Capítulo 5
Luego de todo un mes había regresado a sentirme segura. Tenía un trabajo ajetreado que servía para mantenerme ocupada y darme alimentos.
Trabajo en una cafetería cual suele encontrarse entre los grandes edificios, siempre vienen hombres y mujeres de negocios que su ajetreada vida no les permite comer más que un sándwich ya preparado y un café. Aveces cuando el día es lo suficientemente caluroso suelo hacer entregas, como es el caso justo ahora.
Me encontraba a punto de atravesar la enorme puerta de cristal, al leer el letrero noté que mi suerte es nula. Es justo el logo que se encuentra en la tarjeta de Jungkook, aquella que me dió y que guardo como un recordatorio de todo lo que sufrí.
Aquel sueño que me hace dudar de la realidad.
Suspiré con pesadez nueva vez y subí hasta el piso 15 con la bolsa que contenía los sándwich y los café.
Las paredes de metal de pronto se sintieron pequeñas cuando al apenas estas abrirse aquella cabellera negra apareció en mi campo de visión.
Llevaba el pelo levemente revuelto y la corbata desajustada. Su mirada dio con la mía y quise hacerme pequeña en ese momento, desaparecer.
-Te mudaste- estaba de pie a mi lado, ambos mirábamos la pared de metal mientras el ascensor subía. -Fui allá, dijeron que no regresaste más, que tampoco respondías las llamadas.- guardé silencio y cuando notó que no obtendría nada de mi aparte de mi silencio suspiró con cansancio.
Cuando las puertas se abrieron nuevamente fue en el piso que me correspondía. Bajé del ascensor sin siquiera abrir la boca, aquello me generaba mucha incomodidad.
Este pareció querer decir algo, más las puertas se cerraron impidiendo aquel hecho. La entrega del pedido fue rápida pues estos ya me esperaban. Cuando estuve lista caminé hasta la salida con la bolsa ya vacía.
Se supone que esta sería mi última labor, pero aún debía ir al café por mis cosas y a dejar el uniforme. Apenas me cambié de ropa tomé mi mochila donde tenía guardada cada una de mis cosas, por lo general duermo en saunas. Pago por noche y luego de darme un baño salgo con rumbo al trabajo. Trabajo de 7 de la mañana a 10 de la noche. Apenas 2 horas para almorzar cuál empleo en sentarme en un parque a comer un sándwich de los que venden en el café.
Apenas la noche me tomó cuando abrí la puerta lo ví recargado en la pared, me esperaba pues cuando notó mi presencia de irguió. -Te acompaño a casa.
-Jungkook yo...
-Es tarde, estás en una ciudad que no conoces y soy tu amigo. Así que voy a acompañarte a casa.
-No somos más amigos Jungkook- aquel sentimiento de rechazo vino a mí al recordar todos aquellos sentimientos.
-Tu huida fue mi culpa entonces- aquello me hizo reír con sorna.
-No eres el puto sol. El mundo no gira a tu alrededor.
-¿Como pretendes que sepa si no hablas conmigo? Sales corriendo a la mínima oportunidad, no aceptas ayuda.
-Porque no la necesito
-¿Pretendes pasar tu vida huyendo? Escondiéndote. ¿De que corres?- se había plantado frente a mí, para este punto de la discusión habíamos caminado dos cuadras.
-¡De mi puta vida. De la miseria que me persigue a donde quiera que vaya! Déjame en paz
-No lo haré. No te dejaré porque todo tu grita auxilio. Estás en los putos huesos, pareces enferma Suni, soy tu amigo. Nos criamos juntos, me preocupas.- para este punto mis lágrimas habían comenzado a caer cual torrente.
No noté lo mucho que necesitaba un abrazo hasta que me vi envuelta en uno. Su cuerpo me daba calor, aquel calor que hace años no sentía y por él que me desvivía. Esos brazos en los que busqué amor siendo solo una adolescente y ahora, en la adultez, sin nadie a mi lado eran lo único me veía como una luz.
...
Afiancé el agarre en mi mochila por tercera vez en todo el trayecto. Jungkook me había guiado a su casa luego de que la madrugada se hiciera presente al no lograr contener mi llanto.
Ahora me sentía mejor pero me mantenía algo distante. -Es aquí- me había ofrecido ayuda, me había ofrecido su casa y justo ahora moría por salir corriendo. Por huir. -Suni, hace frío. No puedes estar afuera, tampoco dormir en un sauna, pueden agredirte.- eso lo sé
Le había contado lo que considero demasiado y ahora sus ganas de ayudar se convirtieron en compromiso por hacerlo.
No me dejó ir a pesar de que se lo pedí, aunque creo que en el fondo quería alguien para poder sostenerme.
Todas las ideas de mi huida quedaron en el olvido al ver al castaño que tanto he pensado en los últimos años y que este último mes luego de ver su rostro ese pensar ha incrementado.
El estaba frente a mí, a nosotros. Salía del ascensor mientras nosotros tratábamos de entrar, pero no iba solo, una hermosa rubia teñida con rostro amable lo acompañaba, iban tomados de la mano y mi corazón se rompió en mil pedazos.
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