• Baji Keisuke IV •
Advertencia: Después del segundo separador hay contenido sexual.
Los inviernos se convirtieron en primaveras, los suspiros se convirtieron en risas y nuevas prioridades empezaban a nacer.
El tiempo había pasado volando, cada día un poco más rápido que el anterior y con nuevas experiencias que nunca había experimentado.
Todo parecía ir tan bien, que le asustaba.
Kudou Chifuyu se había convertido en su único pensamiento los últimos once años, robándole el sueño la mayoría del tiempo e instalándose en su corazón sin ningún aviso; haciéndolo reafirmar que el azabache era el dios del amor.
Cada día podía hundirse más en el nuevo sentimiento, cada segundo se hacía más lento cuando decidía partir de Olimpo — a escondidas claramente— para esperar una tortuosa semana y regresar a los delgados brazos de Chifuyu.
¡Santa mierda!
Estaba entre la espada y la pared en toda esa situación, el trabajo en el primer terreno del infierno empezaba a ser aún más pesado pero la atención que Chifuyu le exigía conforme crecía era algo que no podía negar en dar.
Sin mencionar que cada vez era aún más vigilado.
South lo tenía en la mira, lo sabía perfectamente al sentir como varias almas en pena que aún no eran designadas a alguno de ellos lo seguían entre las sombras para saber cada unos de sus paso; claro no era muy difícil deshacerse de ellas pero era una clara advertencia de que no podía cagarla.
Suspiró molestó entre los jardines del Olimpo, la canasta de frutas frescas que había conseguido lo hacían fruncir el entrecejo mientras analizaba la situación.
Nunca había hecho eso — o más bien no lo recordaba—.
Chifuyu no era ningún pedinche al contrario, muchas veces le había aclarado que con su compañía era suficiente y con las historias que llegaba a contarle de todas las partes del mundo que había visitado; era más fácil que el dios del amor quisiera darle a él algún presente por cualquier fecha que realmente le comentará que él quería algo.
«No quiero pedir algo que solo se me dará porque lo dije, prefiero que ese regaló sea algo que les nació darme» repetía, en bucle al seguir el camino rocoso que lo llevaba al jardín que era exclusivo para el menor de los Kudou.
Y claro a pesar de tener aquellas palabras siempre en la mente no negaba, que, en esos once años hubo muchas veces que intento convencerlo de que le pidiera cualquier cosa porque estaba claro que sí Chifuyu le pedía la paz mundial él haría todo por conseguirla.
Pero exactamente se había llevado cinco mil doscientas cincuenta y dos negativas a eso, una más dolorosa que la anterior.
Mierda.
Por eso se había esforzado en los regalos de cumpleaños, dando extravagantes collares y aretes de diversas joyas; había comprado las mejores telas para que ropas exclusivas llegarán cada cumpleaños a manos del chico de ojos cian que lo tenía eclipsado.
Y nada había funcionado hasta tres años atrás, dónde volvió a dar el mismo postre que la primera vez y Chifuyu le regaló la sonrisa más bonita y la mirada más afectuosa que le había visto.
Claramente después de ello se daba el tiempo se encargar con la abuela del pueblo una vez al mes aquel típico postre, sin mencionar que también las flores se habían implementado en su catálogo de regalos perfectos que hacían enormemente feliz al azabache.
Santo Jesús.
El mataría por ver cómo la mirada de Chifuyu cambiaba completamente a una de ternura y calidez con solo verlo llegar con un presente, dónde sus ojos cian se cubrían de entusiasmo y felicidad y su sonrisa era más grande sin perder el encanto.
"– ¡Kei! — El encantador apodó lo hizo sonreír antes de posar su filosa mirada al remitente, en definitiva Chifuyu era el ser más precioso que había visto en toda su vida.
– Chifuyu. — Soltó tranquilo y sin prisas cuando los bellos ojos azules se cruzaron con los suyos."
Sin pensarlo, aceleró el paso, desistiendo a la necesidad de sentir aquellos belfos sobre los suyos; absorbiendo completamente todo que que el pequeño y joven Kudou le ofrecía en la mínima acción de besarse.
En el momento justo, pudo abandonar la canasta que llevaba para sostener el delicado cuerpo de Chifuyu.
Cintura pequeña acompañado de caderas anchas, muslos rellenos y clavículas que en definitiva él solo podía observar en cuanto el menor se despojaba de sus ropas en la ducha que solo una vez habían compartido.
El sabor a fresa lo inundó en cuanto el más bajo se abrió paso para besarlo, haciéndolo perder la noción de todo lo que pasaba a su alredor y solo concentrarse en todos los sentimientos que solo le demostraba al pequeño dios del amor.
"– Oh Kei, te extrañe tanto. — Musitó entre pequeños osculos Chifuyu, haciéndolo sonreír con la melosa acción.
– Perdóname Fuyu, el trabajo me está volviendo completamente loco y South se está volviendo un maldito problema.
– Mi Kei tan responsable. — Murmuró el azabache al momento de juguetear con la camisa que portaba— Tía Senju está muy preocupada por ti Kei.
– ¿Por mi? ¿Qué pasa con eso, cariño?
–La siguiente semana debes ir a ver al creador para lo del juicio que debes. — Un pequeño nudo en la garganta se instaló inmediatamente ante la revelación de aquellas palabras— Kei ¿Podemos estar juntos?"
El sentimiento de tristeza se adueñó completamente de su ser en ese instante, no entendía la urgencia que tenía de escapar de aquella cita que no estaba enterado, no comprendía el porque quería llevarse a Chifuyu para compartir una vida normal entre los humanos y ser completamente felices.
"– Podemos, Fuyu. — Mintió, antes de volver a cubrir brevemente los bonitos labios que tanto atesoraba— Fuyu...
– Mandé.
– Hagamos el amor antes del juicio. — Pidió, sintiendo que era la última vez que podría decir eso.
– Kei...
– Por favor Chifuyu, se completamente mío."
El pequeño si que llegó a sus oídos lo tendría que hacer completamente feliz, pero, las lágrimas salieron sin permiso antes de volver a unirse en un beso...
En todos sus años de vida nunca había estado tan nervioso, las veces que había decidido satisfacer su necesidad sexual siempre eran vacías; sin sentimientos de por medio y con la única meta de poder llegar a un desahogó de frustración.
Claramente todas antes de que su necesidad se convirtiera en sufrimiento debido a la imagen de un chico bonito que se aferraba a su espalda mientras lo profanaba completamente, aún podía escuchar entre sueños los melodiosos gemidos que lo llamaban para hacer que el desconocido llegará a su cima de placer.
Pero por una vez, tenía miedo de que eso mismo pasará ahora que tenía a un Chifuyu nervioso frente a él que juguetaba con los botones de su camisa.
¿Y si de nuevo pasaba? ¿Y si realmente todo eso podía ser una farsa?
No quería que el pequeño dios del amor lo odiara, era algo que no podría soportar en ningún momento.
"– ¿Pu... Puedo besarte? — Preguntó, mitad miedo y mitad nerviosismo antes de sostener con delicadeza las pequeñas manos que besaba cada vez que podía.
– Siempre. — La seguridad palpable en esa simple palabra lo hizo sonreír, mostrando los filosos caninos que Chifuyu adoraba."
Dejándose guiar por lo que su cuerpo deseaba — y le exigía— se acercó, tomando con delicadeza a su acompañante mientras sus labios se acoplaban a la perfección.
Santo infierno.
Si alguien le dijera que el encajaría perfectamente con Chifuyu se burlaría porque no había mentira en ello, sus estatuaras se complementaban y sus cuerpos se fundían para cubrir perfectamente cada hueco.
Lo adoraba.
Estaba fascinado en como el beso se convertía en algo más íntimo, como sus lenguas chocaban entre si para después darse pequeñas caricias por si llegaban a dañarse en la batalla que sus bocas tenían.
Lo quería.
Su mente estaba nublaba conforme el aire empezaba a sentirse más pesado, el ambiente estaba llenandose de lujuria y exitacion con el simple hecho de perderse en un beso, incomodandose por la ropa que ambos portaban y sintiendo que su corazón empezaba a latir al mismo ritmo que el ajeno.
Lo amaba.
En definitiva podía perderse entre cada pequeña curva que el cuerpo del menor tenía, esconder sus labios entre el cuello y el hombro blanco que siempre podía besar o recorrer con tranquilidad la bonita cintura marcada que tenía Chifuyu.
Sin poder evitarlo, mordió el belfo inferior, escuchando un pequeño gemido en respuesta a su acción que fue directamente a la punta de su ahora creciente erección; suspiró complacido entre el beso cuando las pequeñas manos del azabache empezaron a desabotonar la camisa negra que portaba mientras el se encargaba de tomar los muslos del contrario para cargarlo entre sus brazos.
Un escalofrío recorrió todo su cuerpo en el momento que las piernas del dios del amor se enrollaron en su cintura, logrando, que ambos bultos escondidos en el pantalón se rozaran; bendito y santo dios.
Con pasos rápidos empezó a acercarse a la cama, dejándose caer con cuidado para tener a Chifuyu como quería.
Entre su cuerpo y el colchón.
Sonrío satisfecho al momento de que sus pulmones le exigieron aire, alejándose momentáneamente para ver la preciosa cara de la persona que quería.
Ojos acuosos y empeñados por el placer, con la camisa desarreglada y el cabello alborotado por el intenso ajetreo de unos segundos atrás; por el amor de dios.
Podía asegurar que cualquiera iba a tenerle envidia si se pudieran meter a su cabeza, sus manos expertas actuaron antes de que su mente conectará con todas sus acciones.
Los botones fueron terminados de deshacer mientras que todo el cuerpo de tez como la leche quedaba frente a él, tenía hambre.
Tal vez era la urgencia, tal vez era la necesidad pero no pudo mantenerse más de un segundo alejado de marcar el bonito pecho, dándose los momentos de juguetear con los pequeños botoncitos rosas que llamaban su atención y que hacían que Chifuyu se derritiera entre sus brazos.
Los gemidos y balbuceos solo lo hacían perderse entre el deseo, dejándose complacer por como su nombre era dicho con anheló y sus dientes quedaban marcados en todos los lugares de piel disponible.
Un bufido escapó de sus labios en cuanto llego al pantalón, malditos y estúpidos pantalones.
Con coquetería desabrochó el único botón para luego acercar sus labios al cierre y tomarlo entre sus dientes para bajarlo, en realidad se sentía más poderoso de lo que era al sentir como pequeños temblores se presentaban por la anticipación que sentía el de ojos cian.
"– Kei. — Un ronroneó fue la única respuesta que pudo dar, antes de bajar por completo todo la ropa que cubría la parte inferior del bonito cuerpo que estaba dispuesto a probar— Kei, por favor.
– ¿Qué cosa Fuyu? — Cuestionó divertido al inclinarse para dejar que la punta de su lengua delineara con tranquilidad la punta del núcleo de placer del mencionado.
– Hazme tuyo, Keisuke."
Gruñó, antes de tomar con fiereza la erección que necesitaba saborear; jugueteando con la punta lentamente para después recorrer completamente el tronco de la extensión del azabache.
Las pequeñas manos se enredaban en su cabello, dándole la señal de que estaba haciendo bien su trabajo debido a que los gemidos aumentaban y el mismo dueño del falo que tenía en la boca movía las caderas para su pronta liberación.
"– Kei, Kei, Kei. — Su mente estaba nublada, el sobrenombre que retumbaba en sus oídos no hacía más que hacer que su misma erección palpitara por el hecho de ser el causante de tan melodiosos sonidos— ¡Por dios Keisuke!"
El sabor salado del semen predominó completamente en sus papilas, haciéndolo sentir satisfecho por alzar la vista y ver a un sonrojado Chifuyu que temblaba debido al orgasmo que acaba de tener.
Con cuidado dejo que la erección— ahora blanda— saliera de su boca para que Chifuyu se recuperará, necesitaba que estuviera conciente debido a que el segundo round se acercaba; la sonrisa coqueta en los carnosos labios no pasó desapercibida y mucho menos la manera en la que el mismo Kudou se terminaba de quitar la camisa para exponerle con tranquilidad su trasero en aquella posición de cuatro.
Sin poder evitarlo dirigió su mano hacia su pantalón, desabrochandolo y sacando con la misma su problema de exitacion.
Carajo.
Su boca se estaba quedando seca ante lo que sus ojos veían con complacencia, los finos y largos falanges de Chifuyu estaban completamente empapados con la saliva del mencionado mientras jugueteaban con los bordes de su pequeña y rozada entrada.
"– Joder Chifuyu. — Musitó en cuanto las palabras por fin pudieron salir."
El dolor en su parte baja empezaba a crecer conforme disfrutaba que el dios del amor se preparará para él, expandiéndose con cuidado mientras pequeños jadeos acompañados de su nombre salían sin permiso de los labios apiñonados que le encantaba besar.
Maldito sea Chifuyu Kudou y maldita sea la sensualidad que tenía para hacerlo perder completamente la razón.
Después del tercer dedo que vio ingresar, no pudo resistirse, abandonando el trabajo manual que no había parado en ningún momento para esparcir el líquido preseminal que salía de su erección y tener un poco de lubricación por ello; tomo con firmeza la delgada muñeca para alejar a los intrusos de dónde él debería estar.
No pasó desapercibida la mirada de curiosidad que le dedicaban los ojos cian, mucho menos el pequeño gritó que se dejó escuchar entre las cuatro paredes cuando tomo la pequeña cintura para que quedara contra la cama y la mirada azulina de Chifuyu chocará con la suya.
Santa mierda.
Con la poca cordura que aún retumbaba en su ser, alineó su núcleo de placer en la ya dilata entrada, suspirando con pesar antes de ingresar lentamente.
El aire dejó de ingresar a su cuerpo en el preciso instante que sentía como el interior del menor se acoplaba perfectamente a él, haciendo que la intromisión fuera de lo más placentera y que sus ojos no pudieran abandonar la bonita cara de exitacion que tenía su pareja.
No entendía, pero en el momento que estuvo completamente dentro volvió a respirar, evitando moverse para dañar más a Chifuyu.
"– Cuando tú digas, Fuyu. — Soltó mitad gemido por la espera y mitad chulería por naturaleza."
El ligero asentimiento solo lo hizo sonreír, inclinándose para poder besar los mofletes sonrojados y los labios hinchados después de devorarlos momentos atrás.
En realidad no le molestaría adorar a Chifuyu toda su vida, claramente se sentiría agradecido por profesar una nueva religión con tal de venerar al más bajo todo el tiempo.
El movimiento de caderas chocando lo hizo soltar un profundo gemido, sintiéndose completamente eclipsado en como el placer que tenía no tenía comparación.
"– Puedes empezar, Kei."
Si Chifuyu daba órdenes, el las cumpliría.
Intentando ocultar la necesidad que sentía se dedicó a establecer un ritmo lento pero profundo, buscando en el interior del azabache para encontrar el pequeño punto que lo haría derrumbarse con él.
En realidad todo estaba siendo tan jodidamente placentero que empezaba a creer que estaba soñando, el ambiente lleno de lujuria acompañado de jadeos placenteros y posiciones adecuadas.
Podía sentir entre su cuerpo y el de Chifuyu como el miembro del más bajo empezaba a gotear por la expectativa de otro orgasmo mientras que él no podía sentirse mejor después de estar profanando al bonito dios del amor.
Sin pensarlo, aceleró el ritmo, hundiéndose aún más, dejando que descargas de exitacion viajarán por su cuerpo hasta que una en específico lo hizo temblar debido al fuerte grito que soltó el menor que tenía a su cuidado.
La arrogancia era una de sus cualidades y claramente la estaba disfrutando al saber que ya había encontrado lo que llevaba buscando entre embestidas.
El cuerpo de Chifuyu se retorcía bajo él, después de que estableció el ritmo perfecto para que en cada embestida chocará contra su próstata.
Mierda.
No estaba seguro de cuánto tiempo paso pero, ver al azabache llegar por segunda ocasión lo hizo temblar, observando como Chifuyu se derrumbaba como un imperio para sucumbir al placer.
Sin evitarlo dejó que su semilla llenará por completo el interior de aquel chico que le robó el corazón, tratando de recuperar la respiración mientras se dejaba caer en el pecho blanco que empezaba a presentar hematomas por sus bravas marcas.
"– Te amo. — Salió, sin miedos y sin nervios con sinceridad y devoción como siempre había sido— Te amo tanto Chifuyu."
Un nudo en su garganta se instaló cuando vió los ojos azules llenos de amor y anheló dándole a entender que era correspondido.
"– Te amo completamente Kei, por siempre."
Y con ello, se dejó llevar, deseando que en algún momento decidieran huir y disfrutar la vida siendo humanos.
Pero el juicio que tenía al anochecer le recordaba que tal vez, no sería así.
Hola, hola personitas ❤️.
¿Cómo estan? ¿Qué tal pasaron San Valentín?
Yo hundida en trabajo y por eso con la actualización tan tarde, pero recuerden que el sábado ya se subiría el último Baji Keisuke y se resuelven varias de nuestras dudas.
Así que ¿Qué tal les parece esto? ¿Les esta gustando?
Si es así, muchas gracias por leer y disculpen por el smut que aún no es de gran calidad.
Teorías, comentarios, sugerencias—>
Nos vemos en la siguiente actualización 😜.
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