«Chismoso nací, y así moriré»

Nathan Allen

***

—Por favor —suplica el azabache con las manos unidas y un mohín en los labios—, sólo uno más y prometo dejarte en paz para toda la vida.

El chico acomoda sus lentes al sentir cómo se le resbalan por el puente de su nariz. No lo admite en voz alta, pero adora tener a ese tierno y guapo muchacho a su merced, rogándole.

—Ambos sabemos que no lo cumplirás, Miller.

—En mi defensa —se excusa el otro mientras endereza su cuerpo—, nadie puede dejarte en paz si eres tan jodidamente irresistible —acerca sus labios a los del contrario para así robarle un casto beso, ganándose un golpe en la nuca de su parte—. ¡Hey!

—¡Te he dicho que odio las demostraciones en público, Eric! ¿Que acaso eres tonto o qué te pasa?

—Aww —Eric infla sus mofletes—, me llamaste por mi nombre, qué cute.

—¡No soy cute! Soy increíblemente guapo, extraordinariamente serio y archimegarecontra ardiente...

—Y absolutamente mío —las mejillas de Nathan se encienden hasta más no poder, Eric ríe divertido— Ya, luego te quejas de que digo que eres el pasivo.

—No soy pasivo.

—Dile eso a tu aura de pasividad —acerca su nariz al desnudo cuello de su ahora novio -sí, Nathan y Eric son novios- para dejar besos fugaces en él. El rubio ronronea en repuesta— Tan suave.

—E-eric —acaba de tartamudear, Nathan Allen no tartamudea por nadie—, es-estamos en la cafetería —bueno, nadie excepto Eric Miller.

—¿Y? Vivimos soportando ver cómo otros se devoran, ahora es nuestro turno, ¿no crees?

—Ustedes son tan repulsivos.

Ambos se separan para observar a la persona que irrumpió en su burbuja de cristal.

Amanda Foster junto con su títere -digo, amiga- Mandy Rogers, los miran con asco profundo.

Eric baja la cabeza algo apenado, sintiéndose cohibido por las dos muchachas. Nathan, por otra parte, se muestra inmutable ante su presencia.

—¿Celosa, Foster? —pregunta en un tono casi indescifrable— No te sientas mal, querida. Estoy seguro que no tardará en caerte un idiota del cielo para poder utilizarlo a tu puto antojo.

—Quizás eso ya pasó —esas palabras lo sorprenden un poco; sobretodo porque encuentra una enorme carga de sinceridad en ellas—. Me gustaría quedarme a charlar, fenómenos, pero alguien está esperando por su reina así que... ¡Mandy!

—¿S-sí?

—Sostén mi bolso —ordena al momento de dejarlo caer con brusquedad en los brazos de la morena— e intenta no romper nada, la última vez fue un desastre.

Y, sin decir más, se alejan de la pareja.

Eric todavía tiene la expresión decaída, no le gustaron las palabras de Amanda dirigidas a ellos. ¿Por qué, de todos los que en ese momento se estaban comiendo la boca, tenían que ser los "desagradables"?

Nathan siente las emociones de su novio, ese chico que en un primer momento evitaba, alejaba y trataba mal; porque él estaba convencido de no querer nada con Eric Miller, y por primera vez se había equivocado.

Ahora le quiere en todo y para toda la vida.

Toma la barbilla del azabache y en cuestión de segundos sus labios danzan en sincronía, dejando a un lado los ojos que los ven.

A Nathan siempre le gustó ser el centro de atención.

Es por ello que, al darse cuenta que todos ven el espectáculo, se sube al regazo de su pareja y profundiza más el beso, guiando las manos de Eric a su delgada cintura, y colocando las suyas propias alrededor de su cuello.

—Tú me pediste uno más, ¿no?

***

Luego de la escenita montada en la cafetería, el chico de lentes oscuros tiene clase de arte.

Y sería su favorita, de no ser porque el profesor le pide ir al baño a lavar los pinceles manchados en acrílico de colores.

—Estúpidos pinceles, ¿por qué no pueden lavarse solos?

Cuando está por doblar la esquina al final del pasillo que lleva a los baños, se detiene de golpe gracias a una conocida voz que inunda sus oídos.

—¿Qué quieres, Amanda?

—Sabes muy bien lo que quiero —y la perra seguía y seguía—. Estoy cansada de esto, de esperar sin obtener respuesta. Me dijiste que la dejarías.

Dejar... ¿Dejar a quién?

—No haré eso hasta que me digas qué mierda pasó esa noche entre nosotros.

Ok. Esto se pone raro.

—Ya te dije —la chica guarda silencio y hace un mohín con sus delgados labios— ¿Es que acaso no recuerdas la mejor noche de tu vida?

"Yo sólo quería lavar los malditos pinceles", se queja Nathan.

—Te juro que no me acuerdo de nada, por eso necesito que me ayudes a recordar.

—Ya te dije, idiota. Nos besamos, te acostaste conmigo y luego amaneciste con resaca. Punto, fin, se acabó.

—¿Cómo sé que no me mientes?

Oh, esto se pone interesante. Cuéntame más.

—Yo jamás te mentiría, Daniel.

Verga.

—Y yo jamás le haría eso a Lucy, no me acostaría contigo a espaldas de mi novia.

Tengo hambre.

—Pero eso hiciste —replica con dureza—, y por eso deberías dejarla, para que la pobre no sufra al enterarse que el amor de su vida no es el santo que ella creía conocer.

—Cállate.

—¿Qué? ¿Vas a negarme que no estuvo toda la semana más depresiva de lo normal sólo porque la ignoras? ¡Abre los ojos, Daniel Brown! Si tú no la dejas, ella lo hará. Las mujeres nos cansamos de esperar, ¿sabes?

Nathan ya no puede oír nada más; ambos chicos se han marchado del pasillo al caer en cuenta que no es seguro para ellos.

Sin embargo, nuestro delgado y miope amigo no puede estar más satisfecho por haber llegado en el momento justo.

¡Benditos sean los pinceles sucios! Que por cierto aún no lava.

Retoma su camino al lavabo más cercano que encuentra, se observa en el espejo para admirar lo hermoso que es  con pintura salpicada en las mejillas y la nariz. Una sonrisa amplia, de oreja a oreja, se le dibuja en la finura de sus rasgos faciales, estando más que satisfecho por su nuevo descubrimiento.

—Te demostraré quién es el desagradable ahora —toma unas servilletas que usa para envolver los pinceles mojados, saliendo directo al aula a toda prisa—. Espera a que Lana se entere de esto.

Una bella actualización nocturna :3

¿Qué creen que esté pasando?

Dejen sus teorías :v
Ahre ni que fuera una novela de mi hermosa Ariana Godoy

Buenas noches, Meowmies. Los amo💖