CAPITULO 8. BATALLA.
Después de aquel cruel anuncio, tanto Tsuna como Reborn salieron al jardín para aclarar las cosas.
—Tsunayoshi... ¿Por qué no me lo dijiste? — comento molesto el mayor
—Yo... yo no podía— agacho su cabeza triste —Yo solo quería verte de nuevo, besarte y luego me iría— tomo sus manos y las junto con las del mayor —Pero te amo tanto, que solo quiero estar contigo, ¡no quiero irme Reborn!, ¡Ya no acepto esto!— sollozo el hechicero
—Vámonos, Huyamos— hablo Reborn
Sin embargo, la mente del mayor le gritaba que todo debía pasar, que ahora el castaño estaría bien, que confiara en las palabras de su madre.
—No puedo— habló el menor —Debo seguir o todo el mundo perecerá en la oscuridad Reborn—
—serás un Dame, Tsunayoshi... pero eres mi Dame, después de todo— sonrió levemente
El castaño no pudo evitar llorar a mares ante aquella respuesta, pues lo que diría a continuación les rompería a ambos el corazón
—Term...— comenzó
—Ni se te ocurra terminar esa frase, Dame-Tsuna, no pienso alejarme de ti, tenlo en claro, somos una sola entidad—
El castaño ya no sabia que decirle, como terminar todo, quería que el mayor pudiera ser feliz aun cuando el ya no estuviera en ese mundo, así que lo único que pensó en ese momento fue huir, hizo un portal y antes de que el mayor reaccionara a lo que hacía, Tsuna salto al otro lado y se fue; el mayor al quedarse solo se molestó, ¡el castaño había huido!, ¿Cómo se atrevía?, volvió al castillo entrada la noche y quienes lo recibieron fueron Lal y Coronello, quienes al notar el aura de su rey optaron por no decir nada y seguirlo rumbo a la habitación.
Días pasaron, el castaño no salía de su habitación, parecía estar encerrado bajo un hechizo pues cuando Reborn u otra persona se acercaba, salían lanzados muy lejos; aunque curiosamente Kyoya y Mukuro eran inmunes a eso, ya que entraban cuando querían, solían llevarle comida o un libro pues entendían que su amigo estaba mal, al fin estaba reaccionando a su profecía, ya que su cuerpo mostraba que el tiempo se acababa; por otra parte el Rey Reborn al no poder ver al castaño y ser alejado de este, andaba con un humor de los mil demonios, ocasionando que Lal y Coronello trataran de calmarlo, ya que si se desataba dicha molestia, el Reino Vongola podría quedar reducido a nada.
Al quinto día, las tropas empezaron a marchar hacia la batalla con el Rey Alaude a la cabeza, seguido de Kyoya, Mukuro y un castaño que extrañamente estaba cubierto por una capa; cerca del atardecer las tropas se detuvieron cerca de un claro donde se optó por armar el campamento para descansar, y aunque apenas y se veían los reyes, estos se comunicaban gracias a la magia de telepatía que el castaño había lanzado una vez inicio el largo viaje.
Reborn durante la noche y siendo sigiloso busco por todos lados al castaño sintiendo frustración al notar que en aquel enorme campamento no se encontraba; en cambio el castaño parecía sufrir en sueños pues pequeñas marcas que parecían tatuajes estaban apareciendo en el cuerpo del castaño, todo porque este se encontraba absorbiendo cierta magia.
Una vez amaneció el campamento se levanto y comenzaron a avanzar pasando entonces de terreno fértil a uno árido, donde también se observaba lo que parecía ser el mar y algunos riscos, todos parecían sorprendidos ante la vista, cuando de pronto algunos vigías anunciaron que enemigos venían acercándose. Todo estaba listo, el plan en su cabeza y las armas en sus manos, así que solo esperaron al enemigo, quien como esperaban portaba sus armaduras de color vino y cabalgaban sobre Hydras.
El silencio se hizo presente cuando tropas aliadas y enemigas se vieron frente a frente, de pronto el grito del Rey Alaude, que comandaba el grupo de primera línea de ataque, hizo que la batalla comenzara...
Poco a poco los enemigos caían, parecía que al fin derrotarían aquella oscuridad que amenazaba su mundo, sin embargo unas extrañas criaturas aparecieron, estos eran de gran altura, parecían leones pues su cuerpo era de uno, sin embargo estas criaturas poseían una cola que terminaba en aguijón (similar al de los escorpiones), alas que parecían de murciélago y cabeza humana con un par de cuernos.
—Mantícoras— pronunciaron los reyes Alaude y Reborn
El avance entonces se redujo, pues aquellas criaturas poseían una resistencia y habilidades un tanto perturbadoras para los guerreros quienes al ser picados o mordidos por esta criatura se desmayaban sufriendo una fiebre alta repentinamente o simplemente su organismo no aguantaba y explotaban; mas aun así, la estrategia no cambio, siguieron como se había previsto hasta que de pronto cierta presencia se sintió y alarmo a todos.
Xansus.
El Hechicero oscuro había llegado.
Este parecía molesto por aquel ejército que estaba luchando y evitaba avanzaran sus siervos; de pronto una ráfaga de viento lo tiro al suelo, cuando se levanto busco el origen de aquel hechizo y se sorprendió al verlo a él, en aquel campo de batalla, pues nunca creyó que su padre eligiera a aquel castaño que tanto quiso como heredero.
Suspiro al ver la posición del más joven, así que sonriendo como un psicópata se lanzó contra su ahora enemigo. Nadie se atrevió a intervenir cuando comenzó la batalla de esos dos, pues parecía que el castaño y aquel hombre estaban apenas calentando...
Kyoya, Mukuro y Reborn al percatarse al fin de lo que pasaba, un profundo temor se instaló en ellos, pues los príncipes creían que aún les quedaba un poco mas de tiempo para con su amigo, y Reborn... bueno el creyó que aquello ya no seria necesario, pues a las palabras de su madre.
"—Cuando tu destino y tú, se correspondan en sentimiento y sean uno solo,
todo mal le será revocado—"
¿Por qué entonces, parecía que aquello que aquejaba a su castaño había aumentado?.
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