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CAPÍTULO X: Antiguas rivalidades.

Tanto Emerald como Julian seguían en aquel vaivén desbordante de emociones.

El tiempo pasó a ser algo en segundo plano, y aunque ambos juraron que apenas habían pasado unos minutos, el tenue sonido de la campana a lo lejos les indicaba que la hora ya había transcurrido, y la nueva clase estaba por comenzar.

Aunque no quisieran, debían volver a la realidad.

Ella se separó ligeramente, con las mejillas sonrojadas, la respiración entre cortada y una extraña sensación caliente y creciente en su cuerpo.

—Julian... la campana.

Él, observándola con un brillo particular en sus ojos verdes, la abrazó por la cintura y depositó besos a la altura de su cuello. Emerald se estremeció bajo sus brazos y un pequeño gemido volvió a escapar de sus labios.

—La oí —respondió con una voz ronca, que provocó que las piernas de ella temblaran.

Emerald volvió a marcar distancia entre ambos, de forma sutil colocó las manos sobre el pecho del pelinegro y observó el suelo. Era impropio lo que estaban haciendo. Por más que ante los ojos del resto era un varón, en realidad ella una mujer, y estaba a solas con un chico en una habitación cerrada y oscura.

—Es hora de ir a la siguiente clase.

Julian le sonrió, y aprovechó la situación para colocar uno de los mechones de la corta cabellera de Emerald, detrás de su oreja. La pequeña caricia provocó que ella sonriera, y sin quererlo, terminó cerrando sus ojos para disfrutar la caricia.

Deseaba buscar sus labios nuevamente. Pero no debía, y estando un poco más consciente y con la mente más calmada, haciendo uso de su poca cordura, dio un paso hacia atrás.

Julian la observó y volvió a abrazarla, Emerald no lo rechazó, y aunque aquello se sentía muy bien, no dejaba de ser algo doloroso.

La nebulosa nuevamente había vuelto a su mente.

Ambos sentían muchas cosas el uno por el otro, pero jamás podrían tener una relación abiertamente.

—Emerald —escuchó que él la llamaba, se había dado cuenta de lo que pasaba. Emerald alzó la cabeza y volvió a mirarlo—. Estoy bien con esto —dijo, como si intuyera que es lo que estaba pensando—. Conozco perfectamente la situación, pero lo único que pido, es que me des la oportunidad de demostrar que mis sentimientos son sinceros.
—Julian...
—Estoy enamorado de ti.

En ese momento sintió como el corazón se le detuvo.

La confesión no la tomó por sorpresa, ya que ella lo sabía, pero escucharlo decir directamente aquellas palabras de alguna forma la hacían feliz. Y aunque odiara admitirlo, ella también había caído en las redes de aquel joven de piel tostada, cabello negro, y ojos de ensueño.

Con sumo cuidado Julian entrelazó sus dedos con los de ella. Acercó la mano hasta la altura de sus labios, y depositó un suave beso. Emerald volvió a sentir aquella descarga eléctrica e hipnotizante que únicamente sentía estando a su lado.

Hace muchos años, incluso cuando eran niños, ambos siempre habían tenido una química inexplicable, aunque ella siempre se cuestionó el hecho de si en realidad eran sus sentimientos, o era únicamente producto de aquellos amantes que habitaban en sus cuerpos.

—El simple hecho de estar a tu lado me hace feliz —Y a ella también esto le hacía feliz, pero bastaría una sola equivocación para que algo malo pudiera desencadenarse—. No tengas miedo —susurró mientras cerraba los ojos.
—Julian, nada me haría más feliz que... dejar que mis emociones guiaran mis acciones —respondió ella con un nudo en la garganta—. Pero justamente por estos sentimientos que tengo, es que no puedo atarte a este trato. No es justo. No quiero ser la causante de tu sufrimiento.
—Que me alejes me lástima más.
—Estar juntos sería una agonía para ambos.
—¿Y no lo sería el estar separados? —preguntó mientras acariciaba su rostro— ¿En verdad quieres cargar con este peso tu sola? Emerald —diciendo esto, Julian sujetó su menton—. Sientes lo mismo que yo. Que no me hayas rechazado te acaba de delatar.
—Yo...
—Dame la oportunidad de luchar por nuestros sentimientos. Podremos con esto —exclamó con convicción.
—No lo sé...
—Me encargaré de convencerte.

Tras escucharlo ella enmarcó una ceja, Julian le sonrió de aquella forma seductora que a más de una ponía de rodillas, y terminó observando al lado contrario mientras una sonrisa de complicidad se plasmaba en su rostro.

Julian depositó un casto beso sobre los labios de ella, y caminó en dirección a la puerta, pero antes de partir, exclamó:

—Te juro por mi vida que haré lo que haga falta para poder liberarte.

Diciendo esto él se marchó dejándola con una sensación no muy grata. Recordaba el mensaje que aquella persona anónima le había dejado, e inevitablemente pensó que Julian podría ser esa persona a la que se hacía referencia.

Pero... no quería creerlo.

Y teniendo esto en mente, volvió a activar el hechizo de transformación y salió del cuarto.

***

Según el horario que le había dado Greyslan, su siguiente clase era justamente con él, Combate Avanzado.

Emerald caminó en medio de los pasillos y los estudiantes la saludaban eufóricas. Sentía tan impersonal todo esto. La última vez que estuvo consciente prácticamente tenía que huir de la pandilla de Trellonius, y algunos de sus pseudo amigos, ahora hasta la saludaban efusivamente.

Al llegar a la parte trasera de la escuela, vio que el terreno de prácticas había cambiado: Había más maniquíes articulados, que aparentemente, se movían con magia; la variedad de instrumentos de defensa también había aumentado, ya no solo había garrotes, espadas y escudos, si no que desde donde estaba había arcos con flechas, lanzas y una extraña cosa que tenía una bola pesada en el extremo que estaba unida por una cadena.

Cuando estuvo más cerca se dio cuenta de que Draven estaba al centro, aparentemente dando unas indicaciones, pero cuando el castaño se dio cuenta de que ella venía, inmediatamente giró para darle su encuentro.

—¡Diamond! —Draven la abrazó con fuerza, demasiada, tanto que algunos de sus huesos crujieron un poco—. Lo siento.
—Descuida —dijo ella mientras recobraba el aliento— ¿Ahora eres ayudante? —preguntó de forma sarcástica.
—Sí, bueno, ya sabes. Greyslan necesita ayuda por el... tema ese, y al ser una de las personas más jóvenes que forma parte de la armada, el director me pidió que le diera una mano.
—Pensé que no te dejarían volver.
—¿Y perderme la oportunidad de volver a verte? Ni loco.

El comentario generó que ella se sonrojara, Draven, por un instante vio su rostro, le sonrió, pero hubo algo que provocó que una pequeña y fugaz mueca de fastidio se formara en sus labios.

¿Se habría dado cuenta de lo que estuvo haciendo?

¿Sus labios seguirían hinchados por los besos?

—Súbete bien la camisa —le dijo mientras señalaba la altura de su cuello, lugar que Julian había besado hace poco.

Ella fingió demencia, pero Draven murmuró "tienes una marca en el cuello"

Avergonzada, arregló la camisa hasta arriba, y miró con incomodidad al suelo.

Lo había hecho apropósito, él sabía que tenían esta clase y que Draven iba a estar ayudando a Greyslan. Claramente buscaba que él se diera cuenta de ese detalle.

—Increíble, no pensé que fuera verdad —escuchó que dijeron desde atrás.

Era Trellonius. Y seguía igual de tonto y grande, solo que ahora tenía más pelo en la cara.

—Vaya, no pensé que me toparía contigo el primer día.

El comentario sarcástico no paso desapercibido para nadie, los más chismosos se habían acercado a escuchar que era lo que decían, porque desde luego sabían, que Trellonius no era muy fan de Diamond Lagnes.

—El elegido ha hablado —respondió él sarcástico mientras escupía a un lado—. Y yo pensé que te quedarías para siempre dentro de ese cristal.
—Lamento haber arruinado tu sueño, pero aquí me tienes.

A ella no le gustaba ser prepotente, pero Trellonius simplemente sacaba lo peor de su interior, y ahora que podía usar abiertamente la magia, podía defenderse de cualquier cosa que él quisiera hacerle.

—Claro, su majestad —diciendo esto hizo una falsa reverencia—. Es increíble ver todo ese patético espectáculo que se hizo cuando llegaste. Coméntame ¿Qué se siente finalmente no ser una deshonra para tu linaje familiar?

Un sonoro Uhh se escuchó desde la parte de atrás.

—Se siente increíble —ante la respuesta que dio los demás lo observaron desconcertados—. Porque ahora hasta aquellas estrofas que me compusieron, resuenan en tu nación.

Una risotada se escuchó desde atrás, y esto bastó para que el resto de los estudiantes comenzara a reír a carcajadas. Trellonius estuvo a punto de decir algo más hiriente, pero Greyslan apareció a lo lejos y comenzó a gritar mientras agitaba los brazos con entusiasmo.

—¡Buenas tardes amados estudiantes! —gritó a lo lejos con fuerza y entusiasmo.

Tanto Emerald como Draven giraron el rostro para poder ver hacia atrás. Greyslan no venía solo, estaba llegando junto a Julian que traía algunas tablillas de evaluaciones en sus brazos.

—Muévanse, llegó el loco —dijo Trellonius despectivamente—. Y tú Lagnes —esta vez ella lo observó—. No te creas mucho porque hayas dejado de ser un inútil, estoy seguro de que esa historia que se cuenta de ti es completamente falsa. Será mejor que te cuides las espaldas.

Ella blanqueó los ojos en respuesta, Trellonius y su grupito de seguidores se dieron la vuelta y volvieron al lugar donde estuvieron al inicio.

En cuanto se fueron, volvió a girar el rostro para ver a Julian. Y al darse cuenta que ya se encontraba un poco más cerca, lo observó de una forma muy particular. Greyslan, al darse cuenta de que prácticamente lo estaba asesinando con los ojos, comenzó a frotar sus brazos como si todo el ambiente hubiera helado de repente. Y al ver a Draven, se dio cuenta de que algo entre los tres había pasado.

—¿Qué les hiciste? —le susurró a Julian.
—No tengo idea —respondió él conteniendo la risa.

—¡Bien, que lindo es ver al trío reunido! —dijo Greyslan, en un intento por hacer menos tenso el ambiente— Draven, ¿leíste las instrucciones que te pedí?
—Si, ya todos están al tanto.
—¡Genial! Muchas gracias ¿Qué les parece si vamos con el resto? —preguntó con una risa nerviosa.

Los tres se dieron la vuelva, Draven se puso al lado derecho de Emerald, y Julian, solo por molestar, se colocó al lado izquierdo. Ella por su parte caminaba mirando al frente dando pasos firmes. Quería matarlo. Julian probablemente era la única persona capaz de llevarla de un estado de ánimo al otro en poco tiempo.

Para cuando todos estuvieron reunidos Greyslan dejó las tablillas en la mesa donde se colocaban los arcos y flechas, luego se colocó al centro y observó de un extremo al otro a todos sus estudiantes.

—Bien, hoy si que hace un lindo día. Estoy seguro de que Draven ya les dio las indicaciones de la clase, pero no está demás que vuelva a repetirlas para los que llegaron un poco más tarde.

Hoy vamos a hacer una pequeña evaluación de desempeño, al ser nuestra primera clase, necesito evaluar como se encuentra su estado físico, ya luego pasaremos a la práctica en combate. Les pediré que todos se pongan de pie y comiencen a dar vueltas al campo, la primera evaluación consta de diez puntos, si completan las diez vueltas entonces tendrán puntaje perfecto.

Algunos hicieron un sonido a modo de queja, especialmente los de la clase virtuosa, los de la clase guerrera, por el contrario, al estar acostumbrados a que la mayoría de sus clases sean físicas, ya no tenían problemas en hacer ese tipo de actividades.

Todos se pusieron de pie y comenzaron a dar vueltas al campo, Emerald se aseguraba de seguir un paso lento pero constante. Miró a los que iban adelante y Julian y Draven iban a la cabeza, ni uno dejaba que el otro diera un paso más adelante, parecía más una batalla personal entre los dos que una evaluación para la clase, y ese patrón se repitió durante todas las demás pruebas.

¿Abdominales? Mientras el resto hizo el mínimo, que eran treinta, ese par hizo sesenta.

¿Planchas? Lo mismo, cada uno hizo cincuenta.

—¡Cuanta energía la de los jóvenes de hoy!

Tanto Julian como Draven traía la frente perlada en sudor, la coleta alta de Julian se había deshecho ligeramente, por lo que tuvo que soltarla, las chicas de la clase no tardaron en pegar algunos gritillos, incluso la misma Emerald, quien disimuladamente tuvo que apartar la mirada para no quedarse prendida fijamente.

Draven no se quedaba atrás, remangó las mangas del uniforme, dejando visiblemente marcados los músculos de sus brazos. Las muchachas estaban eufóricas. Y aunque ella odiara admitirlo, los ejercicios que le hacían practicar a Draven en la guardia, si que habían hecho un buen efecto.

—¡Armen parejas! Es hora del combate de práctica, pueden elegir las armas que quieran. Pero recuerden, la magia está prohibida.

Ella vio como Draven, que estaba del lado izquierdo, y Julian, del lado derecho, tomaron sus respectivas armas; el castaño una espada y el pelinegro una lanza que traía una bola de acero unida a una cadena al final, y comenzaron a in en su dirección. Sin embargo, antes de que pudieran llegar Trellonius se puso delante de ella y la observó con sorna.

—Tú y yo, Lagnes.

Bien podría haberse negado, pero eso le hubiera dado pie a Trellonius de que siguiera burlándose. Ella se levantó con visible molestia, caminó a la sección de espadas, tomó una que iba acorde a su peso, y un escudo. Él, por su parte tomó un garrote, su arma favorita.

Los demás se fueron a sentar en el contorno, Draven fue hacia donde estaba Greyslan y Julian al lado contrario.

—Prepárate para tu humillación, Lagnes.

Los dos observan a Greyslan, este eleva la mano en el aire, y Draven a la par tocó un silbato que reposaba en sus labios.

Trellonius levantó el garrote en el aire y golpeó el suelo, la tierra debajo se alzó. Emerald esquivó el golpe, bordeó a Trellonius y con el escudo le dio un golpe en la espalda. El muchacho chasqueó la lengua, giró rápidamente y volvió a golpear, ella volvió a esquivarlo.

—¡Maestro necesito ayuda! —gritó uno de los amigos de Trellonius.

Intuyendo que es lo que haría, Emerald extendió la palma de la mano y realizó un contraataque. Trellonius cayó, ella aprovechó el momento, blandió la espada, logró que él soltara el garrote, y una vez en el suelo pisó sus brazos para evitar que se moviera, y colocó la espada a la altura de su garganta.

—¿Qué pasó? ¿Tus trucos no funcionaron esta vez? —le preguntó, y el muchacho, humillado la observó con profundo odio.

Los demás se volvieron locos, comenzaron a silbar en su dirección mientras gritaban su nombre y aplaudían. Ella se quitó de encima, Trellonius, enojado se incorporó rápidamente y se quitó la tierra de la ropa, caminó en dirección a su grupo de amigos, los cuales trataron de consolarlo, pero ante una mirada fulminante decidieron que lo mejor era pretender que ese enfrentamiento nunca había pasado.

—¡Excelente, Diamond! —gritó Greyslan.

Emerald caminó hasta donde estaban las armas y dejó la espada y el escudo, y ni bien volteó, vio a Draven y a Julian en el centro. Los dos se retiraron la parte superior del uniforme, las chicas volvieron a gritar, y Julian ajustó más la coleta alta para evitar que le estorbara.

Greyslan la llamó con una mano, y cuando estuvo frente a él, le entregó la tablilla de evaluaciones.

—¿¡Noventa combates empatados!?

De todos los alumnos, Julian y Draven eran los que el mayor número de combates habían solicitado, y que estuvieran tan a la par demostraba que Draven había mejorado enormemente con el uso de la espada.

—Desde que... bueno, no estuviste, la relación entre ellos cambió. No volví a verlos juntos, y al inicio únicamente discutían, después poco a poco se fueron alejando, pero cuando llega esta clase, de alguna manera, es el único momento en el que los dos exteriorizan aquello que no quieren decir.
—¡De la orden! —escuchó Greyslan que gritó un estudiante.
—¡Lo siento! —gritó— ¡Que comience el combate!

Ni bien dio la señal Draven prácticamente se lanzó hacia el frente, Julian corrió de la misma forma, pero antes de que la espada pudiera alcanzarlo, clavó la lanza en la tierra y dio un salto en el aire. La multitud enloqueció, Julian era muy diestro y hábil.

—¿No usa espada?
—No le gusta —él rio—. Se siente más libre con esa lanza, de hecho, se mandó a preparar esa arma únicamente para él.
—¿Por eso tiene al final una cadena y una esfera?
—Sí, mira lo que hará.

Julian, estando a la espalda de Draven tiró de la cadena, la lanzó hacia el frente, pisó el restante de los eslabones en el suelo para evitar que lo llevaran consigo, y Draven giró rápido para desviar la trayectoria con la espada.

—¡Vamos, Draven! —se escuchaba que gritaban en el público.
—¡Destrózalo, Julian!

Ignorando a los demás, los dos muchachos siguieron combatiendo. Ni uno daba tregua al otro, cada movimiento era cuidadosamente planeado, y aunque Julian podía usar algún truco mágico, no lo hizo.

En ese momento se vio que Julian movió los labios, le había dicho algo a Draven. Este enfureció y se lanzó hacia el frente, lo que sea que Julian le haya dicho logró exasperarlo, el pelinegro volvió a saltar con la lanza, tomó la cadena, la cual se terminó enroscando en las piernas de Draven, pateó la espada de su compañero, y una vez en el suelo, colocó la lanza a la altura de su garganta.

Julian, luego de once años, finalmente le había ganado.

Emerald, Greyslan y los demás se quedaron mudos por la impresión, pero el silencio duró poco, la fanaticada comenzó a gritar, y en medio de aplausos, Julian se quitó de encima, le tendió la mano a Draven, este se sentó con la cabeza agachada, lo miró, y con un golpe impidió que lo ayudara a ponerse de pie.

Draven simplemente se levantó por sus propios medios, tomó del suelo su uniforme, y se marchó sin decir absolutamente nada.

¡Lindo viernes!
Antes de desaparecerme el fin de semana quise dejarles una actualización de esta historia.

No saben como amo escribir los capítulos donde Draven, Julian y Emerald tienen que interactuar. Aunque ahora que son unos jóvenes con otro tipo de mentalidad, los roces han cambiado mucho.

¿Qué piensan? ¿Emerald tendrá razón en creer que esa persona es Julian?
¿O ustedes creen que se trata de Draven?
Y quizás la pregunta más importante de todo este capítulo ¿Qué piensan que le dijo Julian a Draven para desestabilizarlo de esa forma y provocar que pierda?

¡Los leo!

Gracias por el apoyo y cariño que me brindan con mis historias ❤ Son increíbles. 

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