Dia de Muertos Good Omens
En un lugar de México.
-Ángel, ¿enserio tenemos que hacer esto?
-Crowley, será divertido, además, quiero que Muriel sepa de este tipo de tradiciones humanas, de todas es la que más me gusta.
-Pero son tradiciones MEXICANAS
-Lo sé, y es por eso que vinimos hasta acá, ahora, te puedes quedar aquí quejándote, o, puedes ver si ya este todo listo.
Crowley conocía muchas festividades, y a lo largo de los años, siempre evitaba estar cerca de alguna, cuál fue su sorpresa cuando su ángel de un día para otro lo arrastro hasta México, solo para festejar lo que se conoce como Dia de Muertos.
Una festividad en donde los mexicanos festejan a la muerte, a él le parecía extraño, ¿Qué humano en su sano juicio festeja a la muerte?
Mexicanos, esa era la respuesta, ellos eran realmente raros y valla que conocía gente rara, como aquel tipo en 1765 que decía que tenía la ubicación de la fuente de la juventud, al cual solo por diversión, le hizo creer que estaba interesado y a la mitad del camino, tomando su forma de serpiente lo asusto y lo dejo ahí a su suerte.
Ahora que lo pensaba, eso había traído el nacimiento de varias historias con lo ocurrido. Rio por lo bajo recordando los viejos tiempos, esa época era la mejor.
Al legar a la habitación de Muriel se percató de que esta estaba parada viendo por la ventana, habían ocupado un departamento que "mágicamente" se había desocupado, y para su suerte este ya se encontraba amueblado, que podía decir, suerte de demonio.
-Muriel, ¿ya estás lista?
-oh, Señor Crowley, si ya estoy lista, es emocionante todo esto ¿no cree?, los humanos tienen festividades muy lindas.
-si bueno, espera a ver qué es lo que hacen el día de san patricio en Irlanda, esa si es una fiesta.
-oh, seria emocionante ir alguna vez
-No creo que sea para ti, mucho alcohol.
Un grito proveniente de la sala de estar los distrajo.
- ¡Vamos Crowley, Muriel! no quiero llegar tarde
-vamos Muriel, no queremos que "mamá" se enoje
Al salir lo primero que encontraron fue a muchos niños disfrazados, a Muriel le resulto fascinante ver como algunos iban disfrazados de ángeles o de diablillos, algunos de lo que llamaban "catrinas" o "catrines", le gustaba como todos parecían disfrutar de la festividad.
-Muriel – la llamo el ángel – ven, vamos a pedir algunos dulces
- ¡si!
Ir casa por casa, tienda por tienda cantando una linda canción solo para recibir unos dulces, era lo más divertido que jamás había hecho, y a pesar de la cara malhumorada del demonio, sabía que también se divertía.
El ángel por su parte estaba más que feliz por ver como se divertía, hacer feliz a otros le gustaba tanto.
Al avanzar la tarde, el antojo de algo para comer que no fueran solo dulces, lo invadió, con un suave toque en el hombro del demonio, se excusó y dijo que regresaría enseguida.
-Crowley, cuida a Muriel
- ¿Qué lo cuide?, que crees que soy, ¿su niñera?
-Vuelvo en un momento querido. Los veo aquí.
El ángel se alejó dejando a un Crowley más que fastidiado, ahora tenía que cuidar a un ángel que no era el suyo.
- ¿Y el señor Aziraphel?
-Fue a no sé dónde, vamos, necesito buscar un poco de alcohol, o algo que se parezca.
Para desgracia del demonio, el alcohol no era algo que se encontrara con facilidad, y que esperaba, en una calle llena de niños, difícilmente encontraría un adulto con un poco de vino.
-Señor Crowley, ¿podemos ir a esa casa?, hay muchos niños formados.
-está bien, vamos, que otra cosa puedo hacer
En la entrada de aquel hogar se encontraba una dulce señora repartiendo dulces para todos los que se presentaban en su puerta, no importaba si fueran niños o adultos, pero para su mala suerte a dos niños de que fuera el turno de Muriel, la mujer se disculpó un momento, dejando a su esposo en su lugar, el cambio fue evidente, un hombre de la tercera edad, con un rostro que mostraba amargura total, a Crowley no le gustó nada, le dio una sensación que solo había sentido en el infierno, cuando recibía a políticos o gente petulante.
-Tú no eres una niña – hablo el hombre cuando fue el turno de Muriel – hazme un favor y lárgate.
-oh, disculpe – comento Muriel – pero la mujer dijo que les daría a todos y bueno, pensé que tal vez...
-sí, mi mujer dice muchas cosas, no me hagas perder más mi tiempo y vete, que hay muchos mocosos esperando.
-disculpe SEÑOR, no creo que esa sea forma de hablarle a los demás – hablo crowley con un ligero siseo – le pido que se disculpe con ella.
-y tú quién eres ¿su padre?, no creo, tu feo cabello y esos lentes, no estas en la playa chico, largo de aquí, si no quieren que llame a la policía.
-se lo pedí amablemente, ahora, discúlpese
-es todo, llamare a la policía.
Para suerte de Crowley los niños se habían ido al ver que no les Darian más dulces ahí. El hombre camino hacia su casa siendo seguido por Crowley y Muriel. Con un chasquido de dedos cerró la puerta del hombre fue cerrada para que no pudiera salir.
-Mira humano, no suelo pedir las cosas con tanta amabilidad, lo hice solo porque esta persona que está aquí es un ángel, pero, al ver que eres un ser despreciable, no me queda más que pedirlo por las malas.
La cara del hombre se volvió en un rostro lleno de terror, frente a él, el demonio tomo forma de serpiente y empezó a deslizarse hacia él. Con desesperación y tratando de alejarlo empezó a lanzar todo lo que se encontraba en su camino, fallando en cada uno de sus intentos.
-señor Crowley, no creo que al señor Aziraphel le guste esto.
El demonio ignorando al ángel siguió con su acto, al estar frente al hombre volvió a tomar su forma humana.
- ¡eres un demonio!
-bueno, no lo negare – se acercó a él retirando sus lentes negros dejando ver sus ojos color ámbar – ahora, nos darás los dulces.
Un chillido proveniente de aquel hombre hizo reír al demonio, el cual con un chasquido regreso todo a su lugar, con otro chasquido los regreso a su lugar de origen, él y Muriel en la entrada de la casa y el hombre con la bolsa de dulces en su mano.
-disculpe señor, me daría un dulce – Crowley con una voz suave se acercó al hombre que se encontraba con los ojos abiertos como platos, asintiendo ligeramente aquel hombre les entrego la bolsa completa, haciendo saltar de alegría a Muriel y dibujando una sonrisa ladina en el demonio – se lo agradezco, que tenga buena noche.
Muriel y crowley regresaron donde Aziraphel los había citado con una bolsa llena de dulces.
-cómo les fue queridos
-Grandioso, el señor Crowley consiguió que un humano nos diera todos estos dulces – comento emocionado Muriel
-eso es grandioso Muriel – el peliblanco volteo a ver al demonio que se encontraba con una amplia sonrisa – ¿te divertiste querido?
-Por supuesto que sí, deberíamos repetir esto todos los años
El ángel se dio por bien servido al ver que tanto Muriel como Crowley habían disfrutado de la festividad, a lo lejos pudo ver como una mujer trataba de hacer reaccionar a el que parecía ser su esposo, pero al ver que Crowley lo llamaba, paso de largo y continuo con su caminata,
Definitivamente regresarían el próximo año.
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