Extra
Pov Jungkook
Ambos sonreímos cuando nos vimos lejos del sanatorio. Ardía en llamas haciendo al camino iluminar mientras nosotros corríamos por el bosque donde dejé el auto que nos ayudaría a escapar.
Apenas llegamos a este conduje con las luces apagadas hasta dar con la autopista, los trayectos fueron unos 50 minutos hasta llegar al hotel en que dormiríamos ese día.
-Ya está- le mostré las llaves del cuarto para que me siguiera. -Traje ropa para ti, un tinte también. ¿Te gusta el pelo rojo?
-Me encanta- la noté sonreír como cuando éramos jóvenes, aquello me dio la certeza de que todo lo que hice fue correcto.
La vi perderse al baño y regresar una hora después con el pelo húmedo y rojo. -Te queda hermoso- halagué - ¿Te fue difícil llegar a aislamiento? - sonrió
-No, le enterré un lapicero en el ojo a una mirona- recogió su pelo con la toalla para comenzar a secarlo. -Luego hice lo mismo con el otro, pero me mantuve calmada para que no me sedaran, aun así, lo hicieron. - hizo una señal de inconformidad.
-Te ayudo- la guie hasta la cama y me quedé de pie frente a esta para comenzar a secarle el pelo.
-Cuéntame
-Cuando me contaste sobre lo que te hizo- comencé a contarle -Me llené de rabia, no merecías nada de eso. Traté de dormir, pero no lo conseguí, así que fui allá. Estaba sola, la vi por la ventana, entonces me puse cubre bocas y guantes y entré- dejé lo que hacía para concentrarme en su hermosa mirada -La amaré en la silla- recordé sus chillidos -La amordacé y comencé a golpearla con el martillo, mientras le recitaba tu nombre para que no lo olvidara en el infierno.
-Te amo- dijo con ojos llenos de sentimiento antes de ponerse sobre sus pies y unir nuestras bocas en un beso lento y hermoso. -Siempre fuiste tú
-Te amo- admití -Siempre Serás Tú- volví a besarla -Ten una vida conmigo, Di que Sí.
-Hasta la muerte, soy tuya hasta la muerte y luego de ella. - no esperé para juntar ambas bocas, ese beso supo al deseo que moría por transmitirle.
Mi cuerpo se movió solo hasta acercarse tanto a ella que acabamos tumbados sobre la mullida cama. -Haré lo que sea para hacerte feliz. - pronuncié con convicción, estaba seguro de ello.
Mis manos se colaron bajo la amplia camiseta deseoso de sentir su piel cálida. -Yo no...
- ¿Eres virgen? - asintió ante mi pregunta -No tienes que...
-Quiero- afirmó con tranquilidad, sus ojos dejaban ver que so lo quería, lo quería tanto como yo. -Sé que vas a cuidarme. - y lo haré.
Mis labios tomaron los suyos con tranquilidad tortuosa mientras me cernía con más ganas sobre ella. Me alejé lo suficiente como para sacar su camiseta por sobre la cabeza encontrando marcas de quemaduras por todo su abdomen, me incliné y las besé, quería demostrarle lo micho que la amo, que amo todo de ella.
Deslicé sus pantalones hasta sacarlos y besé su monte de Venus aún cubierto por la tela de sus bragas. -Jungkook- jadeó cuando comencé a besar sus muslos internos hasta dejar cada cicatriz llena de mis besos. Me alejé y desnudé mientras sus ojos se encontraban sobre mí.
Me acerqué y deslicé sus bragas hasta dejarla completamente desnuda, su intimidad brillando para y por mí. Su respiración alterada por el deseo, sus ojos hechos fuego de lujuria pura.
Mi boca se posó sobre su intimidad, deseaba probarla, y como imaginé, sabía deliciosa. Sabía a Mía.
Chupé sin prisas y lamí sintiendo cada pliegue, cada estremecimiento de su cuerpo, escuchando cada jadeo. Mis dedos fueron a su entrada y acaricie hasta sentirla relajarse, introduje solo uno de manera lenta y cuando imite mi acción con el otro me trague sus suspiros al besarla, movía sus caderas de manera tímida acercándose a mis dedos, mi cuerpo no podía esperar más, cuando estuvo lo suficientemente lista di más rápido con mis dedos dentro de ella hasta que sus paredes se apretaron contra estos y sus gemidos provocados por su orgasmo me encendieron en demasía, me alinee en su entrada y tome su boca con la mía en un beso hambriento y posesivo que tomaba todo mi control. Cuando mi erección sintió su sexo me estremecí entero por lo bien sé que sentía, me introduje de manera lenta sintiendo como mi carne rompía la suya y me recibía de manera cálida y húmeda.
Llene su cara de besos, sus oídos de palabras de amor, porque la amo, la amo.
Cuando la sentí moverse mientras nos besábamos entendí que estaba lista para mí, me retiré de manera lenta y volví a ella de la misma manera. Acaricie su pelo ahora rojo y bese sus ojos cerrados mientras nos volvíamos uno. Adore mi nombre salir de sus labios con cada embiste, sus ojos llorosos por el placer y sus labios rojos por mis besos, los míos. Los de nadie más, porque ella era mía.
Solo mía
...
Despertamos abrazados y desnudos, siendo uno, la ducha estaba lo suficientemente cálida y deliciosa como para hacerlos juntos entre besos, cuando al fin nos preparamos para irnos caminamos tomados de la mano hasta el ascensor, en este se encontraban otras dos chicas, altas y demasiado a arregladas para ser tan temprano en la mañana, me regalaron una clara mirada de coqueteo cual ignore, mis ojos estaban en mi pequeña Suni.
Llevaba un pantalón y camiseta unas 3 tallas más grande que la suya, y su ahora pelo rojo algo revuelto mientras se secaba al aire libre, para mi estaba lo suficientemente hermosa como para desear hacerle el amor otra vez.
Las puertas del ascensor se abrieron así que nos movimos para salir, -Es demasiado para una fea anoréxica. - esas palabras se clavarían como dagas en mi hermosa Suni, lo sé, la conozco.
-Espérame en el auto amor- dije como un susurro mientras le tendía las llaves y esta asintió con calma, volví al ascensor en compañía de ambas chicas y agradecía que el ascensor no tenía cámaras, tampoco los pasillos del hotel. Una risa coqueta adorno sus rostros al verme, saque mi cuchillo del arnés que me había colocado en mi torso y lo clave en la cara de una de ellas, corrí la hoja hasta rasgar su piel y volví a enterrarlo en su cien, su amiga no se movía a parte de temblar cuando fui por ella, -¿Fea?- pregunte pues esta era quien había hablado, fui tras ella y zanje su cara por todas partes mientras se revolvía dolorosamente, clave el cuchillo en su pecho y estomago unas 12 veces antes de que dejara de moverse y entonces pase la hoja por su cuello para hacerla desangrar con más rapidez.
Limpie la hoja de mi cuchillo y lo coloque en su lugar y pique el piso de abajo, camine con tranquilidad por los pasillos hasta dar con mi auto y subí al asiento del conductor sacando de mis bolsillos mis manos rojas para tendérselas a Suni cual me esperaba con toallas húmedas para limpiarme la sangre. –Gracias conejito.
-Lo que sea por ti mi amor.
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