CAPITULO 2. DOS AÑOS DESPUES: DAME-TSUNA...
~¿Qué rayos hace el torpe
de Tsunayoshi aquí?
¡Casi muere!
De verdad es un Dame...~
Era el pensamiento del ahora hombre de 25 años, quien después de ser ayudado por el castaño llego a donde su ejército le esperaba.
Estos al verle se extrañaron ante el vendaje que sabían el mayor no necesitaba, pero callaron pues era de conocimiento público que si preguntaban algo al respecto sus cabezas rodarían y honestamente querían llegar a casa y ver a sus familias.
El azabache en cambio no noto la curiosidad en su gente, pues curiosamente desde que observó al chico partir no dejo de pensar en él; en si sabía cómo llegar a donde vivía, si no se había lastimado, peor aún, si no le habían encontrado aquellos asquerosos duendes que amaban acosar hermosas y guapas mujeres.
Después de todo el chico
bien podría pasar por una...
Sacudió su cabeza levemente ante sus pensamientos para con el castaño, ¡era suficiente, no se volverían a ver!, harto y esperando olvidarlo, monta en su caballo y ordena a su ejército ir rumbo a casa...
Al reino Arcobaleno.
Días después de su llegada al reino, comenzó su rutina normal con entrenamientos a los nuevos soldados, reuniones con algunos líderes de los pueblos bajo su reinado, rechazos a uniones de boda, todo volvía a ser lo de siempre, salvo una cosa, una única cosa...
No podía sacar de su cabeza a cierta cabellera castaña y portador de ojos cual caramelo derretido.
~~¡Maldita sea!,
ha pasado ya tiempo,
nos hemos alejado,
¡no nos volveremos a ver!,
y aun así... Aun así
no sales de mi mente~~
Se reprendía internamente el rey azabache mientras se desquitaba en aquel día de cacería...
.
.
El tiempo continuo y dos años después de aquel encuentro, una reunión en las tierras del centro fue convocada, todo a causa del reciente ataque de "ÉL" hacia el reino Mellfiore.
El viaje no duraría más que un par de días para el rey y sus dos acompañantes: Fon, el consejero real y Coronello, su guardia personal y amigo, pues al rey le bastaba transformarse, mientras que los otros dos se irían en un Hipogrifo que pertenecía a Coronello, el guardia.
El camino fue tranquilo, pese a los gritos que Coronello daba debido a que deseaba conversar con su rey, pues pocas veces aceptaban ir a aquel reino, de pronto el guardia de cabello rubio calló, pues después de días habían llegado y desde esa altura todo se veía hermoso, lleno de...
¿luciérnagas que
iluminaban la ciudad?
Bueno ese fue un leve pensamiento comunitario, ya que al bajar un poco más notaron para desconcierto que la zona sur de aquel reino estaba siendo atacada, descendieron en el bosque, lo más cerca posible al lugar donde se estaba concentrando el ataque, cuando llegaron observaron que "esos" caballeros de armadura vino acorralaban y dañaban a la gente del lugar sin importarles la edad.
Furioso ante aquella vista y los viejos recuerdos de cierta batalla, el rey sin pensar mucho tomo a su fiel amigo, un pequeño camaleón mágico y este se transformó en un bello arco con flechas encantadas, sin esperar más comenzó a lanzar las ilimitadas flechas con una precisión que a muchos asustaba, pues daba directo en el corazón o cabeza aún sin verlos.
Tan metido estaba en acabar con aquellos seres que cuando estaba por eliminar al último, que según Coronello le había dicho quedaba, vio tras de aquel ser a dos personas que parecían ayudarse y arriba de ellos un par de maderos que de la nada comenzaron a bajar amenazando con caer encima de una de ellas, así que sin pensar más disparo dos flechas hacia aquellos maderos, rozando las mejillas del caballero vino, el azabache sonrió ante aquella acción cuando de pronto observó bien a quien "había rescatado". Sintiendo un balde de agua al verlo, más se recuperó cuando noto como labios del menor mencionaban su nombre.
—Su alteza— escuchó le llamaba cierto exguerrero de trenza azebache
—¿mmm?— preguntó volteando a verlo, cortando toda conexión con el castaño
—Es hora de irnos al castillo, de acuerdo con Coronello, ya todos están eliminados, también el que está frente a usted, el veneno no tardará en matarlo— comentó mientras el rubio de ojos azules llegaba sonriente
El azebache asintió y se encaminó junto a sus acompañantes rumbo al palacio, sin embargo, antes de darles alcance, ya que permitió se adelantarán, volteó.
Más el castaño y la mujer que había ayudado ya no estaban...
Una vez llegaron al castillo del reino Vongola se sorprendieron, al menos los acompañantes del Rey, ya que entre la puerta principal y la muralla que lo rodeaba, un hermoso jardín de rosas rojas y otras muchas hermosas flores se alzaba glorioso, cuando estuvieron frente a la puerta principal un joven de cabellos platinados y bendita en la nariz los recibió, al parecer era un guardia del castillo, este sin preguntar más de lo debido y dándoles una pequeña explicación de los detalles los condujo hasta el enorme salón donde la junta se llevaría a cabo.
Una vez dentro el azabache pudo notar a los gobernantes del reino Shimon, Cavallone, Giglio, Mellfiore, Vindicare, Triada, Tomazo y Bovino junto a sus fieles consejeros.
—Nufufu~ Bienvenidos a todos— se escuchó una risueña voz
Todos los presentes miraron a quienes había saludado, encontrándose con que era Daemon, la reina (por ser doncel) de aquel reino, quien parecía burlarse de su esposo, pues el rey Alude odiaba aquellas reuniones donde había demasiada gente para su gusto (claro que para esté mas de 3 personas era mucho), aun con la risa en su rostro, la seriedad que desprendía decía que aquello era necesario y urgente.
—Gracias por venir, como saben estamos en una situación complicada y riesgosa para todos, es necesario que arreglemos la situación de las fronteras ahora— comenzó a dirigir su alteza, Daemon —Así que tomen asiento por favor—
Cada rey fue sentándose en la enorme mesa que sorprendentemente también parecía tener espacio para los acompañantes de cada rey, incluso quedaron curiosamente dos asientos vacíos cerca del Rey Alude quien al notar la extrañeza en el rostro de sus invitados optó por hablar.
—Herbívoros, Carnívoros, esperemos unos minutos, el Omnívoro y la herbívora no deben tardar, mi hijo Kyoya los está esperando, se retrasó por el ataque que hubo—
Muchos asintieron sorprendidos al escuchar hablar tranquilamente al rey, e igual comprendieron la tardanza de las personas que esperaban, además que en su mente creyeron que a quien esperaban seria al viejo hechicero Nono y la Wicca Sawada; que ni bien el nombre de la mujer fue pensado la puerta fue abierta y dicha mujer entro sentándose al lado de la Reina Daemon, estaba feliz al parecer, y justo enseguida de que la peli naranja se sentara, un joven de cabellos azebaches con toques azulados y ojos color oro entro junto a un hermoso y tierno joven de cabellera castaña.
—Nufufu~ Tsu, bienvenido, solo faltaban ustedes— comenta riendo Daemon
El azebache frunció ligeramente el ceño ante lo que sus ojos veían y no le gustaba nada, pues el joven príncipe tenia la mano en la cintura de SU castaño, si, SU, porque desde que lo rescató esa misma tarde, se había vuelto suyo y para hacerlo saber a toda aquella bola de idiotas y sobre todo para que el príncipe se alejara, actuó.
—Hola, Dame-Tsuna...— sonrió arrogante ante la mirada extrañada del chico
Quien segundos después de aquel llamado sonrió enormemente al notar que fue el azabache quien le llamó, aunque en su interior una pequeña molestia apareció por ser llamado así...
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