La resolución el día después de la rueda de prensa de Eleazar.

A Kai no le hizo ni pizca de gracia, pero aceptó que era una buena opción: Nora le explicó que lo mandarían de intercambio escolar a España para que pudiese terminar sus estudios (era incluso un poco ridículo pensar en la escuela después de haber peleado por la liberación de una ciudad por segunda vez, pero Kai necesitaba algo de vida cotidiana para no caer en la locura, después de todo).

Los arreglos ya estaban hechos y una buena universidad en el país mediterráneo había aceptado sus papeles: eso sí, tras su supuesta muerte, "Carlos Rivera", el nombre original de Kai, había quedado atrás. Su nueva identidad: "Kai Castillo", le serviría para pasar medianamente desapercibido. El "Castillo" lo había tomado de su amiga Candy. Nora le aseguró que tanto su acta de nacimiento como demás papeles con su nombre habían sido adecuadamente reemplazados con su nuevo nombre para evitarse problemas. Además, ahora tenía un pasaporte.

El grupo que fue a despedirlo al aeropuerto era en realidad bastante reducido. Estaban Toph, Ezra y Amelia. Nora mencionó algo sobre mandar poca gente para evitar sospechas: además, no iban vestidos con sus uniformes de Alba Dorada. Kai ya se había acostumbrado a verlos a todos con sus trajes puestos que había olvidado como lucían vistiendo de civil. Le hizo gracia, aunque la reacción le supo algo amarga.

— Volveré - Le garantizo a Toph, quien se despidió de él con un abrazo. Ya no lucía tan pálida como antes y, aunque no lo habían hablado, era evidente que en Xalapa tuvieron sus propias peleas.

— Hermano... - Le dijo Ezra, con expresión de perrito apaleado - Perdón por no haber sido suficiente para...

Kai lo abrazó, impidiéndole terminar la oración. A Ezra casi se le sale la prótesis, que recién le llegó esa misma mañana. Estaba sorprendido: le extrañaba aquella calurosa reacción a lo que debió haber sido un discurso pidiendo perdón

— No fue tu culpa, Ezra - Susurró Kai  a un volumen solamente audible para él - No fue tu culpa.

Ezra sonrió. Su ojo (el protético) seguía apuntando en la misma dirección, pero el natural desvió su mirada a un lado.

— Hay que seguir en contacto - Sugirió Kai - Te quiero mucho, hermanito.

Se separaron. Solo quedaba Amelia.

— Debería darte una cachetada por dejarnos fuera mientras peleabas con esos loquitos - Le recriminó Amelia.

Una cachetada era lo mínimo que merecía. Si hubiesen entrado a ayudarlo, tal vez Ezra no...

Un sonoro "plaf" hizo eco en la desierta sala de espera de la terminal. Amelia realmente le había dado una cachetada.

— Eso fue por ser un idiota.

Antes de que pudiera replicar, Amelia le dio un beso en la mejilla.

— Y esto es porque me alegra que estés bien.

Kai quiso decir algo, pero las palabras no salieron de su boca. Estaba confundido y su cara estaba bastante roja (en parte por la cachetada que recién recibió). Lo único que salió de su boca fue:

— Uh, yo... ¿tienes libre el próximo viernes?

Amelia no pudo aguantar la risa.

— Cuando vuelvas, tal vez - Y, tras una breve pausa, tomó aire y añadió - Cuídate, tonto. Si ocurre algo, tardaremos una eternidad en ir a ayudarte.

Se limitó a asentir.

Y, una vez más, caminó sin mirar atrás para cruzar el umbral (tanto literal como metafórico) que lo arrojaría lejos de todo lo conocido

Como siempre.