le separara un asiento en la siguiente materia, que era la clase impartida por Bristol, el accedió hacerlo sin sospechar aparentemente nada y terminó dejándolos a ambos en el salón mientras ella lentamente recogía sus cosas.

—He hablado con Bristol para saber como nos repartiremos los horarios —le informó mientras le entregaba el cuadernillo que ella usaba para anotar las clases—. Tu primera lección te la dará él en cuanto terminen su clase, y para evitar que el príncipe Julian sospeche, te pedirá que lo ayudes con unos exámenes.

—De acuerdo.

—¿Tiene alguna clase luego de la materia de Bristol?

—Tengo un espacio libre hasta más tarde que me toca ir con el maestro Digoro.

—Perfecto, entonces no habrá algún problema.

—¿Qué pasará si Julian o Draven quieren seguirme?

—Nosotros los mantendremos lo suficientemente ocupados, pierda cuidado. Claramente será mucho más fácil hacerlo con Sallow, pero nos encargaremos personalmente de que nadie sospeche.

—¿Y cuando recibiré entrenamiento por su parte?

—Conmigo la llevarás el día de mañana en el mismo horario.

—¿No hay alguna posibilidad de llevar las dos clases extra el mismo día?

—Créame cuando le digo que con una sola clase terminará lo suficientemente agotada, es necesario que reponga su energía durante la noche.

Aunque Emerald hubiera deseado no preocuparse una pequeña alarma se encendió dentro de su cabeza, Dindarrium era un maestro estricto, demasiado, y Bristol, o mejor dicho Lideo, era alguien igual de meticuloso con las clases que impartía.

En cuanto terminaron de hablar ella se retiró y Dindarrium comenzó a borrar los trazos de tiza de la pizarra para comenzar a anotar el título de su próxima clase. Bajó lentamente los escalones, y al dar la vuelta una mano tiró de ella hacia una zona oscura, por poco grita, pero Julian terminó colocando su mano encima de sus labios para evitar llamar la atención del resto.

—¿Qué haces? —le preguntó a regaña dientes mientras susurraba.

—Quería pedirte algo —Julian, quien se encontraba muy cerca de su rostro sonrió.

—¿Qué sucede?

Al tenerlo a una distancia tan corta no pudo evitar observar sus labios, luego lo observó, pero era tarde, él ya se había dado cuenta de que era lo que pasaba por su cabeza y sonrió victorioso.

—Hoy quiero que me acompañes a un lugar —exclamó con voz grave, ella sintió como su corazón latió con fuerza.

—¿A dónde?

—A Genivia.

—¿Genivia? —preguntó crispando el gesto— Julian, no podemos salir de la escuela. A duras penas pudimos ir a ver a Eugene, ¿cómo iríamos a Genivia? Nadie nos dará acceso.

—Te olvidas que yo tengo acceso al portal —sonrió victorioso mientras se cruzaba de brazos.

—¿Y para que quieres ir allá?

—Una cita.

—Una... ¿qué?

Ambos se quedaron observándose, Julian se acercó y depositó un suave beso sobre la mejilla de Emerald, ella aún mantenía el ceño medianamente fruncido, pero claramente lo que había hecho Julian logró que bajara sus defensas.

—Estuve pensando en esto durante toda la noche —acotó—. Quiero que el día de hoy puedas olvidarte de todo.

—No creo que los demás vean bien que los dos andemos por allí... en una cita.

—Despreocúpate —le dijo— ¿Confías en mí?

Algo dentro de las palabras de Julian le indicaba que aquella simple pregunta iba con una segunda intención, pero quedarse callada y dudar en ese punto le hubiera revelado a él que había algo más cruzando por su mente.

—Entonces te busco después de clases.

Antes de irse Julian tomó posesión de sus labios, Emerald sintió como aquella descarga la envolvió desde los pies a la cabeza, y terminó correspondiendo a aquel beso.

Nunca tenían el tiempo suficiente para estar solos, pero era innegable la atracción que ambos sentían el uno por el otro y quizás esto era lo más peligroso de todo. En momentos como estos, Julian provocaba que ella perdiera prácticamente el juicio y actuara impulsivamente, y últimamente, la sensación cálida de los besos ya no estaba siendo suficiente.

Julian terminó separándose, Emerald esbozó una tierna sonrisa luego de que vio como poco a poco él se iba alejando en medio de los pasillos.

En cuanto llegó al salón Bristol ya se encontraba al frente, claramente la observó con reproche por llegar rozando el límite de la tardanza, pero luego de que se sentó en su lugar él comenzó a hablar.

—Joven Lagnes, necesito que me acompañe a mi oficina, por llegar tarde deberá ayudarme con el papeleo —exclamó él desde la parte delantera del salón en cuanto terminó la clase.

—Maestro Bristol, él no llegó tarde —la defendió Julian.

—Joven Ases, cuando pida su opinión lo llamaré, en estos momentos me estoy dirigiendo al joven Lagnes, puede retirarse.

La voz severa de Bristol se alzó por sobre el resto, los demás, que se encontraban recogiendo sus cosas no pudieron evitar voltear a observar a Emerald. Ella terminó asintiendo con nerviosismo, Dindarrium claramente le había dicho que él la llamaría, pero el tono que había empleado en ese momento logró ponerla verdaderamente nerviosa. Era demasiado bueno actuando.

—Te veo en la clase de Digoro —le murmuró mientras él asentía.

La relación de Julian y Bristol era tirante, siempre lo fue de hecho, pero luego de lo que él le había dicho no sabía si era por Diomedes el nivel de desconfianza que tenía, o simplemente porque Julian podía ser muy petulante con los maestros al saber mucho más que el resto.

En cuanto Julian se fue Bristol tomó sus cosas del escritorio y salió del aula, Emerald, comenzó a caminar rápido para poder alcanzarlo, y cuando finalmente llegaron a su despacho el maestro dejó las cosas sobre el escritorio, se remangó las mangas, y tomó una silla.

—Siéntate —le ordenó, ella pasó su saliva con incomodidad.

Emerald se sentó de forma cautelosa a la silla mientras Bristol le daba la espalda, luego su maestro tomó una especie de pergamino y escribió algo encima, cerró los ojos e introdujo una pequeña cantidad de magia dentro, el pequeño papel comenzó a flotar en medio del cuarto hasta que se pegó a la superficie de madera de la puerta.

—Bien, con esto nadie podrá vernos ni escucharnos.

—¿Exactamente que haremos?

—Aprenderás a defender tu mente —contestó escueto—. Ahora, quiero que entiendas lo siguiente, vas a sentir dolor, mucho dolor, prácticamente sentirás como el cerebro se te parte en dos, pero necesitas buscar la forma de bloquearme, ¿Entendido?

—¿Y cómo haré eso?

—Es tu mente, Emerald, tu eres la única dueña de ella, dentro tu poder no tiene límites, solo debes concentrarte lo suficiente —ella asintió—. Bien, voy a comenzar, prepárate.

Bristol se quedó observándola directamente, ella comenzó a sentir como sus párpados se volvían cada vez más y más pesados.

Al abrir sus ojos Emerald volvió al lugar donde comenzó todo. El rio al igual que aquella vez seguía su cause natural, pero sus aguas poco a poco se fueron tiñendo de rojo. El cuerpo de Diamond yacía apenas unos metros más allá, y los restos de Diani, su primera amiga, estaban justo al lado.

La escena de Diamond siendo asesinado y Diani siendo destrozada se repitió incansablemente una y otra vez. Emerald comenzó a gritar.

—¡Dame pelea! —gritó Lideo desde alguna parte de su cabeza— Estarás muerta si logro quebrar tu mente.

Emerald trató de calmarse, cerró los ojos con fuerza y poco a poco la imagen del rio comenzó a disiparse, unos muros comenzaron a alzarse mientras la encerraban, y lo siguiente que hubo fue oscuridad absoluta.

—No te bastará hacer eso.

Las paredes solidas comenzaron a agrietarse a medida que se escuchaba unos golpes desde el otro lado, en cuanto una de las paredes se partió Emerald pudo ver a su madre, la reina la tomó del pelo con fuerza mientras sostenía una daga sobre su cuello.

—Voy a matarte —dijo la entidad—. Tu nunca debiste haber nacido.

Emerald dio pelea, comenzó a concentrar magia nuevamente sobre sus palmas y unas espinas comenzaron a aprisionar a Agatha, la reina gritaba histérica mientras poco a poco su imagen se desvanecía dejando tras de si una criatura oscura y negra.

—¡Pyro! —gritó Emerald en su dirección mientras el ser oscuro la observaba.

Comenzó a correr al darse cuenta que no lograba nada, Lideo estaba presionándola cada vez más, y por cada cosa que realizaba, una nueva criatura que simbolizaba sus miedos más profundos aparecía frente a si.

—Yo puedo, sé que puedo...

Una a una, nuevas paredes se fueron alzando formando de esta forma un laberinto, la criatura que la venía persiguiendo tenía dificultad para alcanzarla, pero no por eso no seguía tratando de atraparla.

Llegó un punto donde ella se sintió mareada, todo había comenzado a darle vueltas, y fue justo en ese instante donde la criatura que la venía persiguiendo la alcanzó, pero antes de que pudiera lastimarla, Lideo la sacó de aquel trance.

—Despierta, Emerald —escuchó que le decía tenuemente.

Para cuando abrió los ojos todo se veía borroso, Lideo la tenía sujetada con firmeza entre sus brazos y ella se encontraba en el suelo. Su maestro la ayudó a sentarse, y luego de que estuvo más repuesta habló.

—Lo siento, no pude hacerlo bien.

—Niña, es normal que falles, incluso a la gente experimentada le toma tiempo aprender a defenderse.

—¿Cómo me fue?

—Lamentable la verdad. Estuviste a punto de morirte desde adentro —contestó él con franqueza, Emerald tras escucharlo agachó la cabeza—. Pero luego lograste recuperarte un poco. Francamente no esperaba que pudieras tratar de frenarme.

—Debería poder hacerlo... soy la heredera de Delia.

—Una heredera que pasó gran parte de su tiempo encerrada dentro de un cristal —acotó—. Los poderes que Cornellius te traspasó eran grandes y poderosos, es verdad, pero nunca tuviste la oportunidad de desarrollarte correctamente, ni en tu niñez, ni mucho menos durante gran parte de tu juventud.

—Quiero continuar.

—Ya no, llevas tumbada en el piso más de dos horas, si llegas tarde a la clase de Digoro, Julian podría sospechar algo.

—¿¡Dos horas!? —gritó.

—Dindarrium y yo te advertimos que sería desgastante, acabo de poner tu mente al límite y necesitas descansar —le dijo mientras se apoyaba sobre el escritorio—. Ve a clases y luego distráete leyendo algo o conversando con alguien, o ponte a hacer alguna de esas cosas que hacen los jóvenes hoy.

Haciendo caso a su maestro se puso de pie y fue a clases, por momentos tenía que agarrarse del pasadizo para no caerse, pero luego de varios minutos por fin se sentía mucho más estable.

Luego de llegar, Digoro los distribuyó por grupos para que analizaran las propiedades de las hojas de unas plantas conocidas como velo de hada; habían recibido este nombre porque eran pequeñas, y las flores que envolvían el centro, estaban distribuidas de una forma como las hadas de los cuentos que ella leía de pequeña.

Claramente Digoro no la dejó hacer grupo con Julian, los dos eran de los mejores que había en su clase, pero juntos se distraían demasiado y aunque tratara de reprobarlos, lo terminaban dejando en ridículo cuando respondían bien sus preguntas.

—En base a lo que han averiguado y encontrado me deben entregar un reporte—informó Digoro mientras limpiaba sus herramientas de jardinería—. Nos vemos la próxima clase.

Todo el salón se despidió del maestro sin emitir una sola queja, ya conocían demasiado bien su carácter y enojarlo era algo que definitivamente no querían hacer.

La cena transcurrió sin más contratiempos, y aunque Emerald se moría de hambre, los nervios que le provocaba saber que faltaba poco para tener esa "cita" con Julian, habían generado que tuviera un nudo en el estómago.

Luego de ir por Kaia se encerró con ella en su cuarto, la pequeña observaba como su dueña iba y venía de un lado al otro, y por más que trataba de llamar su atención, esto era completamente en vano.

—¿Me veo bien? —le preguntó, en respuesta Kaia ladeó la cabeza—. Olvídalo.

Volvió a observarse una vez más en el espejo, acomodó el pequeño flequillo que traía y por enésima vez alisó algunas arrugas de su ropa. Para cuando todos ya se encontraban dentro de sus cuartos, Emerald escuchó como el pestillo de su puerta comenzó a girar, Julian la observó del otro lado, y con un dedo en sus labios le pidió que la siguiera en silencio.

Kaia, al ver que Emerald iba a salir trató de frenarla sujetando su ropa, luego sus ojos se depositaron en Julian y las plumas de su cabeza se crisparon.

—Kaia, volveré pronto, espera aquí.

Kaia siguió tirando de la basta del pantalón, pero fue en vano, Emerald terminó dejándola dentro con llave y se marchó de los dormitorios con Julian.

—Aún no activan la protección, le informó, vamos.

Tras decir esto Julian se transformó en el dragón, y al igual que la vez donde fueron a ver a Eugene, comenzó a correr en dirección al portal con Emerald subida a su lomo. Al atravesar la zona el aroma perteneciente a los campos de flores del jardín del palacio llegó hasta su nariz, Emerald se bajó del lomo y Julian regresó a la forma normal.

—Ven, por acá nadie nos verá —le dijo, ella asintió.

Julian terminó llevándola por las zonas oscuras del palacio y finalmente terminó encerrándose junto a ella dentro de una habitación.

—¿Cómo lograste activar el portal desde este lado? —preguntó con curiosidad.

—Tuve ayuda —él sonrió—. Privai vino de visita hoy, ella me ayudó.

—¿Privai? ¿Le dijiste sobre...?

—¿La cita? —ella asintió— Sí, sabe que saldré contigo, pero claramente ella no sabe que eres Emerald.

—¿Y toma con tanta normalidad que salgas con un "chico"?

—No tendría porque importarle —respondió él con desinterés—. Inclusive es ella la que siempre me alienta a que vaya contigo, es un poco rara, si su padre se enterara que alienta a su prometido para que vea a otro hombre, la mandaría a un reformatorio, pero los dos guardamos ese secreto muy bien.

—¿Y por qué me trajiste a esta habitación?

—Porque quiero darte algo que siempre deseaste.

Julian la sujetó de los hombros y la hizo girar, luego colocó sus manos sobre sus ojos y lentamente la fue guiando hasta situarse delante de un ropero grande.

—Bien, cierra los ojos, abriré la puerta para que puedas ver que hay dentro.

—De acuerdo...

Emerald escuchó como las bisagras de la puerta rechinaron, Julian, quien aparentemente se había alejado un poco le dijo que ya podía abrirlos, y cuando lo hizo, no pudo evitar entre abrir los labios.

Era un vestido. Un hermoso vestido de color verde, similar al que usó la primera vez que ambos se conocieron, y justo debajo de este había una peluca que se parecía bastante a como había sido su cabello hace ya varios años atrás.

—Esto es...

—Creo que no dejé pasar ni un solo detalle por alto —le dijo mientras ella volteaba a observarlo—. Recuerdo que también traías un broche similar a este ese día —diciendo esto abrió las palmas de sus manos en su dirección dejando a la vista un broche dorado con una incrustación de zafiro al centro —. Perdona si no es de la mejor calidad o exactamente igual, fue lo mejor que pude conseguir en tan poco tiempo sin que nadie se enterara.

—Julian... —unas pequeñas lágrimas terminaron desbordando sus ojos y Julian inmediatamente la abrazó con fuerza.

Algo que siempre la ponía triste es que nunca podría verse como era en realidad, desde la muerte de su hermano hasta ahora había tenido que fingir ser él, y eso implicó claramente deshacerse de todos los vestidos que le gustaban, los accesorios que siempre usaba, y su largo cabello que tanto había amado cuando era pequeña.

Hoy Julian le estaba dando la oportunidad de que al menos por una noche, ella pudiera ser Emerald, no Diamond.

—Muchas gracias, estoy muy feliz —le dijo mientras depositaba un beso sobre sus labios.

Julian, con las mejillas sonrojadas asintió mientras le entregaba el broche dorado.

—Sería peligroso salir de la habitación, así que me daré la vuelta y esperaré a que termines de alistarte.

Cumpliendo con su palabra Julian dio la vuelta, y en todo lo que tardó Emerald para ponerse el camisón interno, los pliegues de tela que abultaban la falda, el vestido y la peluca, jamás volteó a observarla. En cuanto estuvo lista él volteó y quedó embelesado. Estaba muy acostumbrado a verla convertida en un muchacho, pero ahora que lograba ver a la Emerald que lo había cautivado desde temprana edad, no pudo evitar sentirse nervioso.

—Siempre has sido alguien muy hermosa —le dijo mientras se acercaba. Con gentileza tomó la palma de su mano y depositó un suave beso encima de esta—. Hoy brillas con luz propia, Emerald.

Ella sonrió, unas pequeñas lágrimas escaparon de sus mejillas y él se encargó de secarlas con sus besos. Julian posteriormente le brindó su brazo para que ella pudiera sujetarse, y juntos, como una pareja salieron nuevamente por la zona poco concurrida del palacio en dirección al pueblo.

Aparentemente había un pequeño festival, ambos se acercaron mientras se negaban a soltarse. Recorrieron los pequeños puestos y disfrutaron de lo que estos ofrecían, y en cuanto llegaron a uno que era de accesorios artesanales, la atención de ambos se dirigió inmediatamente al pequeño letrero que decía "Joyería para parejas".

Los productos iban desde collares hasta pulseras, Emerald se quedó observando un juego de pulseras de jade que llamaron su atención, luego de que el vendedor le dijera el precio ella terminó comprándolo, pero cuando volteó a ver a Julian lo vio conversando con otro vendedor apenas unos metros más allá.

—¿Desea que lo coloque dentro de un envoltorio, señorita? —le preguntó el hombre, ella asintió enérgicamente porque se sintió bien que le dijeran de esa forma.

En cuanto Julian regresó siguieron paseando, pero el tiempo se les terminó escurriendo de los dedos con rapidez, y para cuando se dieron cuenta la luna ya se encontraba en lo alto, y esto les indicó que era hora de volver al dormitorio.

—La magia duró poco —soltó ella con tristeza, él entrelazó sus dedos y depositó un suave beso en sus nudillos.

—Descuida, habrá más momentos así —le aseguró, aunque claramente ella sabía que esto no era verdad.

Julian terminó insistiéndole que se llevara el vestido, era un regalo después de todo, y aunque Emerald hubiera querido negarse, la verdad es que le había gustado tanto ese gesto que él había tenido con ella, que no tuvo corazón para decirle que no.

Al llegar nuevamente a la escuela tuvieron que escabullirse, y como la primera vez, Julian terminó manipulando la magia del portal para que pudieran regresar.

Ambos se detuvieron en el pasadizo, ella aún mantenía el vestido puesto. Era arriesgado, si, pero no quería despertar de ese sueño tan pronto.

—Quiero darte algo —le susurró—, pero si entro a mi habitación es probable que Kaia arme un escándalo.

—Entonces ven a mi dormitorio.

El tono que usó Julian fue tan seductor, que ella sintió nuevamente como sus rodillas flaquearon, por suerte logró reponerse mientras disimulaba el sonrojo de su rostro.

Julian abrió la puerta de su cuarto, Emerald vio que todo estaba perfectamente ordenado, incluso más que su habitación. Julian no solo era prolijo para los cursos, si no también en su intimidad.

—Entonces ¿qué querías darme? —le preguntó mientras la abrazaba desde atrás.

—Yo... esto... —respondió nerviosa mientras sentía como un cosquilleo aparecía por todo su cuerpo.

El pelinegro observó como Emerald sacaba de adentro de una bolsa dos pulseras de jade, luego de observar el accesorio él la observó y batió ligeramente las pestañas.

—Me recuerda mucho al color de tus ojos —contestó tímida, él sonrió—. Quería que ambos compartiéramos algo y que solo nosotros supiéramos su significado.

—Me encanta.

Emerald sujetó la mano de Julian y deslizó la pulsera hasta que llegó a su muñeca, y Julian hizo lo mismo con ella para luego entrelazar sus dedos y besar su frente.

—Yo también tengo algo para ti —le susurró al oído, estremeciéndola por completo.

Julian introdujo la mano dentro de su bolsillo y de allí sacó un pequeño anillo de plata, que al centro tenía una pequeña esmeralda brillando. Emerald se terminó llevando las manos a la boca luego de verlo, Julian sonrió al ver la expresión en su rostro.

—Sé que esto dista mucho de una ceremonia protocolar —exclamó con calma mientras sujetaba su dedo anular de la mano izquierda—, y aunque soy consciente de que te casarás pronto, quiero entregarte esto, Emerald.

Desde el momento en que te vi aún sin haber intercambiado más palabras quedé prendido de ti, y conforme ambos nos fuimos acercando el deseo de protegerte, y amarte fue haciéndose cada vez más y más fuerte. No sabes cuanta desesperación sentí dentro de mi cuando quedaste atrapada dentro de ese cristal, pero que ahora estés a mi lado y que hayas aceptado, aunque sea de esta forma mis sentimientos, me vuelve inmensamente feliz.

Te amo, Emerald Lagnes —tras decir esto él depositó un beso sobre sus labios—. Y quiero que cada vez que veas este anillo, sepas que mis sentimientos por ti siempre serán sinceros.

Diciendo esto Julian terminó deslizando el anillo sobre su dedo.

Emerald lo envolvió con sus brazos y Julian emitió una pequeña risa complica, la atrajo a su cuerpo y depositó un suave beso sobre su cuello. Emerald sintió como inmediatamente aquella zona se tornó cálida, y se separó para poder observarlo mientras todavía sonreía.

Lentamente ambos se fueron acercando hasta que por fin se fundieron en un largo y pasional beso. Julian apresaba los labios de ella, y tras algunos segundos, sus lenguas no tardaron en encontrarse dando paso a una danza exquisita, desesperada y apasionada.

La respiración comenzó a ser escaza para ambos, el pecho de Emerald subía y bajaba encontrándose de esta forma con el de Julian. El pelinegro situó una de sus manos en la parte baja de su espalda con la intención de bajar más, y así lo hizo, Emerald terminó dejando escapar un gemido entre sus labios. Y como si aquello hubiera despertado a una fiera, Julian la alzó en sus brazos hasta que la situó encima de uno de los muebles del cuarto.

Dejó sus labios, ella emitió un gemido bajo en reproche, pero él comenzó a descender hasta situarse a la altura del escote y se detuvo. Ella con la respiración agitada y las mejillas enrojecidas lo observó. Julian, al darse cuenta de lo que ella estaba provocando a la altura de sus pantalones, trató de guardar distancia para que no se diera cuenta, pero contrario a otras veces, fue Emerald la que terminó aprisionándolo con sus piernas e impidió que retrocediera. Los orbes verdes de Julian que brillaban con deseo la observaron perplejo sintiendo como su corazón estaba apunto de explotar, y Emerald únicamente se limitó a atraerlo nuevamente a sus labios tirando de la tela de su camisa.

Ambos eran conscientes de que lo que estaban haciendo era prohibido, pero en ese punto aquel simple pensamiento solo alimentaba más el deseo que tenían de continuar.

Las manos se Julian comenzaron a recorrer la espalda de Emerald y terminó deshaciéndose de ese molesto corsé. Comenzó a besarla y su camino recorrió nuevamente hasta que se situó en su pecho, que poco a poco quedó descubierto en cuanto él bajó las mangas del vestido.

Emerald se recostó hacia atrás pegando su cuerpo hacia la pared, dejando a la vista sus pezones endurecidos, Julian dirigió sus labios hacia estos y comenzó a deleitarse con ellos. Ella gemía bajo para evitar que el resto los escuchara, y aquello en verdad estaba siendo demasiado difícil por todo lo que sentía en ese momento.

En un movimiento ella volvió a erguirse y poco a poco comenzó a abrir la camisa de él, dejando a la vista su cuerpo marcado por el ejercicio. Julian se aproximó más y ella pudo sentir plenamente la dureza que golpeaba la entrada de su entre pierna con cada roce.

Las manos firmes de Julian comenzaron a acariciar sus muslos por debajo de la tela. Emerald aguantó la respiración en cuanto sintió como él se situaba justo en la tela de su ropa interior que poco a poco se fue deslizando hasta dejar al descubierto su sexo humedecido.

Ella sabía vagamente que era lo que pasaría, después de todo su madre jamás le dio una charla de intimidad, pero por conversaciones que habían tenido sus amigos entendía perfectamente que al menos esa primera vez le dolería.

—Tranquila —le dijo Julian mientras acariciaba su rostro con la mano que tenía libre.

Ella lo observó, Julian se acercó a sus labios nuevamente, volvió a besarla mientras sus dedos poco a poco comenzaron a ingresar dentro de ella, dándole de esta forma una extraña sensación de oleadas de placer con un poco de dolor.

Julian se separó ligeramente y comenzó a desabrochar el cinturón de su pantalón, Emerald lo observó atenta, viendo como luego de algunos segundos la molesta tela cedía dejándolo a él completamente desnudo. Lentamente él se situó justo al medio, volvió a besarla y poco a poco se fue introduciendo en su interior llenándola por completo, en su paso Emerald sintió claramente como esa zona dolía, provocando de esta forma que se aferrara con fuerza a su cuerpo mientras sus uñas cortas se clavaban ligeramente en su espalda.

Cuando por fin fueron uno Julian comenzó a moverse lentamente, y gracias a las caricias que él le proporcionaba, ella comenzó poco a poco a dejar atrás aquella sensación dolorosa que sentía, siendo reemplazada por una oleada de placer.

Sus caderas comenzaron a acompasarse con las de él, Julian al igual que ella trataba de reprimir los gemidos mediante los besos, pero lo que estaban sintiendo en ese momento era tan placentero, que algunos sonidos terminaban escapando de sus labios.

Con cada segundo que pasaba su cuerpo exigía más, Julian comenzó a aumentar la velocidad, y ella internamente comenzó a desear que él continuara con el ritmo, de pronto, uno de los pulgares de él se deslizó desde su ombligo hasta su clítoris, y con los movimientos circulares que realizaba en esa zona, esto permitió que ella llegara finalmente a su clímax, y no mucho tiempo después, vio como Julian se tensaba y gruñía ligeramente con ímpetu, mientras apretaba sus muslos con fuerza, anunciándole de esta forma que él también había terminado.

Con la respiración agitada Julian la tomó entre sus brazos y la dirigió a la cama, la depositó allí con suavidad y se tumbó gentilmente a su lado. Julian la abrazó y ella recostó la cabeza sobre su pecho desnudo que todavía se encontraba agitado.

—Te amo, Julian.

Le dijo con voz queda, él en respuesta besó la base de su cabeza mientras tapaba sus cuerpos desnudos con el cobertor.

—Te amo, Emerald.

*Inserte aquí sus gritos por el capítulo de hoy*

¡Muchas gracias por ser tan pacientes conmigo! :,) valen oro. Los amo mucho.

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