Capítulo 23
Prov Suran
-Aún no he comido Mayor- me encontraba sobre el mesón de la cocina, mis piernas abiertas y este en medio de ellas besando mi cuello.
-¿Tienes hambre?- no contesté, ya no la tenía, solo deseaba sentir cada centímetro suyo dentro de mí. -¿Ó prefieres comerte esta?- asentí, justo eso quería.
Tomó mi cuerpo nuevamente y nos llevó al cuarto, se recostó conmigo sobre la cama mientras me besaba lento pero apasionadamente, se sentía de maravilla.
Besó mi cuello con esmero, mis pechos con sutileza y apricionó mi cuerpo cuando trataba de acercarlo más a mi, lo quería lento y me lo había dejado claro cuando amarro mis manos al respaldo de la cama.
Su boca fue a mi intimidad y posó solo la punta de su lengua sobre toda mi hendidura , la deslizaba con una lentitud desesperante, pero me encantaba.
Me encantaba lo relajante que se sentía.
Se deslizó entre mis piernas y tocó mis labios con los suyos, su lengua se adentró a mi boca mientras me penetraba.
Sus movimientos eran profundos, entraba todo de él en mi y lo único que era capaz de hacer era recibir mientras emitía gemidos que eran acallados por sus besos.
Abrí mis ojos encontrando los suyos sobre mi, su mirada era diferente, cálida.
-Me estoy enamorando de ti- cuando estás palabras salieron de su boca estaba tan sumida en cada sensación que me hacía sentir que no noté en el momento que había desatado mis manos y yo misma las había las había envuelto en su espalda.
Lo siguiente que sentí fue mi cuerpo liberarse y mis piernas temblar como gelatina, mi piel erizarse mientras que los dedos de mis pies estaban encorvados por tan placentero momento, su mirada y la mía no se apartaron del otro.
Besó mis labios nueva vez y luego se recostó a mi lado, atrayendo mi cuerpo sobre el suyo.
Los minutos pasaban y continuábamos en silencio.
Hacia 4 años me había enamorado de este hombre, y tontamente caí sobre la red que ambos tejimos la primera vez que estuvimos juntos, para luego notar que no tendría más que solo eso.
Sexo
Uno exquisito, rudo y placentero, pero era al fin y al cabo vacío.
Aún recuerdo el día de mi traslado, pensé que era uno normal y no supe lo que me esperaba hasta que vi la cara de molestia de mi hermano.
Pensé que este lo sabía y me había dejado ir sin siquiera despedirme, ya que para trasladar a cualquier cadete se debía informar y requería la firma de mi jefe inmediato y este era el Capitán.
Recogí mis cosas y pensé en dejar una carta para el, luego desistí, si no tuvo la desencoja de informarme el mismo sobre mi traslado no merecía mi amor.
No merecía las horas en vela esperándolo en mi recámara para tener algún tiempo con el, no merecía el vacio que sentía cuando se marchaba.
Junté cada una de ellas, y mientras las colocaba dentro de mi maleta encontré una camiseta de él, era gris oscura, enorme, la había dejado aquí por lo rápido de su vestir un día, no se la regresé para sentir su olor cuando no estuviera.
Lo pensé
Pensé en dejarla, estaba molesta y decepcionada, pero no pude.
La coloqué entre mis cosas y salí del pelotón siendo escoltada, al principio me pareció normal, ahora no tanto.
La mirada de decepción que me dio mi padre antes de que mi hermano me arrastrara al bote que nos llevaría al barco que comandaba me rompió.
No había llorado tanto en mi vida, me sentía sucia, no sentía más que desprecio conmigo misma.
Esa noche fue la primera vez que dormí con ella, quería sentirlo cerca de alguna manera, quería sentir la protección que emanaba cada parte de el.
Los primeros meses de embarazo fueron terribles, tenía muy poco dinero y solo conseguía trabajos temporales, nadie en su sano juicio contrataría una embarazada, la soledad llegaba a mi cada noche, solo ella me acompañaba.
Cada noche antes de dormir me colocaba la camiseta que por tanto tiempo que la retuve llegó a ser mía, y me imaginaba envuelta en el.
Hasta hace poco la tuve, sentí un nudo en el pecho cuando este la tiró, había pasado los peores y mejores momentos de mi vida con ella, pero luego entendí que debía soltar todo eso que me impedía seguir.
Ni siquiera fui capaz de responderle, no porque no sintiera lo mismo que él, al contrario, sino por el hecho de no creerme estar aquí justo ahora, en sus brazos.
Nunca en mi vida había necesitado tanto a alguien como con él, creía que no lo volvería a ver y eso amargó mi corazón completamente, dejando solo la calidez de este para mi bebé.
La bebe que había tenido con el hombre que amaba.
Cuando fue a buscarnos un sentimiento agridulce llegó a mi junto con el, descubrí que continuaba amándolo de la misma manera, también que si no habría sido por Suni ni siquiera se habría molestado en buscarme.
De no haber sido por ella no habría recordado siquiera mi nombre.
La primera vez que me besó después de tanto sentí mi mundo de cabeza, sentí que volvía a respirar, luego volví a la realidad.
Quizás se sentía en deuda por lo qué pasó, sentía que debía cuidarme como madre de su hija, desperté.
Prefería no seguir, prefería mantenerme alejada de él, de esa manera mi estupido sentido común organizaría mis ideas.
Sentía tanta necesidad de él, de su cuerpo y de algo que nunca tuve, su amor.
Me vi luchando conmigo misma para rechazarlo una y mil veces, esperando así creerme tontamente la idea que yo misma había colocado en mi cabeza, ya no lo amaba, solo lo recordaba con cariño.
Siento miedo
Miedo de perderlo nuevamente
De que se dé cuenta que en realidad no me ama y solo lo siente como obligación.
Miedo de despertar un día y verme en la casa que compartía con mi pequeña y descubrir que esto solo fue un sueño.
Un maravilloso sueño.
...
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