Día incorrecto, chica correcta
Desde el comienzo, aquel día era perfecto. Grandioso desayuno, bici nueva de regalo, cero regaños del profesor Park porque sorprendentemente había llegado a tiempo, un diez en el examen (la cereza del pastel de perplejidad porque había marcado las respuestas al azar) e incluso habían acabado las clases más temprano.
Me preparaba para volver a casa cuando me cuestionaron:
—¿Te gustaría salir hoy?
Casi me caigo cuando escuché esa voz.
—¿Quieres salir conmigo, Irene? —no podía esconder mi asombro.
—Claro, galán. Es tu cumpleaños, ¿no?
¿Mi crush me habló? Espera... ¡¿mi crush sabe que es mi cumpleaños?! Y me dijo galán... (insértese suspiro mental).
—¿Q-Qué? ¿C-Cómo...?
Me aclaré la garganta e intenté parecer menos idiota.
—¿Cómo supiste?
—Tampoco eres invisible para mí, Tae.
Si aquello era un sueño, solo pedía no ser despertado.
—Entonces... ¿aceptas?
—¡Claro! ¡Claro! —solté emocionado, pero volví a aclararme la garganta para agregar más grave—: Me encantaría.
—¡Genial! Encuéntrame en el parque en una hora. No llegues tarde.
—Seguro —asentí antes de que se marchara.
¡Sentía que me había ganado la lotería!
Tomé mi bicicleta y pedaleé rápidamente a casa. Me preparé y vestí lo mejor que pude (lo único que me detuvo de usar un esmoquín fue que probablemente arruinaría mi racha suertuda haciendo el ridículo). Despedí a mi confundida mamá y compré unas flores en el camino.
Tenía que salir genial... ¿cierto?
***
—Esto no es genial —musité como por quinta vez con expresión cansada.
Resulta que Irene quería ir de compras. Y lo peor de todo es que de "cumpleañero suertudo" me había convertido en un botón de hotel mal pagado.
¿Las flores? Terminaron en manos de una niña porque ella era alérgica al polen. Y esa niña usó las flores para jugar a pegarle a la pelota.
—¡Voy al probador, Tae-Tae! —anunció con más de cinco percheros en las manos.
—Vale, te espero.
Irene entró y fue en ese momento que entendí que era mi hora de escapar. Huir. Salvarme.
Hablé con la cajera de la tienda, testigo de mis horas de tortura, y accedió a cuidarle las compras a mi ya-no-tan-querida compañera de clase. Entonces, procedí a correr y en el camino le mandé un mensaje a Joy (su mejor amiga) para que viniera a acompañarla.
Posdata: Qué alegría haber conservado su número de cuando aquel proyecto de ciencias.
Luego de abandonar el lugar con éxito, miré la hora en mi reloj. ¡Casi las siete! Caminé de vuelta a casa algo decepcionado por los últimos sucesos.
***
Apenas llegando, una notificación me hizo detenerme. ¡Era Jennie! Me deseó un feliz cumpleaños y explicó que estaba enferma.
En un año, se había convertido en mi mejor amiga. Pasábamos mucho tiempo juntos. Era la chica con la que me sentía más cómodo y contento. Si algo me había faltado en el día, había sido el sonido de su risa.
Chequeé la hora y corrí hacia la parada de autobuses. ¡Logré alcanzar uno! Minutos después, toqué el timbre y una adormilada Kim me recibió.
—¡¿Taehyung?! —puso los ojos como platos—. ¿Qué haces aquí?
—Vine a ver a mi pequeña Jennie enferma.
—¡Pero tú deberías estar con Irene!
Dicho lo último, se tapó la boca.
—¿Cómo sabías de eso?
—Yo...
—Sé cuando mientes, Nini, no lo intentes.
—¿Qué? —bufó—. Solo supuse...
—¡Mentirosa! Estás levantando tu ceja derecha.
Siempre hacía eso cuando mentía.
—No lo hago —negó cubriéndose la frente.
—Sí.
—No.
—¡Sí!
—¡No!
Y procedí con una estrategia infalible: cosquillas.
—¡¡Para, Taehyung!! —chilló entre risas—. ¡¡Mo-Moriré!!
—¡No hasta que hables!
Unos minutos después (hasta que terminamos tirados en el suelo) finalmente accedió y la solté.
—Vale. Lo diré. Pero... escúchame atentamente y no te espantes, ¿ok?
—Ok.
Su expresión seria y silencio generaban intriga. Odiaba aquella incertidumbre.
—Taehyung —tomó una respiración profunda y lo soltó rápidamente—: Vengo de una familia de brujas y ayer lancé un hechizo para que todo en este día fuese como quisieses. Incluso para que tu "crush imposible" se mostrara más cálida. Pero como sigo siendo una aprendiz el encantamiento me cobró con un resfriado. Y te lo digo porque confío en ti y lo hice porque eres el chico más especial que conozco y te quiero. Creo que nadie merece más un día perfecto que tú.
Transcurrieron diez minutos de: pestañeo, abrir y cerrar la boca sin emitir sonidos y gesticular sin sentido. Luego, por fin, pude comentar algo:
—¿Crees que soy especial?
—¿Honestamente es lo único quieres preguntar?
—No. Pero pensándolo así, irónicamente, las cosas tienen más sentido. Aunque tu magia tampoco volvió tan cálida a Irene que digamos.
—¿Qué pasó?
—Resumiendo: huí porque soy muy joven para morir de aburrimiento en un centro comercial.
Jennie rió abiertamente. Qué bien se sentía escucharla.
—Supongo que hay cosas que ni con hechizos cambian.
—Sí —concordé—. Creo que me gustaba más la ilusión que tenía de ella. El amor a primera vista es peligroso.
—¿Significa que tu tipo ideal ya no es la chica que viste colores pasteles, parece dulce y tiene un cabello increíble que se mueve en cámara lenta con efectos de viento?
—No —reí—. Mi tipo ideal es... una chica que siempre va de negro, se pinta mechones de colores y se hace peinados alocados. Es alguien honesta, divertida y bastante sarcástica. Que le gusta dormir en el salón de música cuando no hay nadie e imita las voces de los profesores para hacerme reír. Recientemente, le he añadido una cualidad... mágica a dicho perfil.
—Vaya, Taehyung —sonrió—. ¿Y quién podría ajustarse a esos estándares?
—Puede que alguien llamada... ¿Kim Jennie?
Nos miramos, como si fuese la primera vez que lo hiciésemos. Y entonces, comenzó a llover; para que cometiese mi cliché de historia romántica favorito.
Ese día fui mejor que un pescador profesional. Pesqué amor... y un grandioso resfriado.
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