=No te detengas por mí=
Pov Omnisciente
Daniel decide buscar la mesa donde sabe estará Lucy; ella siempre ha usado la misma mesa desde que entró a la preparatoria.
La encuentra sentada junto a su amigo Michael, ese extraño pero amigable pelirrojo con acento británico que se pegaba a su novia cual garrapata hambrienta.
Aunque Daniel nunca lo haya aceptado frente a alguien, solía sentirse un poco cohibido por la presencia del chico.
Al principio no le prestó atención a ese extraño sentimiento que se hacía presente cuando su princesa lo mencionaba en una anécdota graciosa, luego comprendió que sentía nada más ni nada menos que celos del otro chico.
Y no es que Daniel desconfiara de Lucy.
Pero no soportaba que en ciertas citas o salidas, que se suponían serían para ambos, la rubia le rogara llevar a Henderson porque éste tenía un hermanastro irritante y no quisiera poner un pie en su casa.
—Y... ¿ qué cuentas, Daniel?
—Nada que te pueda interesar —responde de forma muy tosca el castaño—. ¡Auch, Lucy! ¿Por qué me jalas la oreja?
—¿Qué te he dicho sobre tratar mal a Mike? —Lucy suelta la oreja de Daniel, sintiéndose terrible al notar cómo ésta se torna de un color rojo. Lucy detesta ser tan impulsiva, es una de las cosas que más odia de ella misma—. Yo... lo siento, Dan.
Daniel nota el repentino cambio de actitud en Lucy y decide rodearla en un cálido abrazo.
—Aww, te ves tan tierna cuando haces eso —acerca sus labios a los de la rubia, robándole un casto beso. Oyen un Puaj por parte del pelirrojo y se separan finalmente—. No te hagas, mocoso. Ya muy pronto tú también estarás así de acaramelado con alguien.
—Tsk, sí claro. Y mi hermano dejará de ser un regalado de mierda y conseguirá un novio fiel para ver Netflix juntos.
—¿Nathan no está hablándose con alguien?
—Si por hablar te refieres a pedirle que desaparezca de su vida o de lo contrario lo denunciará, sí Lucy. Él definitivamente está hablándose con alguien.
—Sabes cómo es tu hermano —¡Diablos! Daniel volvía a sentirse un mal tercio en esa conversación—. Sólo debes darle un poco de tiempo y se dará cuenta que necesita de alguien además de él mismo para hacerse compañía.
El timbre suena anunciando la siguiente y última clase del día, y Daniel agradece haber cortado con aquella conversación de la que se sentía excluido.
—¿Quieres que te acompañe a tu clase? —pregunta Michael tomando su morral. Daniel se apresura diciendo que él lo hará y que no se preocupe por ella—. Mmm... ¿está bien? Creo. ¡Nos vemos Lu!
—Adiós, Mike --la de cabello rubio toma la mano de su novio y salen a los pasillos; mientras caminan, ella nota que el lugar que transitan está casi desierto y para en seco—. Aún no confías en él.
—¿Mmh? ¿Qué quieres decir?
—Han pasado casi tres años desde que me pediste una cita y dos desde que somos pareja... Y aún así no confías en que Mike sólo es un amigo que me quiere como a una hermana.
—¡Es que no lo hace! —el repentino cambio de voz en el castaño provoca que la chica se sobresalte—. ¿No viste cómo te trata? Estoy seguro que él te ama secretamente y espera que estés soltera para poder atraparte, como a una presa indefensa.
—¿De verdad te molesta que salga con él? —Lucy frunce el ceño ligeramente y mira con ojos profundos a Daniel—. ¡Por favor, Daniel!
—¿Y ahora por qué te enojas, eh?
—Odio que me pidas que tome distancia de él, es mi mejor amigo y tengo el derecho a estar con él... Además, yo no te pido que dejes de ver a tus amigos ni que dejes de hacer las cosas que te gustan.
—Lo hago por ti.
—No necesito que lo hagas por mi, Daniel... —Lucy detiene su discurso y vuelve la vista hacia los casilleros brillantes; quizá su novio extrañaba la vida que tenía antes de ser su pareja, tal vez necesitaba un respiro para renovarse y no hacer la misma rutina aburrida que tenían ambos—. Si quieres ve a la fiesta a la que te invitaron.
Daniel abrió los ojos de manera descomunal.
—¿Lo... lo dices en serio? —la rubia asiente pausadamente y esboza la sonrisa más sincera que puede demostrar—. ¿Qué pasará contigo?
—Descuida, tú sólo disfruta de la fiesta y no te detengas por mí. Entiendo que tienes una vida fuera de nuestra relación y está perfectamente bien.
—Eres la mejor, ¿lo sabías? Me tengo que ir, prometo compensarte luego. Te amo.
Daniel le regala a Lucy un tierno beso en la mejilla y corre hacia su última clase. Está feliz porque Lucy confía en él, sabe que es un gran avance considerando la inseguridad casi extrema de su pequeña rubia.
Lo que no sabe es que al abandonar el oscuro pasillo, a Lucy Wilson le llegan nuevamente los pensamientos que la carcomen por dentro. Y la inseguridad de la chica se acumula en sus ojos ahora humedecidos, que solamente buscan la compañía de un buen amigo.
No es culpa de Lucy creer que Daniel algún día la dejará por alguien mucho mejor que ella, no importa cuántas veces llame a Daniel y este le diga con la voz más tranquila posible que todo estará bien, Wilson encontrará la manera de sabotearse a sí misma. Sin embargo, no puede tampoco dejar pasar el hecho de que Daniel está "encadenado" a ella; no quiere eso, nunca lo quiso.
Por eso dejará que él vaya a esa fiesta, vea a sus viejos amigos, se divierta como lo hacía antes de conocerla.
Antes de conocerla.
Tal vez, sólo tal vez, si ellos nunca se hubiesen conocido ahora Daniel estaría mejor, teniendo a todas las chicas lindas del instituto a sus pies, saliendo todos los fines de semana con Terry... Teniendo una vida de soltero libre.
Cuando quiere darse cuenta, ella ya está llorando de nuevo.
Se odia, de veras lo hace.
Se odia por ser tan aniñada, por no tener control de sus emociones, por ser una carga para su novio, por encontrarle sentido a lo que esas chicas dijeron sobre ella en el baño hace unos días.
—S-soy una fracasada...
De pronto unos cálidos brazos la rodean por detrás, sus lágrimas comienzan a secarse a medida que su espalda se apoya en el pecho de la persona que le brinda seguridad.
Parpadea varias veces, respira con algo de dificultad. Su corazoncito late por la cercanía del otro.
Y Lucy se siente completa, se siente amada. Porque reconoce que no interesa cuántas sean o qué tan duro la golpee su estúpida inseguridad. Él siempre estará ahí para ella.
—Gracias, Michael...
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