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CAPÍTULO XIV: Solsticio.

—¡Quédate quieta y no hagas ruido, no puedes estar aquí!

Emerald volvió a sujetar a la Hipermería que batía las pequeñas alas en el aire, pero el movimiento que realizó provocó que el tinte amarillo que reposaba en el suelo se volcara, y dejara un rastro de color amarillo sobre la superficie de madera avejentada.

—Tener hambre, si no alimentarlo hacer más ruido —acotó Ferco desde la parte alta del ropero.

Cansada, Emerald emitió un sonoro suspiro mientras dejaba que el animal, al cual solo había conseguido pintar un ala con los pigmentos naturales, comenzara a picotear la superficie de la cama mientras que con las pequeñas patas comenzaba a rascar por encima.

Ferco, quien observaba con cierto deje de diversión la escena, introdujo la mano dentro de una pequeña bolsa que cargaba en su espalda y del interior sacó un bollo relleno de mermelada de fresa. Al sentir aquella sensación dulce expandirse por su boca no pudo evitar salivar, y la Hipermeria que lo observaba desde la cama, colocó una mirada suplicante dándole a entender que quería lo que él estaba comiendo.

—Me olvidé de darle de comer.

Emerald había estado tan ocupada buscando la manera de camuflar lo que había pasado con su nuevo compañero que no se había percatado de que su hora de comida ya había pasado.

—Tener que tener cuidado, ser una bebé, necesita comer.

Ferco al ver que ella se encontraba ya lo suficientemente estresada limpiando el tinte del suelo, dio un brinco desde la parte alta del ropero y comenzó a acercarse, la Hipermeria por instinto natural abrió las alas en señal de advertencia, pero él inmediatamente le mostró las manos para darle a entender que no tenía malas intenciones.

—Curioso, primera vez ver uno de ese color —dijo, mientras analizaba el color de las plumas verdosas.
—No me lo menciones, por favor.

Una vez que ella terminó de limpiar el desastre que provocó el tinte, decidió tomar asiento sobre la cama, inmediatamente el bebé se acercó y comenzó a acurrucarse en su regazo mientras le picoteaba la tela del uniforme.

—¿Qué pasar exactamente? —preguntó Ferco con genuino interés, era la primera vez en todos esos años que veía un fenómeno tan particular.
—Ni yo misma sabría decírtelo. Cuando salimos de la clase estaba normal. Creo que mi magia de alguna u otra forma provocó que sus plumas cambiaran de color.
—Hipermeria ser animales sensitivos, depender mucho de su cuidador, vaya problema en el que te metiste.

Diciendo esto, Ferco introdujo la mano en la bolsa que traía atrás, y luego de rebuscar un poco, del interior extrajo otro bollo rellano y lo tendió al frente, la Hipermeria, luego de olfatear ligeramente lo que él le estaba dando, terminó picoteándolo y comenzó a comer con desesperación.

—Este gustarle dulces —añadió Ferco proporcionándole una sonrisa a Emerald—. Ser de los míos.
—¿Sabes algo más de su especie? Bristol no nos dio demasiada información, únicamente nos dijo los cuidados que debemos tener y que es lo que pasará si algo malo llega a pasar.
—Es que actualmente no saberse casi nada —respondió—. Estos seres vivir alejados. No gustarle muchos los humanos, y a decir verdad no culparlos, la mayoría de criaturas preferimos no tener que convivir con ustedes.
—Por las cosas que me has dicho, es completamente razonable que ustedes nos eviten.
—Lamento poder decirte más cosas —dijo mientras arrancaba un pedazo del bollo y hacía que la Hipermeria aleteara—. No saber mucho yo tampoco, pero si poder decirte que la última vez que ver uno de cerca este ser compañero de Marie.
—¿Marie tuvo una Hipermeria?
—Sí, encontrarla lastimada, ala rota, Marie curarla, claramente a escondidas de los demás, August no decir nada tampoco, pero nunca gustarle, y a la Hipermeria nunca gustarle August tampoco.
—¿Cómo era la Hipermeria que tuvo ella?
—Ser rara, como la tuya. Primero ser amarilla, luego cambiar a plumas negras y moradas, ser raro, según entender si ser negra estar corrompida, pero no ser el caso, él ser una criatura buena, Marie siempre tratarlo con mucho amor y cariño.
—¿Dejo los registros en algún lado?
—Antes de que ella ser ejecutada en esta escuela haber información, luego considerarse magia corrupta y todo registro ser destruido por August, él prohibir la gran mayoría de avances mágicos que Marie lograr e imponer sus propias maneras de hacerlo.
—¿Qué pasó con su compañero?
—Terrible, ser terrible —dijo Ferco con profunda pena—. Cuando Marie perder el control en Navidia luego de perder hijo, poder destructivo afectar no solo el reino, si no también Hipermeria calcinarse y volverse criatura del abismo.
—¿Entonces él terminó siendo corrompido por aquel poder oscuro?
—Sí, muchos tratar de detenerlo pero no poder, Hipermeria causar gran daño y luego escapar junto a Marie al abismo.
—¿Volvieron a ver a su acompañante?
—Seguir vivo debe —dijo él mientras le mostraba a la Hipermeria que ya no tenía más dulces, esta en respuesta desvió el rostro con indignación—. Ser franco, ver tantas volar cielo que ya no reconocerlo, pasar muchos años después de eso, probable él no recordar quien soy, y probable él no recordar quien fue.
—Cada vez que escucho algo nuevo sobre Marie no puedo sentir mucha indignación y vergüenza por mi linaje.
—Desgraciadamente no poder elegir a la familia —dijo, y ella asintió dándole la razón—. Pero pese a todo, tu ser diferente —sus pequeñas manos se dirigieron a las suyas, y con una extraña sonrisa que emanaba calidez, exclamó—. Estar seguro de que lograr todo lo que quieres. Tal vez no poder hacer mucho, pero tú eres mi reina, y querer ayudar si hacer falta.

Luego de decir esto Ferco se dirigió a la puerta del dormitorio, y luego de proporcionarle una última sonrisa a Emerald y su acompañante, desapareció en medio de su nube de humo.

—Bien, ahora pequeña, si quieres salir de este cuarto debemos mantener esto en secreto, ¿De acuerdo? —le preguntó mientras señalaba las plumas verdes que tenía en la otra ala.

La Hipermeria, luego de observar a donde ella señalaba sorpresivamente terminó asintiendo con la cabeza como si lograra entender lo que Emerald trataba de decirle, ella, luego de ver como esta asentía a la par que se sentaba a un lado y estiraba el ala, no pudo evitar sonreír.

—¿Logras entender lo que te digo?

Nuevamente, como si ella lograba captar palabra por palabra que era lo que le estaba diciendo asintió levemente, Emerald no pudo evitar emocionarse.

—Bien, ahora el otro punto... tengo que ponerte un nombre, Ferco dijo que eras una niña ¿correcto? —la Hipermeria asintió—. ¿Te parece Delia? —tras oírla, la criatura colocó una extraña expresión en el rostro—. Bien, Delia no. ¿Mirela? —en respuesta, la criatura le picoteó la mano—. De acuerdo, Mirela no ¡Que exigente!

Una vez que todas las plumas de la Hipermeria estuvieron teñidas por los pigmentos naturales, Emerald comenzó a alistar sus cosas dentro del bolso para poder dirigirse a sus clases, a la par, la criatura comenzó a aletear. Apenas logró alzarse unos centímetros del suelo, pero esto bastó para que Emerald entendiera que quería que ella la cargada en el pequeño arnés que encontró en el establo de las criaturas.

—¿Qué te parece Kaia? —le preguntó mientras la Hipermeria la observaba de forma atenta—. Si bien Kaia significa tierra, en Delia hay un festival que lleva este nombre donde se celebra la prospera cosecha de ese año, y el color de tus plumas me recuerda mucho a ese momento en específico donde los campos rebozan de vitalidad y el color verde es lo que más abunda por donde lo veas.

Tengo pocos recuerdos hermosos y felices, y uno relacionado a la festividad de Kaia es uno de esos. Meses antes de que... mi vida cambiara, estaba triste porque una institutriz dijo que sería una pésima reina madre por no saber realizar las labores que la mayoría de niñas sabe realizar. Diamond, con tal de poner una sonrisa en mi rostro, por primera vez se saltó las normas y los dos escapamos a las afueras del palacio. No podíamos alejarnos demasiado por seguridad, pero me llevó a un hermoso riachuelo, y a lo lejos, se podía ver el hermoso paisaje de color verde que aún se encontraba brillando por el rocío de la mañana. Es un momento que guardo con mucho cariño —confesó—. Y lo que deseo más que nada es volver a ver ese paisaje una vez más.

—Pip —escuchó que dijo la Hipermeria mientras batía las alas—. Pip —volvió a repetir para llamar su atención.
—¿Entonces te gusta Kaia? —preguntó mientras recibía otro aleteo en respuesta— ¡Genial! Prometo cuidarte lo mejor que pueda.

Luego de que ambas lograran llegar aun acuerdo, Emerald salió de la habitación y mientras se dirigía a la clase de herbolaria, decidió pasar por el espacio que tenía habilitado Kaia para poder pasar el rato mientras se encontraba en clases.

—Kaia, te dejaré aquí solo por esta clase, el maestro Digoro se pondrá como loco si llegas a picotear una de sus plantas —ella en respuesta emitió un bufido—. Solo será por unas horas, te dejaré comida ¿te parece?

En cuanto Emerald dijo esto la Hipermeria se quedó quieta al centro de la paja reseca que tenía en su corral mientras con su pico seleccionaba el bebedero y el cuenco de comida.

—Convenida —le dijo, y ella aleteó en respuesta.

Una vez que la dejó instalada Kaia comenzó a trepar un poste de madera y se introdujo dentro de una pequeña casa de madera donde apenas cabía, Emerald la observó y aunque quiso creer que estaba equivocada, le pareció que su pequeña compañera había crecido un poco en comparación al día anterior.

Mientras iba caminando, la primera campanada de aviso de la próxima clase sonó así que se vio forzada a apresurar el paso. Al entrar a la escuela la mayoría de alumnos ya se encontraba corriendo a su próxima clase así que el sonido de los zapatos retumbando en medio de los pasadizos llegaba hasta la entrada, Emerald comenzó a caminar a la parte trasera del invernadero, pero antes de que pudiera dar un par de pasos más al frente se dio cuenta de que Julian y Privai se encontraban debajo de la escalera aparentemente escondidos del resto.

De forma inconsciente se colocó detrás de una de las columnas y trató de agudizar lo más que pudo su sentido auditivo, pero fue en vano, lo único que podía hacer desde la altura donde se encontraba era ver como ambos conversaban cerca, demasiado para su gusto. Una pequeña oleada de celos se apoderó de ella y aquella molesta voz que siempre buscaba minimizarla dentro de su cabeza comenzó a decirle que ese beso que ambos se dieron no significó nada para él.

—De acuerdo, pero deja de mirarme así —fue lo único que logró escuchar luego de que Privai se alejara—. Recuerda que me debes un favor, más tarde te lo cobro —dijo mientras le guiñaba un ojo.

Emerald desde donde estaba tuvo que prácticamente cerrar su mandíbula con fuerza. Era consciente de que ya no eran unas niñas, pero jamás pensó ver a la tímida Privai que conoció cuando era niña actuar de una manera tan... coqueta, y menos con alguien que le gustaba.

¿A que se refería exactamente con que más tarde le cobraba?

¿Cómo se iba a cobrar el favor que Julian le estaba pidiendo exactamente?

Y a medida que dijo esto su cabeza comenzó a imaginar miles de escenarios donde Julian y Privai se besaban, y aunque odiara decirlo, también imaginó otro tipo de escenarios, porque si algo le quedaba en claro desde esa vez que se besó con Julian, es que él quería llegar a escalar a gradas mayores.

—¿Vas a seguir allí? —escuchó que dijeron desde el otro lado de la columna.

Ella no pudo evitar sobre saltarse luego de escucharlo, sus mejillas comenzaron a teñirse de color rojo pero rápidamente se encargó de volver a la normalidad.

—Acabo de llegar, no sé de que hablas —dijo fingiendo inocencia, tras escucharla Julian dio la vuelta y la acorraló contra la columna.
—Te vi prácticamente patear la puerta de entrada —respondió de forma seductora mientras dejaba a la vista su hoyuelo.
—Estas loco, no sé de que hablas.

Estaba celosa eso era innegable y odiaba tener ese tipo de emociones. Definitivamente las cosas eran mucho más sencillas cuando era una niña y no había ese tipo de sentimientos de por medio.

—Estuve hablando con Privai...
—Sí, me di cuenta —su voz quizás salió más rígida delo normal, Julian soltó una pequeña risilla en respuesta.
—¿Estás celosa? —murmuró.
—¿Quién, yo? Ya quisieras —y aunque tratara de fingir que no estaba siendo demasiado obvia.
—Dijo que nos ayudaría —tras escucharlo Emerald volteó a observarlo—. Claramente quiere algo a cambio, pero no te preocupes, yo me encargo de darle lo que quiere.
—¿Qué... quiere a cambio?
—¿En verdad quieres saber? —preguntó con picardía— ¿Lo dices por saciar tu curiosidad o por alejar al monstro de los celos de tu cabecita?
—No estoy celosa.
—Si las miradas mataran me hubieras asesinado cuando espiabas desde atrás de la columna —rio—. Privai quiere que la llevemos, necesita hablar con Eugene de unas cosas ¿Te lo dije, no? Es la única que mantiene comunicación con él.
—¿Será prudente llevarla?
—Es la condición que pone, de lo contrario dudo que nos tienda una mano.
—¿Podemos confiar en ella? —exclamó mientras Julian la observaba atento— La verdad no quisiera involucrar a más personas en esto.
—Ella no será un obstáculo, jamás dejaría que lo fuera.
—Esta bien —dijo no muy convencida—. Confiaré en ti.
—Así me gusta —Julian se acercó hasta donde estaba ella y desordenó su cabello con una mano—. Ahora si, espero dejes de tener ideas raras.
—Que no las...

Antes de que Emerald pudiera decir algo Julian se agachó y depositó un beso en sus labios, ella inmediatamente se sonrojó y terminó retrocediendo hasta golpearse con la pared.

—¿¡Pero que haces!? —susurró entre dientes.
—Para mi nunca existirá alguien más que tú —le dijo con total seguridad mientras se acercaba nuevamente y depositaba un beso sobre su mejilla—. Eres la única persona que habita dentro de mi corazón, ayer, hoy y siempre.

Su corazón comenzó a latir luego de escucharlo, Emerald asintió, pero aunque hubiera querido responderle algo más, la campana sonó nuevamente indicando de esta forma el inicio de clases. Julian sujetó su mano y entrelazó sus dedos con los de ella con delicadeza, él le sonrió y de cierta manera se sintió segura, aunque era consciente de que alguien podía verlos. Julian tenía ese efecto tan contradictorio en ella. Era la única persona que le brindaba seguridad, pero también era alguien que provocaba que su cabeza diera mil vueltas y se quedara completamente en blanco.

Ambos corrieron en dirección a la clase y únicamente se soltaron en cuanto estuvieron afuera del recinto, y antes de entrar para esperar el castigo que posiblemente Digoro les impondría por llegar tarde, los dos se proporcionaron una sonrisa de complicidad que únicamente ellos entendían. 

¡Hola hola!
Quisiera pedirles disculpas :') tuve un fuerte bloqueo con esta historia pero ya la encaminé y las actualizaciones van a ser más constantes. Poco a poco algunas cosas van saliendo a la luz así que les recomiendo estar atentos a lo que se dicen en los capítulos para que comiencen a tejer teorías (?

PD: Extrañaba escribir sobre Emerald y Julian así que tuve que colocar una dosis de azúcar al final del capítulo :')
PD2: En el próximo capítulo veremos nuevamente a Eugene, recuerden que él fue el que de alguna manera salvó a Emerald y a Julian con la visión que tuvo de niños ¿Qué logrará ver en esta ocasión? Pronto lo averiguaremos.

¡Cuídense mucho! Los amo. 

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