• Capítulo tres •
Había muchas cosas que le parecían frías, el clima de la ciudad en la última estación del año, el extraño helado con nitrógeno que sus pequeños hijos disfrutaban, las nevadas que caían en Navidad.
Pero en definitiva, la mirada que el profesor Taiju Shiba le estaba regalando se había acomodado en el puesto número uno de esa lista, haciéndolo temblar por los grandes ojos ámbar llenos de enojo y en lo más profundo sorpresa.
Mitsuya aún sostenía su hombro, dándole un poco de soporte que necesitaba para hablar sobre lo que quería; tal vez si al final el gran hombre no le creía, tendría que decir que era una broma para que no le hicieran un examen psicológico y le arrebataran a sus corazones.
"- Matsuno. - Su apellido resonó por todo el cubículo, con el tono áspero y molesto que siempre tenía el profesor.
- Buenos días profesor. - Musitó aún jugando con sus dedos y sintiendo ambas miradas de la extraña pareja sobre él- Yo, necesito hablar con usted.
- Si es sobre su calificación...
- ¡No! Digo, no, es algo más ¿Diferente? - Soltó, intentando mantener un perfil bajo- Usted es religioso."
La pequeña sonrisa burlona por parte del profesor no paso desapercibida, mucho menos el apretón en el hombro que le estaba brindando Mitsuya; la tensión que emanaba la persona a lado suyo lo hizo temblar, dirigiendo la mirada hacia el bonito chico de cabellos lila que veía con advertencia al gran hombre que se encontraba en el escritorio.
Había una pizca de algo, una pequeña advertencia que debía parar la plática o atenerse a las consecuencias de ella.
"- Si, soy religioso. - Espetó con tranquilidad el profesor- ¿Qué necesitas saber? ¿Acaso la bestia ya te encontró?"
Un jadeó involuntario salió al escuchar la última pregunta, sintiendo, como el mundo le daba vueltas y perdiendo el apoyo de Takashi al soltarlo.
El golpee en el escritorio lo regreso por completo a la realidad, observando la escena más extraña y en cierto punto interesante - a su manera -.
El puño de Mitsuya estaba justo en el centro del escritorio, los ojos lilas que siempre le daban tranquilidad estaban empañados en irá e inconformidad mientras que Taiju sonreía con malicia.
Era, simplemente, impresionante.
Por una vez estaba viendo a uno de sus amigos cercanos sucumbir ante las emociones, Mitsuya, siempre era la persona más tranquila junto a Hinata.
Pero ahora, podía jurar, que un gruñido salió desde su garganta y borró todo rastro de diversión.
"- La bestia, ¿Es Baji-san? - Cuestionó, tomando con delicadeza el rígido hombro del ojilila para que retrocediera- ¿Por qué lo llaman así? ¿Es peligroso?
- Baji no es peligroso. - Musitó con molestia su compañero, retrocediendo y dedicándole todo la atención- Simplemente es algo...
- Posesivo y cruel. - Completo el profesor Shiba apoyando sus codos en la fina madera donde tenía sus alborotados papeles.
- A todo esto Chifuyu, ¿Cómo mierda conociste a Baji? ¿Estás loco?"
Un suspiro cansado fue la respuesta, ¿Cómo lo había conocido? Dudaba que podría decir honestamente que terminó compartiendo cama con él porque ahora todo el mundo pensaba que era su pareja, y ¿Estaba loco? Por supuesto que lo estaba.
¡Por el amor de dios!
Aunque no lo estuviera, con los sucesos del día anterior la cordura que tenía hubiera salido corriendo.
Irónicamente no sabía que contestar y las iris lilas y ámbar que lo veían atentamente solo lo ponían en el borde del precipicio al colapso nervioso.
"- Estaba en mi casa, con mis hijos. - Comentó, un poco de verdad un poco de mentira- Takemichi y Hina ya lo conocen.
- Baji es un impulsivo. - Musitó con más fastidio que nada Mitsuya, dándole una gran incógnita."
¿Por qué hablaba así del azabache?
Mitsuya Takashi a estado a su lado desde la niñez, apoyándolo en cada una de sus decisiones, cuidando sus espaldas cada vez que se metía en problemas y aconsejandolo cuando emprendió su camino en la paternidad.
Lo conocía, lo conocía tan bien como la palma de su mano - o eso pensaba -.
Ahora veía como él sastre tenía los puños apretados y el rostro serio, los ojos cubiertos por una neblina de molestia y los labios fruncidos en una mueca.
Mierda.
Algo empezaba a quitarle la tranquilidad acerca de Takashi, pero, rogaba que solo fuera su maldito nerviosismo.
"- Estás espantando a Matsuno, cariño. - Siseó con tranquilidad el dueño del cubículo antes de empujar la frente de Mitsuya- Controlate.
- No estaría pasando, si mantuvieras la boca cerrada. - Atacó con burla el dueño de los ojos lila- Supongo que esto será largo.
- Siéntate Chifuyu. - Hablo nuevamente Mitsuya al permitirse verlo directamente."
¿Se vería tan mal como se sentía?
Podía jurar que estaba temblando y que sus manos estaban sudando, sus piernas perdían estabilidad y al dejar caer su cuerpo en la silla delante del escritorio suspiró aliviado.
Takashi había tomado asiento a su lado, mientras el Shiba mayor dejaba caer una hoja en blanco frente a él.
"- El infierno está dividido en siete, cada una gobernada por uno de nosotros. - Comentó, con toda la normalidad Mitsuya anotando en el papel- Baji es conocido como Lucifer, luego sigue Kokonoi que normalmente todos buscan como Mammón.
- En el tercer infierno estoy yo, normalmente me conocen como Asmodeo pero para ti siempre seré Mitsuya Takashi. - Sus labios se abrieron rápidamente ante esa declaración, dejando que un pequeño quejido saliera para esperar- Le sigue Kazutora que a veces confunden con Baji como satanás, Pachin como Belcebú y Kisaki como Leviatán.
- Pero ahí falta uno. - Dijo, volviendo a contar los nombres y deteniéndose por un momento en el primero- ¿O el último es compartido?
- Hanma es conocido como Belfegor pero normalmente no da problemas. - Respondió con tranquilidad Takashi antes de dedicarle una sonrisa- Todos tenemos diferentes maneras de ver las almas pero desafortunadamente Baji es el que más de asemeja a un ángel.
- ¿Qué? No entiendo.
- Tan lento como en clases. - Bufó con fastidio el tercero del lugar, aflojando el nudo de su corbata- Lucifer no estaba destinado a ser un demonio, mucho menos gobernar el primer infierno; para él fue un castigo.
- Taiju...
- Baji es el primer arcangel que dios creo, lo desterró hace demasiados años y cayó en los límites de South, debo decir que tenía potencial y entiendo los motivos de Takeomi para desterrarlo pero al final él lo tomo demasiado bien.
- Bien, comprendo, Baji-san es un...
- ¿Baji-san? - Irrumpió con sorpresa Mitsuya, logrando que olvidará lo poco aprendido- ¿Por qué lo llamas así y no por su nombre de demonio?
- ¿Debería? No pienso ir por la vida llamandolo Lucifer, es horrible.
- Continúa Matsuno, tengo clase en unos minutos.
- Baji-san es un ángel caído, gobierna el primer infierno y ve las almas diferentes pero ¿Qué tengo que ver yo ahí?"
La mirada compartida por la peculiar pareja no paso desapercibida en ese momento, dónde, sintió claramente como lo veían con lastima y tristeza; había algo que claramente no entendía y que por supuesto ellos no se querían dar la tarea de explicar.
"- Es complicado, y no es nuestro deber explicarlo. - Hablo por fin Takashi, dándole la mano como suponía apoyó.
- Solo ten cuidado Matsuno, Baji es una bestia, debes de tener tus precauciones con él.
- Y con Kazutora y Kisaki, ese dúo es algo irracional. - Completo el ojilila- Se que es algo imposible, pero ruega a que Baji quiera negociar por ti."
El sonido de la campana anunciando el inicio de las segunda hora de clases lo sorprendió, dándose cuenta que aquella plática - que le dejo más dudas que respuestas-le había llevado más tiempo del planeado.
Simplemente quería saber sobre Lucifer, no darse cuenta de todo a su alrededor.
Podía asegurar que la preocupación de Takashi era genuina y que la lastima que profesaba su profesor era real, pero, había algo más entre líneas que le dejaba un amargo sabor de boca.
Abandonando la oficina, dando una ligera reverencia, recorrió los pasillos de la universidad.
Habían pasado demasiadas cosas en su vida y estaba empezando a creer que una cita con el psiquiatra sería lo mejor, porque, en sus diecinueve años todos los sucesos eran extraños.
No recordaba casi nada de su infancia, la mayoría de esos años estaban guardados en lo más profundo de su mente como si fuera lo mejor.
Podía recordar a su hermosa madre, a su fabulosa vecina y los conocimientos adquiridos pero en definitiva todo lo demás era una laguna oscura que no le permitía ver más allá.
Su adolescencia fue problemática, normalmente eran mas peleas que anécdotas y discusiones verbales en su hogar que prefería olvidar.
Y por último, los años que llevaba con sus hijos; que graciosamente eran los únicos que recordaba al cien por ciento.
Claro, entre toda su vida y todos sus desvaríos habían cosas que resaltaban.
Las disculpas de su madre, el terror de sus compañeros al meterse con él, sus hijos riendo con la nada y sus citas con el psiquiatra que desgraciadamente no recordaba pero si tenía los registros.
Sabía que estuvo medicado desde los siete años hasta los trece, con Flouxetina, Sertralina y Asenapina; haciendo que la mayoría del tiempo estuviera en un limbo de desconcierto por lo dopado que estaba.
Claro, los dejo de tomar, porque en definitiva ese trance fue la perdición para su madre.
Dándose cuenta, ya se encontraba frente a la puerta de su primer asignatura del día.
"- Por los niños. - Murmuró para si mismo al abrir la puerta y adentrarse a otro tedioso día."
Sin duda alguna, podía decir que ese día había sido peculiar a su manera.
La plática con el profesor Shiba estuvo presente todo el día en su mente, los mensajes de cuidado de Mitsuya no habían cesado en las últimas horas y ver a sus dos retoños sentados en una mesa - de su trabajo- en compañía de Keisuke era el plus de esa tarde.
Quería preguntarle tantas cosas al azabache, pero estaba seguro que no le contestaría ni la mitad de lo que necesitaba.
La mirada verdosa de Inupi seguía sobre él desde que los mellizos lo saludaron con emoción y le presentaron a Baji, pudo decir que la cafetería se quedó en silenció cuando Seishu escucho la palabra novio por parte de Keisuke.
Todo empezaba a ser un desastre y no entendía como estaba en medio de todo eso, ¿Tal vez era un castigo por robar las crayolas de su compañero de mesa en el kinder? ¿O fue por tirar a Takemichi en el estanque de aquel pequeño parque cuando lo conoció?
Sin duda algún pecado debía de estar pagando, podía jurar que el karma lo estaba pateando en el suelo.
"- ¿Estás bien? - La ronca voz de Baji lo saco de todo su desvarío mental, notando, que el café estaba casi vacío y los pocos clientes ya habían sido atendidos.
- Podría estar mejor. - Soltó, observando como su libreta estaba llena de las órdenes recibidas- Baji-san ¿Y los niños?
- Fueron con Seishu, dijo que iba a pedirle algo a una tal Akane.
- Demasiada confianza para decirle Seishu. - Musitó, chocando sus iris azules con los cafés que se encontraba del otro lado de la barra.
- Oh, vamos gatito, no me digas que estás celoso. - La burla lo hizo voltear los ojos con fastidio.
- Preferiría que estuviera lejos de todos mis allegados y que me diga que necesita de mi. - Comentó, apoyando su codo en la madera blanca que los separaba- Dijo que mi madre, me ¿Regalo?
- Vendió, pague mucho por ti. - Un pequeño asentimiento fue brindado, esperando a que las palabras siguieran- Y necesito todo de ti, Chifuyu."
Podía jurar que la última oración fue entonada de manera diferente, el timbre de voz fue más profundo y el anheló era reflejado completamente en todas las letras.
Se sentía estúpido, porque, ahora que tenía a Keisuke frente a él, Miles de preguntas nuevas llegaban a su cabeza; ¿Por qué él? ¿También le pertenecía a los demás demonios? ¿Lo iba a matar? ¿Qué pasaría con Ryu y Kaori? ¿Desde cuándo lo seguía?
En definitiva todo en el azabache era una anomalía y no quería guiarse por la biblia o por los archivos de internet porque hasta hace poco juraba que Lucifer no se vería así de apuesto.
Y ese era otro problema que hacía que se enojara consigo mismo, debería de tener miedo, hacer todo lo posible por alejarse de Baji o mínimamente pedir ayuda; pero lo único que había hecho era asentir a lo que le decían y dejarse llevar por lo que su cuerpo sentía.
No quería admitirlo, pero, por primera vez en todo ese tiempo se había sentido demasiado bien dormir con alguien y desafortunadamente la seguridad que encontraba en los brazos del extraño era demasiada.
Por una vez se sentía completamente atraído por lo desconocido, quería adentrarse en la oscuridad y perderse por completo en lo que encontrará.
Era simplemente tentador.
"- Gatito. - Lo llamó con diversión Keisuke.
- Dime.
- ¿Estás dispuesto a cumplir lo que piensas?"
Un jadeó de sorpresa fue emitido inmediatamente al escuchar la pregunta, sintiendo, como su privacidad era violada y como sus mejillas eran empapadas en un sonrojo; doblemente mierda.
Dedicándole su mirada más molesta, se dió la vuelta para pedirle a Manjiro un par de rebanadas de los pasteles del día para llevar a casa y compartirlos con Yako-san y sus mellizos.
Había pedido la mitad del día desde hace semanas, planeando, una tarde familiar que no tenían hace mucho y tener a aquel hombre en su casa no lo iba a evitar.
"- ¿Solo cuatro porciones Chifuyu? - Cuestionó Mikey al poner con delicadeza el último trozo de pastel de fresas.
- Yo... - Guardo silencio al observar de reojo como el azabache seguía sentado en el mismo taburete dónde había estado- Uno más, de chocolate amargo por favor Mikey.
- Tu novio es extraño, Yuyu.- Soltó con tranquilidad el rubio platinado, cerrando la bonita caja blanca- Te ve como si...
- ¿Cómo si...?
- Como si quisiera devorarte, no me malinterpretes, se que muchas parejas se ven así pero él es diferente. - Musitó con tranquilidad el ojigris- Te ve con algo mayor al deseó, como si fueras una divinidad."
Sus ojos se abrieron con sorpresa mientras observaba la sonrisa en el rostro perfilado de Manjiro, se veía tranquilo, como si lo que acabará de decir fuera lo más normal del mundo a pesar de que había aclarado que no era así.
"- Pero, no lo sé, también tiene una pizca de que quiere destruirte. - El nuevo comentario volvió a tomar su atención- Tal vez Emma me hizo ver demasiadas películas románticas, olvídalo Yuyu, disfruta tu tarde."
Intentando, parecer de lo más normal, regreso al lugar; sintiendo inmediatamente la atención de Baji sobre él, con cuidado se acercó al mencionado, quedándose aún detrás de la barra hasta que Inupi regresará.
"- Baji-san. - Llamó aún estando conciente que el azabache solo lo miraba a él.
- Mhm. - El pequeño sonido afirmativo lo hizo reír, al ver el aura tan relajante que emanaba el dueño del primer infierno.
- ¿Cuántos años tiene? - Inquirió, deleitándose visualmente con la sonrisa sincera que Keisuke le estaba regalando.
- Veinticuatro.
- Oh, solo nos llevamos cinco años.
- Siglos, Chifuyu. - Un pequeño gemido lastimero salió al escuchar la respuesta- ¿Algo más?
- Si, ¿Qué le gusta? - Pregunto al recuperarse- ¿Se va a quedar en mi casa? ¿Va a ayudar con los gastos? Los gastos son bastantes y si piensa vivir ahí debe aportar.
- ¿Estás diciendo cosas coherentes gatito? Tienes la oportunidad de decir más cosas y solo te interesa...
- Mientras no le pase nada a los mellizos, todo está bien. - Cortó inmediatamente apoyándose por completó en la división de madera.
- Te apoyaré con los gastos, si es lo que quieres. - Bufó con cansancio el azabache antes de imitar su posición- Si me quedaré en tu casa, algo me dice que debo vigilarte siempre te metes en problemas.
- ¡Yo no me meto en problemas! Los problemas siempre me buscan. - Contestó con el ceño fruncido.
- Claro, como esa vez que terminaste huyendo de la policía por ayudar a Hanagaki con vandalismo. - La sonrisa burlona lo hizo sonrojar, recordando aquella acción- O cuando terminaste encerrado con una falda porque pediste una apuesta con ¿Yamagasho? ¿Yamagishi? Da igual.
- Basta, está bien sin problemas. - Prometió alzando una la mano izquierda y poniendo la palma derecha sobre su pecho- Ahora ¿Qué le gusta?"
Por un momento se sintió completamente apenado, al sentir como era recorrido completamente por la feroz mirada que se detuvo en sus labios; haciendo que pasará la punta de la lengua sobre ellos.
"- Tú me gustas. - Soltó con seriedad Baji, arrebatándole el aire y una pequeña parte de razón.
- Ah, bueno me refería a la comida. - Cambio de tema, dejando un atisbo de nervios en el aire.
- Lo que sea, realmente no consumo muchos alimentos pero me gusta el café."
Anotando mentalmente eso, suspiro, esperando que aquel pedazo de pastel fuera del agrado de Keisuke.
Permitiendose guardar silencio, observo con atención lo que hacía el mayor.
Se había recostado completamente en la barra, apoyando su frente en sus antebrazos mientras el taburete dónde estaba sentado temblaba; si lo veía de lejos parecía otra persona normal, en realidad una persona bastante atractiva e interesante.
Tenía un tatuaje de dragón en el cuello mientras que una palabra en el alfabeto runico se asomaba por el cuello V de la playera que traía bajo la chamarra de cuero.
Un ligero escalofrío lo recorrió al momento de sentir una mirada aún más pesada que la de Baji.
Intentando no mostrarse nervioso - más que nada por el ser del infierno - mirando de reojo por todo el lugar, deteniéndose en el ventanal del local.
Unos ojos ámbar lo veían con enojo, transmitiendole terror verdadero y que su garganta se secara; podía jurar que sí las miradas matarán el ya lo estaría.
Antes de poder decir algo, el sonido de un cascabel retumbó en sus oídos, haciendo que los tapará por el impactó tan voraz.
"- Chifuyu. - Escuchó, perdiendo de vista completamente aquel par de iris - Hey gatito.
- ¿Podemos irnos Baji-san? - Preguntó, quitándose rápidamente el delantal y tomando la cajita- Manjiro se quedará atendiendo a los clientes y le llamare a Inupi para encontrar a los niños.
- Si tú lo dices.
- ¡Vamos!"
Pasando por la puerta que se encontraba bajo la barra, hizo una última seña a Mikey; para después darle la cajita de postres al más alto y recorriendo rápidamente el lugar.
Podía sentir aún la ira contenida de aquella persona, pero aún buscándola no volvió a encontrar los ojos ámbar.
"- ¿Seguro que estás bien Chifuyu? - Volvió a preguntar el azabache al estar a su lado.
- ¿Es verdadero interés? - Atacó, con molestia empezando a caminar hacia la otra cafetería que administraba a Inui mayor.
- Me gusta que mis pertenencias se encuentren bien."
Nuevamente el tintineo de un cascabel resonó ahora acompañado de una risa bastante molesta.
Las palabras de Mitsuya volvieron a su mente antes de detener su andar y tomar el brazo del mayor.
Había otros seis demonios y algo muy en el fondo le decía que esto apenas empezaba...
Hola, hola personitas ❤️.
¿Cómo se encuentran el día de hoy?
Bueno hay varias notitas en este capítulo que es más información que nada.
Cómo Mitsuya menciono hay siete infiernos gobernados por diferentes demonios, en este caso se dió el nombre pero aquí hay más especificaciones y el orden en los que están los infiernos.
El primer infierno es de Baji que tiene el pecado de la soberbia.
El segundo es de mi Koko que por obvias razones para mí es la avaricia.
El tercero es de Mitsuya y es la lujuria.
El cuarto es Kazutora con la ira.
Pah es el dueño del quinto infierno y el pecado es la gula.
El sexto es la envidia y es de Kisaki.
Y el último es Hanma con la pereza.
Esto va a ser muy importante y tal vez en un futuro lo ponga en especificaciones.
La Flouxetina que se menciona es un antidepresivo.
La Sertralina es un calmante.
La Asenapina es un medicamento para la esquizofrenia.
Alguna duda o comentario --->
Espero les esté gustando esto. ✨
Ah por cierto, hay una nueva historia en el perfil por si quieren ir a darse una vuelta.
Espero le puedan dar una oportunidad.
Nos vemos en la siguiente actualización 😛.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro